Un nuevo informe alerta de que la alimentación de los españoles se aleja de la dieta mediterránea

Está evolucionando "hacia un modelo alimentario de clara influencia anglosajona"
Por EROSKI Consumer 15 de noviembre de 2002

Los jóvenes españoles no quieren pescado, frutas ni verduras. Prefieren carne, embutidos y comida rápida. Un reciente informe sobre «Dieta y enfermedad cardiovascular» elaborado por un equipo de especialistas de la Universidad Autónoma de Madrid ha vuelto a alertar de que «nos hemos alejado sustancialmente» del patrón de la dieta mediterránea «para evolucionar hacia un modelo alimentario de clara influencia anglosajona».

El trabajo, basado en una encuesta por autonomías realizada en el conjunto de España, confirma la tendencia. «Ha descendido progresivamente la toma de hidratos de carbono, por menor consumo de cereales y legumbres; y ha aumentado la ingesta de grasas, por un mayor consumo de carne, huevos, leche y derivados lácteos», advierten los especialistas de la investigación, publicada en la revista «Medicina clínica».

Históricamente, la dieta mediterránea ha contribuido a que los países de la cuenca tuviesen una de las mayores esperanzas de vida en el mundo y una muy baja frecuencia de enfermedades cardiovasculares. Pero ¿qué es lo que no debe faltar nunca en una mesa y en qué cantidades se debe tomar como para que la alimentación no dañe seriamente la salud? Según Lucía Laborda, especialista en nutrición del hospital vizcaíno de Cruces, «la regla de oro es muy sencilla: más fruta, más verduras y más lácteos; y menos carnes, menos embutidos y menos dulces».

Verduras, pescado y carne

Para esta experta, una ensalada al día es absolutamente necesaria. «Las verduras aportan hidratos de carbono, fibra y son, además, una muy importante fuente de vitaminas de todo tipo. Las legumbres, dos o tres veces por semana, aportan proteínas vegetales y ayudan a combatir el estreñimiento, un problema muy común en nuestro medio», explica.

En lo que al pescado se refiere, Laborda aconseja consumirlo unas tres veces por semana. «Resulta fundamental que esté bien hecho -ni crudo, ni pasado- para un mejor disfrute y como prevención de posibles infecciones», precisa.

En cuanto a la carne, esta experta dice que comemos más del doble de la que necesitamos. «Como resultado, introducimos en el organismo muchísimas más proteínas de las debidas, con lo que aumenta considerablemente el riesgo de enfermedades cardiovasculares». La recomendación: tres veces por semana en raciones que no superen los cien gramos.

Comida «basura»

Laborda no se olvida de la llamada comida «basura». En este sentido, advierte de que las hamburguesas o las pizzas no pueden ser la base de una alimentación diaria, «pero ocasionalmente puede uno disfrutar de ellas».

Por otra parte, recomienda no abusar de la sal, ya que sube la presión arterial y retiene líquidos. «Los hipertensos deberían limitar su ingesta a una cucharadita al día, cantidad en la que se incluye toda la sal contenida en los alimentos».

En lo que a aceites se refiere, aconseja el de oliva, «aunque no deben despreciarse los de girasol o maíz». Eso sí, recuerda que sólo el de oliva puede reutilizarse. «No debe emplearse más de una vez el aceite de girasol, ni para freir patatas», advierte.

Vino con moderación

Aunque los expertos reconocen que el vino en las comidas, consumido con moderación, resulta beneficioso para el organismo, Laborda recomienda el agua y desaconseja los refrescos porque aportan calorías. «Los niños deben acostumbrarse a disfrutarlos sólo en ocasiones especiales». Lo mismo puede decirse de los dulces. «El mercado ofrece frutas exóticas, como piña o mango, que pueden convertirse en un buen sustitutivo del dulce incluso en los cumpleaños», afirma.

En definitiva, la alimentación debe contener alimentos tradicionales como frutas, verduras, lácteos, legumbres, pan, patatas y arroz. Los productos enriquecidos, según Laborda, invitan a una alimentación desequilibrada, que en teoría podría compensarse con unos productos supuestamente más sanos. «Cada nutriente debe buscarse en su producto original», concluye.

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