¿Mi hijo tiene un problema con el juego?

Ansiedad, insomnio, pérdida de amigos, desaparición de dinero y bajo rendimiento escolar puede alertar de un problema de ludopatía
Por María Huidobro González 11 de junio de 2019
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Imagen: natureaddict

En España, la ley prohíbe apostar a menores de 18 años. Sin embargo, en los últimos tiempos no son pocas las voces que alertan de que nuestros adolescentes se saltan las trabas legales y mucho antes se inician en los juegos de azar y, sobre todo, en las apuestas deportivas. Incluso se dan casos con tan solo 12 años. Y es que lo tienen muy fácil. En las plataformas online solo se necesita una pantalla de ordenador o un móvil, una tarjeta de crédito y un DNI. Pero las consecuencias de esta ludopatía no son solo económicas. En este artículo abordamos el perfil de estos menores, cómo detectar en casa que un hijo puede estar sufriendo un problema de adicción al juego y los videojuegos y qué poder hacer.

El juego patológico (ludopatía) es entre dos y cuatro veces más frecuente en jóvenes de entre 12 y 17 años que en adultos, con un riesgo añadido en esos adolescentes del 10-14 % de desarrollar una adicción al juego en la vida adulta. El dato asusta. Se daba en 2017 en el marco del I Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y el V Congreso Internacional de la SEPD (Sociedad Española de Patología Dual).

La misma entidad alertaba a primeros de año en boca de su presidente, el doctor Néstor Szerman, de otra realidad: «Los jóvenes juegan más a apuestas deportivas y póquer online. Por lo tanto, la oferta de las nuevas modalidades de juego por internet se dirige especialmente al colectivo joven». Los adolescentes se han convertido en la nueva diana de las casas de apuestas, pues son un colectivo vulnerable cuyo «cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control», detallaba el especialista. Estos jóvenes tienen más riesgo de adicción a este tipo de juegos pues les atrae su estimulación visual, rápida e interactiva; la baja cuantía de las apuestas, incluso con premios de bienvenida para animarles a iniciarse, y, a la vez, la idea de ganar dinero fácil; la disponibilidad y accesibilidad 24 horas; y la privacidad (anonimato).

Inicio temprano en los juegos

Y no son pocos los que han flirteado con este tipo de juegos antes de la edad legal. En un estudio de 2013 de la Universitat de València, una quinta parte de los adolescentes confesaba haber realizado apuestas online antes de cumplir la mayoría de edad. Por su parte, en el ‘Estudio y análisis de los factores de riesgo del trastorno de juego en población clínica española 2017’, se subía el porcentaje hasta los 36 puntos, mientras que en el ‘Estudio sobre prevalencia, comportamiento y características de los usuarios de juegos de azar en España 2015’ se resaltaba que el 44,8 % de las personas con patología afirmaban haberlo hecho en juegos de azar.

¿Qué está pasando? Desde que la legalización en 2012 del juego online y el uso masivo de las nuevas tecnologías se ha producido un cambio en las adicciones al juego. Susana Jiménez-Murcia, coordinadora de la Unidad de Juego Patológico del Hospital de Bellvitge (Barcelona), reconoce que los pacientes que atienden son más jóvenes y no juegan a máquinas, sino a apuestas tanto de forma presencial como online. «Comienzan con las apuestas deportivas en los salones de juego con los amigos, pero en cuanto empiezan a jugar más y a perder el control sobre esta conducta y a querer recuperar el dinero perdido, ya lo hacen desde el móvil solos y de forma aislada», cuenta. Pero también tratan a chavales de 14-15 años con problemas de control con los videojuegos. Las chicas, sin embargo, presentan más adicción a las redes sociales.

Desde que los chicos empiezan a jugar hasta que comienzan a perder el control pasa un tiempo: en el caso de los más jovencitos de 1 a 3 años, y en más mayores, de 5 a 7 años. Sin embargo, los perfiles son diferentes. El de juego de apuestas presenta más niveles de impulsividad y búsqueda de sensaciones, del riesgo, la novedad… En el caso de los videojuegos, entre los factores de riesgo está la tendencia a la ansiedad, la preocupación, a las alteraciones del humor, problemas en habilidades sociales, de las relaciones interpersonales, baja autoestima, de comunicación con la familia… «Utilizan el videojuego para compensar problemas de regulación emocional, para evitar responsabilidades, porque no tienen buenas estrategias para afrontar las demandas de la vida. Se sienten más cómodos en el mundo virtual y su estrategia pasa por dedicar más horas al juego para aumentar de nivel, ser más reconocido por el resto de jugadores (juegos de rol, épicos, multijugador…). Un factor de riesgo clave es la inversión de tiempo», señala la experta.

¿Los videojuegos son la puerta a las apuestas? En general no, pero se están utilizando estrategias para acercarlos y que, a través de los videojuegos, empiecen a cogerle gusto a apostar. Jiménez-Murcia destaca dos: sorteos (como cajas o sobres sorpresa) para conseguir accesorios con los que mejorar el avatar en el juego, lo que sería una especie de juego de apuesta encubierto ya prohibido en Bélgica; y las apuestas en los eSports (videojuegos a nivel profesional).

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Imagen: lechenie-narkomanii

Señales que indican problemas con el juego y los videojuegos

La ‘Guía de buenas prácticas del uso de las Tecnologías de la Información y del juego online’ de la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) apunta como señales indicadoras de que puede haber problemas con el juego las siguientes:

  • Aumento del gasto de dinero de forma no justificada.
  • Desaparición de dinero o bienes. «Se pueden llegar a gastar la paga semanal o de regalos en poco tiempo o cuando cumplen los 18 sacan el dinero que tienen a su nombre en el banco y se lo fulminan. Incluso roban la tarjeta de los padres», comenta la experta para definir una conducta problemática.
  • Se intenta esconder y evitar cualquier tipo de control económico.
  • Aumentan las mentiras y engaños para enmascarar el tiempo que se pasa jugando.
  • Distanciamiento de amigos y abandono de actividades sociales.
  • Pueden aparecer síntomas de ansiedad, nerviosismo, insomnio, irritabilidad, cambios de humor…
  • La relación con los familiares puede deteriorarse.

En el caso de los videojuegos, la psicóloga comenta que más de dos horas diarias resulta perjudicial, como tampoco es conveniente que entre semana no haya casi juego de pantallas y el fin de semana se descontrole, llegando a jugar hasta 14 horas, «parecido al botellón», compara. ¿Qué más signos nos deben alertar?

  • Está tan inmerso en el juego que no responde a estímulos externos; no pierde de vista lo que pasa en la pantalla.
  • Tensión corporal y de excitación al jugar. Son frecuentes las discusiones y reacciones agresivas por el tiempo que dedican al videojuego y se ponen inquietos e intranquilos si se les limita el tiempo. «Los pediatras en sus revisiones rutinarias es esencial que exploren cómo se están utilizando las nuevas tecnologías y sobre todo en aquellos niños que tienen un riesgo añadido (TDAH, ansiedad, intranquilidad, cambio en humor, irritable)», apunta.
  • Alteraciones del sueño. La percepción alterada de tiempo y de no respetar los horarios sucede con frecuencia.
  • Pierden el interés por otras actividades lúdicas.
  • Dejan las amistades offline, sin embargo, tienen muchos amigos a través de las redes sociales y los videojuegos.
  • Gastan mucho dinero en accesorios para mejorar su perfil en el juego.
  • Baja el rendimiento escolar. «En clase también tienen que fijarse: si se duerme, no atiende, está desconectado de todo, fracasa… Los videojuegos pueden estar detrás», advierte Jiménez-Murcia.
  • Escapan de sus problemas a través de los videojuegos. «Cuando tienen más presiones y responsabilidades o temen al fracaso, se refugian en ellos. Los retos en el mundo real, como un examen, implican dedicarles tiempo, pero no es garantía de que vaya bien. En cambio, en el videojuego si dedicas mucho tiempo, lo más probable es que pases de nivel y juegues con gente más experimentada. Es tan fácil y las reglas tan claras…», comenta.
  • Lo que en un principio era pasión por el videojuego, por mejorar, «al cabo de un tiempo no es disfrute, ni motivación ni gratificación… sino obsesión, se ven obligados».

Qué hacer si noto que mi hijo tiene un problema

Los expertos insisten en la prevención y no esperar a la adolescencia para trabajar la confianza y la comunicación. Un uso saludable de las nuevas tecnologías desde pequeños, «entendiendo que es una actividad gratificante y estimulante y hasta beneficiosa», puntualiza la psicóloga, es esencial. Animarles con otras actividades lúdicas, y si es con videojuegos, intentar que sean para compartir y jugar en familia. Otra pauta es enseñarles a monitorizar el tiempo que pasan en Internet y con los videojuegos. «Es fundamental que sepan autogestionarse y autocontrolarse con nuestra ayuda y supervisión», añade Jiménez-Murcia.

En la guía citada abogan por intervenir temprano y hablar con ellos antes de que empiecen a sacar el tema de las apuestas. Cualquier noticia relacionada, un anuncio o un partido pueden servir para dar pie a la conversación. Somos sus modelos. Para ello, es importante informarse sobre los juegos y apuestas online y dar mensajes claros del tipo: el juego no soluciona los problemas, ni económicos ni de ninguna otra índole; en el juego se puede perder el control y llegar a desarrollar problemas serios (económicos, familiares, sociales, legales, escolares, laborales…); o el motivo de jugar debería ser divertirse puntualmente, pero nunca para ganar dinero o recuperarlo. «Sería adecuado que los padres estén atentos, supervisen las actividades que realizan en Internet sus hijos, así como los gastos e intercambios de dinero online», proponen en el documento de FEJAR.

¿Y si hay un problema? Ante cualquier duda, los padres deben informarse y preguntar en las unidades especiales o en asociaciones de adicciones comportamentales para tener una orientación. Y es que, en juegos de apuesta, el tratamiento es la abstinencia definitiva, pero no en videojuegos y nuevas tecnologías, donde lo que se recomienda es aprender a hacer un buen uso y reducir el número de horas ante las pantallas. «Es importante hablar con ellos y llegar acuerdos. Imponiendo y soltando grandes discursos no conseguiremos nada», reconoce la especialista del hospital barcelonés. «Llevarte el router al trabajo o quitarle Internet no ayuda. Es preferible ir disminuyendo el tiempo progresivamente, que aprenda a monitorizarse, juegue tras las tareas escolares, haga otras actividades de ocio…, porque si no, podemos generar reacciones como que mientan o crisis de agitación por el síndrome de abstinencia», explica. También la negociación, sin entrar en confrontación, será la clave a la hora de transmitir al menor la necesidad de acudir a un centro especialista.

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