¿Son los videojuegos de tu hijo adecuados para su edad?

La violencia y las estrategias para monetizar los juegos online pueden provocar una dependencia excesiva y transmitir valores inadecuados para su edad
Por Nacho Meneses 30 de septiembre de 2019
Fortnite videojuegos
Imagen: Pixabay

Es gratuito, pero genera 3.000 millones de dólares en beneficios, y en solo dos años ha atraído la pasión y el fervor de 2.000 millones de usuarios repartidos por todo el mundo. Hablamos, claro, del videojuego online Fortnite, todo un fenómeno social en el que 100 jugadores pertrechados con los más variopintos accesorios combaten en cada partida hasta que solo queda un superviviente. Entre esos jugadores, hay muchos menores. Incluso niños que aún no tienen la edad mínima para la que está recomendado: 12 años. En las siguientes líneas profundizamos en este videojuego y analizamos cómo la violencia y las estrategias para monetizar los juegos online pueden provocar una dependencia excesiva en los niños.

Aunque el del Fortnite no sea el único caso (también hay otros como Battle Royale o PUBG Mobile, por ejemplo), sí que es el más representativo. La estética del juego, con personajes caricaturizados y pintorescos, hace que la violencia no sea realista y que esté recomendado en Europa para mayores de 12 años, según el código PEGI. “En esencia, no deja de ser como los juegos de toda la vida, pero en formato digital. Estar escondido y que no te vayan a atrapar, ‘matar’ al contrario y ser el último en aguantar. El Fortnite es el recreo digital de estos niños”, argumenta Joan Arnedo, profesor de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

El problema surge cuando un estudio reciente revela que el 60 % de los niños de entre 8 y 11 años en España también lo juegan. La encuesta, realizada a 561 menores en ese rango de edades, concluye además que tres de cada cuatro niños y niñas lo usan solo el fin de semana y que, cuando lo hacen, un 57,8 % se conecta durante una hora, mientras que el 42,2 % se engancha durante dos o más. Y aunque está claro que no se puede hablar de adicción, se presentan otros problemas.

¿Es un problema que niños más pequeños utilicen este tipo de juegos? Si se pone 12 años es “porque hasta esa edad la moral no está plenamente desarrollada; la estética del juego puede que esté concebida para niños pequeños, pero el contenido no… Cuanto más pequeños, más sensibles son, y hay que tener un cuidado especial en que nada interfiera con el correcto desarrollo de la moral”, explica Silvia Álava, psicóloga infantil. Arnedo, coautor del estudio, señala que la violencia “está presente de forma azucarada y, en cierta forma, la trivializa, pero es muy relativo. Hay muchos dibujos animados donde los personajes se dan porrazos y no pasa nada”.

¿Son los videojuegos perjudiciales?

Aunque no pueda decirse que haya una relación de causalidad entre este tipo de videojuegos y conductas violentas en la vida real, “lo que sí hay que plantearse es el tipo de valores que quieres fomentar en tu hijo. Somos demasiado benevolentes con el tema de los videojuegos… Hay niños de 8 a 11 años jugando al Fortnite y también niños de 12 jugando a juegos de 18”, añade Álava. Dependiendo de sus características, el código PEGI incluye diferentes clasificaciones para los videojuegos, que van desde los 3 a los 18 años.

Más que por jugar a videojuegos, el problema se presenta en el caso de que el menor, por hacerlo, deje de llevar un estilo de vida saludable y de atender otras actividades necesarias como los estudios, la lectura, las actividades al aire libre o la vida familiar. Aunque si el menor abusa del juego, este puede llegar a afectar al correcto desarrollo de la atención: “El esfuerzo de atención sostenida no lo tiene que hacer el niño, sino que lo hace el juego, porque cambia rápidamente de estímulos visuales y auditivos”, afirma Álava. “Te lo guía todo el juego… Por eso ocurre que los niños se aburren tan rápido en la vida real. Si en los videojuegos te lo dan todo hecho, en la vida real lo tienes que hacer tú. Hay que alternar los dos tipos de juegos”.

Gratis, hasta cierto punto

Videojuegos online

Imagen: ExplorerBob

En el estudio mencionado, el miedo a sentirse desplazado era un motivador importante a la hora de jugar: si todo el mundo lo hace, ¿me voy yo a quedar fuera? Hoy en día, el videojuego se ha convertido en una herramienta básica de socialización, y muchas veces incluyen chats de voz para quedar con los amigos del colegio y conversar con los nuevos contactos que se hacen dentro del juego.

Jugar en el móvil o en la tableta no cuesta nada, pero la incitación a consumir dentro del juego es constante. “Antes, si ibas a la escuela con unas deportivas caras, destacabas y atraías la atención de los demás”, cuenta Arnedo. “Ahora es lo mismo: tanto en Fortnite como en otros juegos multijugador, puedes adquirir movimientos de baile, pases de temporada, skins, disfraces y otros elementos para personalizar a tu personaje”, que pueden convertir lo gratuito en muy caro.

Por otro lado, el negocio de muchos de estos juegos no pasa tanto porque haya un gran número de personas gastándose un poco de dinero, sino porque hay un sector más minoritario que tiene menos autocontrol y que se gasta allí todo su dinero: lo que en este entorno se conoce como “ballenas”.

Comprar accesorios puede ser tan simple como acceder a la tienda del juego y adquirir lo que quieres, pero a veces hay ciertos objetos que solo pueden obtenerse por medio de juegos de azar (para los que hay que pagar). “Si quieres obtener premios que te hacen más competitivo, tienes que gastar dinero dentro del juego… Y luego, claro, la posibilidad de que te toque algo que te interesa de verdad es del 1 %. Es como una tómbola”, señala Arnedo. La labor de los padres es ahí especialmente relevante, ya que el niño, por sí solo, no puede comprar nada.

El verdadero peligro puede que no venga de la violencia, sino de un elemento de presión social que lleva a “glorificar las cuestiones de estatus a través de las compras de skins y accesorios, y por el hecho de que tengas que pagar para obtener aquellos que te hagan destacar dentro del grupo social al que pertenece el menor”, añade Arnedo. Algo que puede hasta llegar a ocasionar problemas de autoestima. Y como hay cosas que solo puedes conseguir aleatoriamente, se empuja al usuario a estar más horas jugando y a gastar más dinero. A fin de cuentas, como apunta Álava, “el juego está hecho para que el niño se enganche”.

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