El profesor me tiene manía: qué hacer (y qué no) si tu hijo tiene esta percepción

Los progenitores deben fomentar la independencia y autonomía enseñando al menor las estrategias adecuadas para que pueda solucionar sus dificultades con el docente
Por María Huidobro González 22 de noviembre de 2022
alumno profesor colegio
Imagen: Max Fischer

“Me ha suspendido, me ha puesto un cero, injustamente claro”. “Me echó de clase porque no paraba de hablar, pero solo a mí, a nadie más. Me odia”. Así puede que en alguna ocasión se exprese tu hijo sobre su profesor al llegar a casa tras una jornada en el colegio. ¿Cómo reaccionas? ¿Cuál ha sido el consejo que has dado al niño? ¿Llamas de inmediato al centro escolar? Con la ayuda de una experta en psicología educativa, te contamos cómo puedes ayudar a tu hijo si viene del cole y te dice: mi profe me tiene manía.

Escucha a tu hijo con atención

La confianza y el respeto son la base de una relación equilibrada con los hijos, y la escucha y la empatía, otros dos pilares. Por eso, si tu hijo manifiesta que un profesor le tiene manía, no hay que pensar que lo que nos está diciendo no es verdad o que se trata de una excusa por un mal comportamiento. Escúchale.

“No debemos decirle que son tonterías o que tiene que hacer caso al profesor sin darle más soluciones. Es importante validarle emocionalmente, tras escuchar lo que nos está contando: decirle que le entendemos que se sienta así”, sostiene Amaya Prado, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. 

Aunque te parezca inverosímil lo que cuenta, habrá que averiguar por qué está interpretando así la realidad de lo que le está pasando. El niño está tratando de indicar que algo no está funcionando bien y hay que ponerle solución. Y es que, ante este tipo de conflictos, el menor puede sentirse herido, ansioso y hasta puede preocuparse tanto que llegue a dudar de sí mismo o sus capacidades académicas, como apunta en un artículo reciente el Instituto de la Mente Infantil (Child Mind Institute).

Ten en cuenta su problema

🙍‍♂️ Niños con trastorno del aprendizaje o TDAH

Los alumnos con trastornos del aprendizaje como el TDAH (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad) suelen tener más dificultades para seguir el ritmo de las clases, entender y comprender como el resto de compañeros, por lo que necesitan más atención y supervisión por parte de los maestros y pasan menos desapercibidos. En muchos casos, además, necesitan medidas educativas especiales en el aula, lo que les hace sentirse diferentes. Todo ello “pueden interpretarlo como que están siendo evaluados continuamente, cuando en realidad, no es a ellos, sino a sus dificultades, para que puedan adaptarse y tener una evolución acorde a las demandas pedagógicas”, comenta la especialista.

En ocasiones, estos niños tienen menos desarrollado el área prefrontal del cerebro. ¿Y esto qué significa? Su activación cerebral es diferente y las funciones ejecutivas de las que se encarga esta área hacen que interpreten las situaciones de una manera más inmadura emocionalmente.

🙎‍♂️ Niño con ansiedad

Los niños con ansiedad pueden “presentar a nivel cognitivo y emocional distorsiones cognitivas que les hacen reinterpretar o sentirse valorados y evaluados por cada uno de sus comportamientos, con lo que pueden aparecer sesgos propiciados por su dificultad emocional”, recuerda Prado.

alumno colegio
Imagen: Mikhail Nilov

🤷 Niño con otro problema de aprendizaje

También puede suceder que el alumno no tenga diagnosticado un trastorno concreto, pero sí le cueste la materia que da el profesor en cuestión. ¿Qué ocurre? Puede pasar que el menor tenga lagunas en el aprendizaje anterior; el profesor le proponga unas demandas a las que el adolescente no es capaz de llegar; o que no entienda la asignatura en este curso y no se atreva a preguntar o contárselo a sus padres. Habrá que analizar qué pasa para poder remedio cuanto antes.

Pero, ante todo, hay que tener en cuenta que los docentes son humanos. Las dificultades que provocan todos estos problemas (no hacer las tareas, comportarse mal en clase o no prestar atención, por ejemplo) pueden llevar a comentarios por parte del profesor (como ¡Por favor, siéntate!” o “¿Quieres callarte?”) y hacer que la relación entre el alumno y el maestro sea tensa. Como reconocen los expertos estadounidenses en la publicación citada, esto no significa que el docente le odie, pero es posible que el niño interprete las reacciones a su comportamiento como que sí tiene ese sentimiento hacia su persona.

Habla en profundidad del problema

Tras escuchar el problema que el alumno tiene con su maestro y validar sus emociones, se debe buscar una solución. Pero antes, son importantes los siguientes puntos que indica Amaya Prado:

  • Explica a tu hijo por qué le pueden venir estos sentimientos negativos. “Muchas veces no es que el profesor le genere esta dificultad. En ocasiones, se identifican emociones de tristeza o ansiedad provocadas por el contexto familiar, porque algún compañero se haya marchado a otro colegio o porque el niño se haya cambiado de centro educativo y sea ‘el nuevo’. Y se pueden confundir con exigencias distintas a las que no se percibe competente para poder alcanzarlas”, afirma.
  • Hazle ver otros puntos de vista sobre lo que le puede estar pasando. Para explicar esta pauta, la psicóloga pone un ejemplo sobre qué decir al menor: “No te gusta estar delante al lado de la mesa del profesor, porque sientes que va a estar continuamente supervisándote el trabajo, pero vamos a buscar ventajas de estar delante”.
  • Ayúdale a que se enfoque en la tarea más que en el contexto, para que pueda tener un desarrollo más adecuado.
  • Coordinaos con el tutor para que pueda haber un trabajo conjunto donde se puedan reforzar los avances y el desarrollo de autonomía del niño.

Ayuda a tu hijo a hablar con el profesor

alumno adolescente madre
Imagen: Kindel Media

En ocasiones, dar con la solución al problema planteado es sencillo: bastará con preguntar a tu hijo qué ha pensado que se podría hacer para resolver su malestar. “A veces los niños dan soluciones muy adecuadas a sus propios problemas”, señala la psicóloga educativa.

Y si hay de fondo un problema de aprendizaje, es importante detectarlo, poner solución y así lograr que el niño vaya teniendo más confianza en sus capacidades. El papel del tutor, en este caso, es esencial.

Otras veces, el menor deberá acudir al centro y hablar con el profesor. Aquí es donde los padres deben ayudar a su hijo para que sepa poder explicar al docente sus dificultades, pero siempre fomentando su independencia y autonomía. La sobreprotección no lo hace. “Es importante que desde casa no se intente solucionar todos los problemas de los hijos, ni tampoco entender que el profesor puede tener una atención individualizada en cualquier momento que el niño le demande. En casa se le puede atender de manera más inmediata, pero en clase tiene que compartir la atención con otros compañeros”, detalla la experta.

Entonces ¿cómo ayudarle? Por un lado, el menor debe adoptar una actitud colaboradora para así poder encontrar entre ambos (maestro y alumno) la solución más acertada. “En ocasiones, les cuesta adaptarse a las demandas de clase y con un poco de ayuda entre ambos se consigue adaptar en poco tiempo”, asegura Prado.

Pero también necesitará de estrategias para resolver sus dificultades con el profesor y buscar momentos adecuados para poder hablar con el docente. Para ello, en casa se pueden hacer entrenamientos de cómo dirigirse al profe (qué y cómo decirle). Es la técnica del role playing. Algunas de las frases que el alumno puede utilizar con su profesor cuando surja un problema las y que aportan en el artículo citado son:

  • Dibujar me ayuda a mantener la concentración. Sé que no parece que esté prestando atención, pero lo estoy.
  • Siento haber hecho mucho ruido hoy en clase.
  • Sentí vergüenza cuando me regañó por mis deberes frente a todos mis compañeros, ¿podríamos hablar después de clase?

Cuándo intervenir de forma más activa

El seguimiento de los padres tiene que ser de colaboración con el centro educativo a fin de que pueda tener éxito. Y esto, en muchos casos, implica una tarea extra en casa de escucha, validación y trabajo de ciertas emociones como la frustración, impotencia o impaciencia.

Y sí, a veces se debe hablar con el tutor para plantearle lo que estamos percibiendo en nuestro hijo. “Puede parecer una excusa o una exageración, pero si se aborda de manera preventiva y precoz, no llegaríamos a que se desarrolle un problema mayor”, advierte Prado. Incluso, si es necesario, se puede recurrir al orientador del centro y consultar a un psicólogo educativo para que pueda valorar la situación de una manera más profesional y descartar un problema mayor.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube