Bajo peso del bebé al nacer, ¿qué riesgos implica?

Nacer con poco peso podría derivar en problemas relacionados con el desarrollo neurológico del niño y diversas enfermedades en la adultez
Por Cristian Vázquez 18 de abril de 2017
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Imagen: philipus

Según la Asociación Española de Pediatría, entre el 3% y 5% de los bebés tienen formas más o menos leves de bajo peso al nacer. Esto implica algunos riesgos que van desde una mayor morbimortalidad perinatal hasta una más alta probabilidad de padecer diabetes o problemas cardiacos o del desarrollo neurológico en el futuro. Este artículo explica cuándo se considera que un niño tiene bajo peso al nacer, ofrece datos sobre la prevalencia y las causas de este problema y enumera sus posibles consecuencias más importantes, como las relacionadas con el desarrollo neurológico.

¿Cuándo se considera que un bebé tiene bajo peso al nacer?

Un bebé tiene bajo peso al nacer o, en términos más precisos, es pequeño para la edad gestacional (PEG), cuando su peso o su longitud se encuentran por debajo del percentil 3 en relación con su población de referencia, su sexo y su edad gestacional. El percentil 3 es la línea que, en un gráfico de estadísticas, marca el límite del conjunto del 3% inferior, en este caso, de bebés con menor peso o longitud. Por ello, se puede afirmar que los niños PEG son los que pertenecen al grupo del 3% de los más pequeños.

En ocasiones se señala que los bebés PEG son aquellos que pesan menos de 2,5 kilos al nacer, pero en realidad los percentiles en España para los nacidos a término están un poco por encima de esa cantidad. Como se observa en las tablas de los últimos Estudios Españoles de Crecimiento, con datos de 2010, el percentil 3 para el peso de los niños a la semana 42 de gestación se encuentra en torno a los 2.850 gramos, mientras que para las niñas la cifra es de unos 2.750 gramos. Por ello, para bebés nacidos a término, serían PEG si al nacer pesan menos que esas cantidades.

Prevalencia y causas del bajo peso al nacer

Los especialistas señalan la importancia de distinguir entre PEG y crecimiento intrauterino retardado (CIR). En más del 90% de los casos aparecen juntos, se explica en los protocolos de neonatología de la Asociación Española de Pediatría (AEP), pero el CIR «exige un seguimiento en el tiempo mediante ecografía», con independencia de si, al nacer, el peso del niño esté o no por debajo de lo normal. La AEP apunta que «en nuestro medio se estima que una de cada diez gestaciones puede cursar con retraso en el crecimiento fetal», mientras que los bebés PEG «representan un 3-5% de la población».

Cada una de estas situaciones responde a causas distintas y acarrea riesgos y consecuencias diferentes. En la mayoría de las ocasiones, el motivo del PEG no está claro, señala la AEP, aunque «se han descrito como factores implicados causas maternas, placentarias y fetales«. Las causas maternas parecen estar asociadas en la mitad de los casos, sobre todo a partir de problemas como la hipertensión arterial y -un factor muy evitable- el tabaquismo de la mujer. Las causas fetales, por su parte, corresponden al 15% de los casos «y, en general, suelen ser más graves y de peor pronóstico», añade el documento de los pediatras.

Bajo peso al nacer, sus riesgos y consecuencias

El bajo peso al nacer tiene múltiples riesgos y consecuencias. A continuación se enumeran los más importantes:

  • La mortalidad perinatal en los niños PEG es entre 10 y 20 veces más grandes, sobre todo como consecuencia de hipoxia (deficiencia de oxígeno en la sangre, células y tejidos) o anomalías congénitas.
  • Estos pequeños también tienen mayores riesgos de sufrir, en algún momento, diabetes, enfermedad cardiaca, alta presión arterial o el llamado síndrome metabólico o síndrome X, que se produce cuando se padecen todos esos problemas a la vez y que genera un riesgo de vida importante a una edad relativamente joven.
  • Existen efectos sobre el desarrollo neurológico y de la conducta. Entre el 8% y 10% de los niños PEG son personas con talla corta en la edad adulta, que se asocia a «desventajas psicosociales y problemas del comportamiento», según los protocolos de los pediatras. Por ello, en estos casos es importante el acompañamiento psicológico.
  • La mayoría de los bebés PEG presenta el llamado «crecimiento recuperador», que es «una velocidad de crecimiento mayor que la media para la edad cronológica y sexo durante un periodo definido de tiempo, después de una etapa de inhibición del crecimiento». Gracias a este crecimiento acelerado, que en más del 85% de los niños se produce durante los primeros dos años de vida, los pequeños alcanzan su canal de crecimiento normal. Si a los dos años el niño no ha experimentado este crecimiento recuperador, el riesgo de que tenga talla baja en la adultez es entre 5 y 7 veces mayor, por lo cual los especialistas recomiendan, en tal situación, acudir a un endocrinólogo pediatra.
Posibles problemas en el desarrollo neurológico

Las consecuencias negativas del bajo peso al nacer también pueden ser déficit de atención, peor capacidad de adaptación al medio y peor movilidad. Esa fue una de las conclusiones de la tesis doctoral de Daniel Orós López, titulada ‘Resultados perinatales y sobre el neurodesarrollo del crecimiento fetal tardío‘ y presentada aprobada por la Universidad de Barcelona en 2010.

El estudio en cuestión comparó las habilidades neurológicas de dos grupos de bebés: 100 de peso normal y 102 pequeños para la edad gestacional. Se realizó con ellos una prueba llamada Escala de Evaluación del Comportamiento Neonatal, que mide capacidades como la atención, la movilidad, la respuesta a estímulos visuales o auditivos y la adaptación al medio. En todos los campos, el rendimiento de los niños PEG fue inferior al de los de peso normal, incluso en menores que, en el momento del trabajo científico, tenían un peso y una talla ya normalizados.

Por ello, si bien los investigadores señalaban la importancia de nuevas pruebas para confirmar estos datos, enfatizaban la importancia que puede tener la prevención de estas situaciones, las cuales hasta pueden afectar al desarrollo sensorial y cognitivo futuro durante toda la niñez y la adolescencia.

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