La orquídea, la flor de la Semana Santa

La orquídea, una familia botánica con miles de especies que representa distinción y elegancia, también es un símbolo de estas fechas
Por EROSKI Consumer 4 de mayo de 2004
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Imagen: Claudia Meyer

La orquídea es, junto con el clavel, una de las flores más representativas de la Semana Santa, debido a que su florecimiento coincide en el tiempo con esta celebración religiosa. En algunos países, incluso algunas especies son llamadas semana santa. Este artículo describe la tradición que vincula la orquídea con la Semana Santa, las variedades casi infinitas de esta planta y su lugar en la historia.

La orquídea y la Semana Santa

La Semana Santa tiene varias flores que forman parte de su tradición y sus costumbres. Quizá la más representativa sea el clavel, pero también hay otras que tienen presencia en estas fechas. Una de las principales es la orquídea, una planta que es sinónimo de elegancia y distinción, y también de variedad, ya que es una familia dentro de la cual se cuentan más de 700 géneros y 25.000 especies.

La orquídea necesita un sitio con buena luz natural, pero sin la incidencia directa del sol ni de corrientes de aire

Muchas de las más conocidas de estas especies salen en el comienzo de la primavera del periodo de dormancia (la fase invernal durante la cual se suspenden el crecimiento y desarrollo de la actividad física). Y como la Semana Santa coincide por lo general con estas fechas, muchas culturas consideraron que ambos hechos están relacionados. Incluso hay lugares, como Panamá, donde algunas especies son conocidas con ese nombre: semana santa.

Su presencia en las procesiones y demás tradiciones religiosas propias de esta época es menor que en el caso de otras flores, debido a que las orquídeas son más delicadas y requieren de más cuidados. Pero esto forma parte del toque de distinción que originan.

Orquídeas, variedad casi infinita

La cantidad de especies de orquídeas -que sobrepasa las 60.000, si se tienen en cuenta los híbridos realizados por los horticultores- hace que también su diversidad sea inmensa. Existen ejemplares cuyo tamaño no excede unos pocos milímetros y otros que pueden medir más de 10 metros y pesar cientos de kilos.

Esa variedad también le ha permitido adaptarse a casi todo tipo de climas. Tiempo no les ha faltado: se estima que el origen de esta familia data de hace más de 65 millones de años. Por eso, si bien en general es una planta delicada, existe un tipo de orquídea para cada casa y para cada hábitat.

De las especies más comunes en España, conviene saber que necesitan temperaturas más bien agradables (no menos de 12 ni más de 30 ºC) y que precisan hallarse en sitios con buena luz, aunque sin recibir la incidencia directa del sol ni tampoco de corrientes de aire.

Las orquídeas son originarias de zonas tropicales y existen países de esas regiones que cuentan con numerosas especies. De hecho, algunos del área del Caribe, como Colombia, Venezuela, Honduras, Costa Rica, Guatemala y Belice, tienen como flor nacional alguna especie de la familia de las orquidáceas.

La orquídea en la historia

Además de su relación con la Semana Santa, a la orquídea se le han atribuido diferentes simbolismos y propiedades a lo largo de los siglos.

Es curiosa la historia de su nombre. Se deriva del vocablo griego orchis, que significa “testículo”, debido a que los tubérculos de una de las especies del género se forman por pares y adquieren una figura que se parece a los genitales masculinos. El “bautizo” lo realizó el filósofo Teofrasto, que vivió entre finales del siglo IV y principios del III antes de Cristo, en su libro ‘De causis plantarum‘ (Sobre las causas de las plantas).

Distintos tipos de orquídeas fueron valoradas y utilizadas, además de por los griegos, por chinos, aztecas y muchas otras culturas de la antigüedad. En Europa hubo un furor por el cultivo de orquídeas entre los siglos XVIII y XIX, durante los cuales la posesión de orquidarios se veía como una señal de estatus y hasta se celebraban fiestas cuando uno de los ejemplares florecía.

En el siglo XX, la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1929 acabaron con esas costumbres de la alta sociedad. La orquídea no perdió su carácter elegante, pero desde entonces su cultivo pasó a realizarse a escala comercial. Y como siempre, su florecimiento, con la llegada de la primavera y la Semana Santa, se sigue celebrando.

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