La hamaca es un cómodo elemento de descanso, muy utilizado en las regiones tropicales, aunque con un uso muy limitado en nuestro país. Pese a ser una opción poco común, sus ventajas son numerosas: su instalación es sencilla y, a su vez, también es fácil de retirar, se puede utilizar tanto en exterior como en interior y se puede graduar la altura necesaria, por lo que la pueden disfrutar mayores y pequeños. Además, hay hamacas para todos los presupuestos y su mantenimiento es muy sencillo.
Tipos de hamacas
A grandes rasgos, las hamacas se dividen en dos grupos: las hamacas que disponen de barras de madera transversales en los extremos y las que carecen de ellas. Estas últimas son las hamacas clásicas. Aunque pueda parecer lo contrario, las hamacas sin barras son más cómodas, estables y seguras, ya que la trama del tejido se amolda mejor al cuerpo. Además, ocupan menos espacio que los modelos con palos en su armazón.
Respecto a los materiales, en general, las hamacas se confeccionan con fibras naturales, algodón o una mezcla de este tejido y poliéster. Estas últimas están indicadas para su uso en exterior, por su gran resistencia a los agentes externos. Una tercera opción son las hamacas de viaje, para cuya confección se utiliza seda de paracaídas, un tipo de nailon muy suave, resistente y ligero, que ocupa muy poco espacio.
Cómo colgar una hamaca
Colgar una hamaca es una tarea sencilla, solo se necesitan dos puntos de sujeción, que pueden ser dos árboles o las paredes de una habitación. Si la hamaca es clásica y no dispone de palo o varilla, la distancia entre ambos puntos debe ser de unos 3 metros o, al menos, superar el 90% de la longitud de la hamaca para que quede suelta y combada. Por lo que respecta a la altura de fijación, debe ser alrededor de un 50% mayor que la longitud de la hamaca. Otra opción es colgarla a la altura de la cabeza. Cuando no se dispone de espacio suficiente, se pueden poner las terminales de la hamaca en el techo. También se puede tensar la hamaca, pero esta alternativa restará confort a la misma. En todo caso, una vez tumbados o sentados en la hamaca, la distancia entre el punto más bajo de la misma y el suelo no debe ser inferior a 20 centímetros ni superar los 50.
Cuando no se dispone de espacio suficiente, se pueden poner las terminales de la hamaca en el techo
En el caso de las hamacas con palo, la distancia entre los puntos de sujeción debe ser al menos el doble que la longitud de este elemento de descanso. Para acertar con la altura de fijación, esta debe ser un 30% mayor que la longitud de la hamaca. Al igual que en el caso de las hamacas clásicas, una vez tumbados, la distancia entre el punto más bajo de la hamaca y el suelo debe estar entre 20 y 50 centímetros.
Para fijar las hamacas entre dos árboles se emplean cuerdas, mientras que si se colocan en la pared o colgadas del techo la mejor opción es utilizar ganchos. Si entre los dos puntos de sujeción hay demasiada distancia, se puede alargar la hamaca mediante el uso de cuerdas o cadenas.
Antes de instalar la hamaca, es imprescindible comprobar la estabilidad de todos los elementos implicados en su sujeción: árboles, paredes o techo.
Cuando una persona utiliza por primera vez una hamaca, tiende a tumbarse a lo largo de la misma y consigue que su cuerpo se hunda en la misma. Para estar cómodo y mantener la espalda recta y sin riesgo de caída, la mejor opción es tumbarse de forma diagonal o transversal.
Hay hamacas individuales, dobles y tamaño XXL. También se fabrican hamacas especiales para niños y bebés. Sea cual sea el modelo, material y tamaño elegidos, lo más importante es que la hamaca se adapte al peso y estatura de la persona o personas que la vayan a utilizar.
Si la hamaca se va a colocar en el exterior, hay que elegir materiales que soporten bien la acción del sol, del viento o de la lluvia.