El acanto, la planta de los escultores

La facilidad con la que se adapta la convierte en una elección segura
Por EROSKI Consumer 9 de diciembre de 2003

La relación entre la jardinería y la escultura se muestra, sobre todo, en determinados momentos y tendencias artísticas en los que la ornamentación con motivos vegetales de columnas, frisos y otros elementos arquitectónicos era destacada. Entre los ejemplares y hojas más representados está el acanto, acanthus, una planta perteneciente a la familia de las acantáceas, cuyo origen se determina en el África occidental y Asia Menor.

El acanto tiene la apariencia de una frondosa mata, por lo que se adivina un rico follaje, que puede superar el metro de altura. Esta planta herbácea, de raíces perennes, florece en los meses de verano, tiempo en el que muestra sus flores reunidas en altas espigas que van del blanco al púrpura, pasando por diferentes tonos de rosas. Sus hojas, tan representadas en los capiteles de las columnas de claustros y otras obras escultóricas, son muy grandes, pudiendo incluso alcanzar los 60 centímetros de longitud, además de espinosas. El color verde intenso y luminoso de sus hojas convierten al acanto en un indudable atractivo para los jardineros que buscan la predominancia de este color.

La facilidad con la que se adapta a todos los suelos, aunque sean pobres, la convierte en una segura elección, pero sin duda agradecerá ser abonada en mayo y a últimos de septiembre. De todas formas, sepa que el acanto se desarrolla mejor en una zona húmeda y exige por ello un terreno muy permeable donde el agua no permanezca estancada.

Las necesidades de una alta humedad también se precisan para que el follaje conserve su frescura, por lo que el acanto es conveniente regarle cada día, si se cultiva en maceta, y al menos dos veces a la semana, si el cultivo se hace en plena tierra. La cantidad de agua que es recomendable aportar en cada riego también deberá de ser importante calculando que si se tiene una mata grande, será aconsejable añadir unos tres litros.

Si se encuentra en una zona de inviernos duros es conveniente cubrir las matas de acanto durante estos meses para evitar que se dañen las raíces y habitualmente también es recomendable ubicar la planta en lugares que estén en sombra, aunque también se adapte bien al sol.

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