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Todos estos hallazgos son muy recientes; de hecho, se han publicado en los últimos diez años. “Durante décadas, la ciencia ha pasado por alto cómo la maternidad transforma el cerebro, centrándose en los cambios físicos que experimenta el cuerpo”, explica Susana Carmona, científica que lidera el grupo de investigación Neuromaternal del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid.
Pero este campo de estudio ha comenzado a ganar visibilidad gracias al trabajo pionero de científicas españolas, cuyas investigaciones han revelado que la gestación provoca modificaciones profundas en la estructura y el funcionamiento cerebral, y que sus efectos pueden prolongarse meses o incluso años después del parto. A partir de sus trabajos, la neurociencia ha empezado a explorar cómo estas transformaciones no solo preparan a la madre para el cuidado del bebé, sino que también podrían influir en su bienestar emocional y su vínculo con la crianza.
Menos volumen de materia gris
El primero de estos estudios se inició en 2008 y causó una revolución en la comunidad científica internacional cuando se publicó, en 2016, en Nature. Aquel trabajo, llevado a cabo por tres neurocientíficas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del Instituto de Investigación Hospital del Mar (IMIM), entre ellas Susana Carmona, comparó mediante técnicas de neuroimagen la estructura del cerebro de las mujeres antes y después de su primer embarazo.
Los resultados de la investigación mostraron una reducción simétrica en el volumen de la sustancia gris en la línea media cortical anterior y posterior del cerebro, así como en secciones específicas de la corteza prefrontal y temporal en las mujeres embarazadas. Estas zonas forman un mapa que coincide, en gran medida, con una red que la neurociencia asocia con los procesos implicados en las relaciones sociales.

No solo eso: parte de estas regiones se activan (es decir, se iluminan en un escáner cerebral) cuando la mujer observa la imagen de su bebé, por lo que “probablemente, los cambios corresponden a una especialización del cerebro para encarar los retos que supone la maternidad”, postula Óscar Vilarroya, director del grupo que llevó a cabo el estudio.
Estos cambios, según pudieron observar los investigadores, persistían al menos durante dos años. Además, constataron que, cuanto más marcados eran los reajustes cerebrales, mejor percibía la madre el vínculo con su bebé. “Por fin habíamos podido dar respuesta a ese secreto a voces que todas las madres intuían, pero que no había despertado interés en la comunidad científica: el cerebro de la mujer cambia profundamente con el embarazo y estos cambios facilitan la conducta maternal”, aclara Carmona.
Un cerebro dinámico
Aquel fue el pistoletazo de salida que abriría la puerta a nuevas investigaciones. Si en 2008, cuando se iniciaron los trabajos, tan solo había una decena de referencias, hoy hay más de un centenar que han ido desentrañando el cerebro de la mujer embarazada.
Hace apenas unos meses, en enero de 2025, se ha publicado en Nature un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, entre otros, que muestra cómo el cerebro de la mujer embarazada experimenta un cambio dinámico. “Primero decrece el volumen de materia gris y, después, se recupera. Es decir, sigue una trayectoria en forma de U”, comenta la investigadora principal del estudio, Camila Servin-Barthet.
“Y, por primera vez, se ha demostrado que esta trayectoria está asociada con los cambios hormonales: es como un espejo, a medida que los estrógenos aumentan en el embarazo, decrece el volumen de materia gris; una vez van disminuyendo con el parto, se va también recuperando ese volumen. Estos incrementos y decrementos asociados son una clara evidencia de que la fluctuación hormonal tiene una gran importancia en los cambios del cerebro. En definitiva, que hay claramente un factor fisiológico”, explica Servin-Barthet.
👉 En forma de U
Otro de los aspectos más interesantes, detalla la experta, es que no hay una única zona afectada por los cambios, sino que en casi todo el cerebro se da esa trayectoria en forma de U.
“El cerebro se puede dividir en diferentes secciones según las funciones que tienen asociadas; son las llamadas redes funcionales. Y lo que hemos visto es que, dependiendo de la localización de estos cambios, la profundidad y recuperación es diferente. Donde hemos visto cambios más profundos es en regiones asociadas con la empatía, la cognición y la autopercepción. Pero no se trata de hablar de una región concreta, de la amígdala, de la corteza prefrontal…, sino que hay toda una red de regiones que están implicadas en procesos parecidos”, analiza la investigadora Servin-Barthet.

El vínculo de la madre y el bebé se fortalece
Este último estudio también ha analizado si la reducción y posterior recuperación guarda relación con el vínculo de la madre y el bebé. “Hemos visto que, cuanto más se recupera el volumen de materia gris, mayor y mejor es la calidad de este vínculo. Esto va en consonancia con otros estudios que también han reportado esta relación. Y esto nos lleva a pensar que son cambios adaptativos, que tienen un efecto beneficioso a la hora de fortalecer ese apego”, comenta la investigadora.
La última fase del estudio fue la de intentar relacionar la salud mental de las madres con los cambios del cerebro. “Se ha visto una correlación: cuanto más se recupera el cerebro, mayor bienestar de la madre y mayor apego con el bebé”, añade Servin-Barthet. Es decir, se ha demostrado que hay una interrelación entre las tres variables: salud mental, cambios en el cerebro y apego.
¿Qué conclusiones pueden extraerse? Los estudios actuales no pueden dar una explicación al mecanismo específico por el que se producen estas asociaciones. “Lo que sí vemos es que existen y, aunque con las técnicas que disponemos en la actualidad aún no podemos explicarlo, parece claro que, en años sucesivos, se ira afinando. De momento, hay una suma de evidencias que indican que los cambios en el cerebro están asociados con un apego positivo”, asegura Servin-Barthet.
Mommy brain: ¿qué ocurre con la memoria?
Como hemos visto, la ciencia ha demostrado que la materia gris se reduce con el embarazo para reajustar las conexiones y aumentar el apego con el bebé, ¿pero esos cambios afectan de alguna forma a la memoria y la concentración de las madres? No, la ciencia no ha podido mostrar que la reducción de materia gris influya de alguna forma en las capacidades cognitivas de la madre.
“Aproximadamente el 80 % de las embarazadas se quejan de problemas de concentración y memoria en relación con el embarazo y con la maternidad”, cifra Susana Carmona. Olvidar dónde se han dejado las llaves, perder el hilo de una conversación o sentir la mente más dispersa de lo habitual son experiencias comunes entre muchas mujeres durante el embarazo y los primeros años de maternidad. A esta sensación de falta de claridad mental y lapsos de memoria se la conoce popularmente como mommy brain o cerebro de mamá, un término que describe los cambios cognitivos que algunas mujeres perciben en esta etapa.
Aunque la ciencia todavía investiga sus causas exactas, se cree que las fluctuaciones hormonales, la falta de sueño y las nuevas exigencias emocionales y físicas de la maternidad podrían estar detrás de este fenómeno. Pero, lejos de representar solo una desventaja, los expertos empiezan a comprender que estos cambios también podrían estar preparando el cerebro para una de las tareas más complejas: cuidar y conectar con el bebé.

Esto es lo que la ciencia sabe sobre el mommy brain:
👉 Similar a la adolescencia
Durante la pubertad, los estrógenos y la progesterona aumentan y provocan cambios de comportamiento y emocionales en las adolescentes. “Los estudios muestran que el embarazo produce cambios parecidos; pero nada de lo que hemos descubierto hasta ahora relaciona estos cambios con problemas cognitivos”, asegura la investigadora Susana Carmona.
👉 Es una percepción subjetiva
Las madres reportan esa sensación de pérdida de memoria que, después, no se refleja en las imágenes cerebrales. Aquí entran otras variables, apunta Servin-Barthet: “Acordarse de dónde están las llaves no va a ser una prioridad en un momento de cambio tan grande como es la maternidad. Hay muchas otras cosas en las que pensar, menos descanso… Hay una gran carga mental y el cerebro prioriza. Además, es importante señalar que los cambios en el cerebro no pueden explicar todo”.
👉 ¿Intervienen las hormonas?
Como hemos visto, las hormonas influyen en la reducción de volumen de la materia gris durante el embarazo. Entonces, ¿pueden estar detrás de los problemas de memoria que detectan algunas embarazadas? Diversos estudios han analizado si los niveles de estradiol, progesterona u oxitocina se correlacionan con el rendimiento cognitivo durante el embarazo. “Los resultados han sido nulos, probablemente porque, hasta la fecha, se han centrado en medir la influencia directa de una hormona en un momento concreto, pero en el cuerpo humano actúan a la vez múltiples hormonas y variables”, explica Carmona.
En la actualidad, los esfuerzos se centran en investigar la interacción entre la psique, el cerebro, el sistema inmune y el endocrino. “Ningún factor puede, por sí solo, explicarlo todo”, añade.
👉 Un cerebro más joven
Anne Marie de Lange, del Hospital Universitario de Lausana (Suiza), ha trabajado recopilando estudios de grandes bases de datos de imágenes cerebrales. Y la conclusión es que “las madres mantienen un cerebro más joven”. Utilizando un algoritmo que predecía la edad en función de la edad cerebral, observó que las mujeres que habían sido madres mostraban rasgos cerebrales menos envejecidos que los de las que no habían tenido hijos.
Asimismo, determinó que, a mayor número de hijos, más joven se mantiene el cerebro. Eso sí, se trata de una tendencia que se invierte a partir del cuarto hijo, momento en el que se acentúa el envejecimiento cerebral. Pero, todavía, se desconoce el mecanismo por el que esto sucede.
Todos estos hallazgos son tan solo la punta del iceberg. La investigación sobre los cambios en el cerebro de la mujer durante el embarazo es un campo fascinante que apenas comienza a desplegarse. Cada nueva respuesta plantea nuevas preguntas y nos acerca a comprender mejor cómo la maternidad moldea no solo el cuerpo, sino también la mente, adaptándola a los desafíos y vínculos de esta etapa única.