Niños ruidosos: qué hacer para que no molesten y que sea sin tecnología

Llevar juguetes silenciosos y snacks saludables para entretenerles, además de incluirles en las conversaciones, hará que la comida o el viaje con los hijos sea más agradable para todos
Por María Huidobro González 20 de mayo de 2018

Restaurantes, hoteles, aviones, museos, iglesias… Para muchas familias, sitios como estos son inaccesibles. Y no por las barreras arquitectónicas que presentan, sino porque sus hijos son ruidosos y molestan en exceso al resto de comensales, viajeros, turistas o feligreses. Para tenerles entretenidos, y que no armen jaleo, hay quien opta por dejarles el móvil o la tableta para que jueguen o vean vídeos. Pero existen otras formas de conseguir que hagan el menos ruido posible, sin tener que recurrir a la tecnología. En este artículo se dan algunas ideas.

Img ninos ruidososImagen: DesignPicsInc

En los últimos meses se han hecho virales dos momentos que reflejan un auge de la «niñofobia», una tendencia que se caracteriza por no tolerar los comportamientos ruidosos que los más pequeños producen en espacios cerrados al saltar, llorar, cantar, correr entre la gente, entrar, salir… es decir, por comportarse como lo que son: niños.

En marzo, un bar de Salamanca colgó en la puerta una normativa polémica. En ella resaltaba que «si el menor llora, grita o hace ruidos molestos para el resto, los padres deberán sacarlo hasta que deje de hacerlo». Además, indicaba que los niños deben permanecer «en todo momento con sus padres, sin separarse de ellos» y prohibía que entraran con juguetes, a excepción de «móviles y consolas», cambiarlos en el «local fuera del aseo» o «jugar» en el establecimiento. Ante las críticas que recibió, sus responsables decidieron retirar el cartel. Y en abril, Lorenza, una niña de apenas un año, regalaba una bolsa con dulces y tapones para los oídos a todos los viajeros del vuelo en el que iba con sus padres, por si «daba un concierto», tal y como recogía una de las pasajeras en su cuenta de Facebook.

El fenómeno de la «niñofobia» -que incluso ya tiene en su contra a miles de personas bajo la etiqueta #StopNiñofobia– se hace patente con restaurantes donde no se permite la entrada de menores, ni siquiera acompañados de sus padres, hoteles solo para adultos, aerolíneas con zonas child free (libre de niños), cruceros sin niños o trenes con coches en silencio, donde no pueden ir menores de 14 años, entre otros viajeros.

Ante este panorama, se puede ir de vacaciones solo a hoteles amigos de los niños o acudir únicamente a establecimientos hosteleros con menús infantiles. Pero no hay por qué renunciar a una comida en un restaurante cualquiera o a viajar en avión cuando se va con los hijos. Estas son las claves.

1. Enseñar conductas y comportamientos respetuosos con los demás

Educar a los hijos en valores les ayudará a saber convivir y comportarse en lugares a los que no están familiarizados. Respeto, amabilidad y comprensión hacia los demás son tres de los valores que más les servirán para saber cómo actuar en estos ambientes.

2. Hablar antes con los niños

No se puede improvisar. Antes de salir de casa hay que hablar a los niños del lugar dónde se irá y ponerles normas que entiendan y puedan cumplir: estar sentados mientras dura la comida, no gritar, moverse sin correr, etc. También habrá que explicar las consecuencias en positivo, como aconsejan los especialistas, y pactar qué «premio» lograrán para motivarles: ir al parque, disfrutar con un helado de postre o elegir el camino de vuelta, por ejemplo.

3. Elegir bien el lugar y la hora

Si son un poco mayores, es conveniente hacerles partícipes de la salida. Pedirles opinión acerca del establecimiento hostelero al que se acudirá y de lo que tomarán en él contribuirá a que su comportamiento sea adecuado.

Lo recomendable es que sea un lugar amplio, y si tiene terraza o algún espacio acondicionado para los pequeños, mejor. Que sirvan a los niños primero es importante. Y en cuanto al horario, lo idóneo es que se desarrolle al mediodía, ni muy pronto ni muy tarde, a fin de que el hambre o el sueño no hagan estragos. Y es que el cansancio al final del día podría torpedear una cena con facilidad. En un avión o tren, en cambio, hacer el viaje de noche puede ser una solución.

4. Sentarse en un sitio entretenido

Cerca de la ventana y en una esquina puede ser el sitio más apropiado para que la comida resulte lo más tranquila posible. A los más pequeños, en una trona o un asiento elevador se les tendrá más controlados. En los medios de transporte, por su parte, es aconsejable hacerlo en un lugar próximo al baño o la ventanilla.

5. Llevar juguetes silenciosos

Para los momentos de espera previos, o si los niños terminan rápido, hay que tener preparada una artillería de juegos. Plastilina, su juguete favorito sin sonido, unos dibujos para pintar, una revista para llenar de pegatinas, pequeños cómics o cuentos de bolsillo e incluso un cubo rompecabezas pueden entretenerles unos cuantos minutos. El ahorcado o el tres en raya son otros juegos con los que los más mayores pueden pasar un buen rato.

6. Proveerse de snacks saludables

Por si tardan en servir la comida, lo aconsejable es llevar algo de comida que les abra el apetito. Snacks saludables como una fruta, un yogur o un trozo de pan les mantendrá ocupados un ratito. Y si se cree que los alimentos que les traerán en el avión no les gustarán, hay que idear un plan b: llevarles comidos y que lo que ahí tomen sea adicional.

7. Distraerles antes de que empiece el viaje o la comida

Ver a través de la ventana cómo despegan otros aviones, salen otros trenes o cómo se cargan las maletas seguro que les distraerá antes de emprender el viaje. En un restaurante se puede aprovechar para ir al baño, hablar de la decoración del lugar y de su menú, explicarles que no son para jugar y demostrar los conocimientos culinarios.

8. Qué hacer durante la comida o el viaje

En los viajes, los juegos y las lecturas amenas, dormir un rato, comer, mirar por la ventana… les mantendrá entretenidos. Pero conversar con ellos seguro que es lo que más les gustará, y en un restaurante, lo que más valorarán. Se puede hablar de la comida, de lo que se hará más tarde, de la película que vieron el otro día, de las próximas vacaciones… de cualquier tema con el que noten que su opinión cuenta.

9. Afrontar la temida rabieta

Puede ocurrir. Ante una rabieta, como recuerda el pedagogo Jesús Jarque en su libro ‘Rabietas, pataletas y malos modales’, de la colección ‘Escuela de Padres‘, lo conveniente es emplear la técnica «tiempo fuera» (apartarlo por un tiempo en un lugar aburrido pero seguro) y cumplir con lo acordado al principio.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube