Las gafas son un instrumento tan delicado como importante para la persona que lo usa, en particular si son graduadas, ya que a veces son imprescindibles para andar por la calle o conducir. Por eso, resulta útil conocer algunos recursos para solucionar pequeños inconvenientes antes de acudir a un profesional. Este artículo describe los riesgos de las gafas debido a su carácter delicado y brinda consejos para solucionar pequeños desperfectos y también otras recomendaciones para su cuidado.
Las gafas, objetos delicados
Las gafas son instrumentos delicados. Una caída o apoyar por accidente o descuido algo pesado encima de ellas puede representar daños que deba reparar un especialista (y ese arreglo cuesta en ocasiones bastante dinero). Conviene tener cuidado al tratarlas, no solo por motivos económicos, sino también porque una rotura puede impedir su uso, y esto -en particular para las graduadas, pero también las de sol– podría tener graves consecuencias para su dueño.
Sin embargo, en ocasiones las gafas pueden sufrir desperfectos pequeños, que no requieren el trabajo de un profesional. En general, estas averías tienen lugar en las bisagras, que a menudo se aflojan, se endurecen o pierden un tornillo.
Para solucionar estos problemas, es preciso contar con un destornillador de relojero y, si se ha extraviado algún tornillo, con repuestos del mismo tamaño. Estas piezas se incluyen en los llamados kits de reparación de gafas, unas cajas con uno de estos pequeños destornilladores, tornillos y otros adminículos útiles. Son muy baratos (desde 3 euros) y permiten estar preparado ante estos desperfectos, especialmente molestos para personas que necesitan las gafas para andar por la calle, conducir, etc.
Consejos para solucionar pequeños desperfectos
Si las bisagras de las gafas se han aflojado, será necesario ajustarlas, siempre con mucho cuidado de no ejercer una presión excesiva sobre la rosca. Si se aprieta demasiado, es posible que luego cueste abrir y cerrar las patillas y haya que forzarlas, lo cual puede perjudicar a toda la estructura. Incluso si la presión al ajustar es demasiado fuerte, existe el riesgo de romper la rosca y hacer que quede inservible. Son piezas muy pequeñas y delicadas, por lo que hay que tratarlas con cuidado.
Los kits de reparación de gafas brindan una solución provisoria para pequeños desperfectos, al menos hasta poder acudir a un profesional
Cuando sucede lo contrario, es decir, cuando cuesta más de lo normal abrir y cerrar las patillas (sin que se las hubiera ajustado), lo más probable es que óxido o suciedad estén dificultando su funcionamiento. En este caso, lo conveniente será desmontar las gafas para limpiar las distintas partes de la bisagra y luego volver a montarlas. Hace falta secar muy bien cada pieza, sobre todo si son metálicas y pueden oxidarse.
Otro sitio muy sensible a la acumulación de polvo son las junturas del puente (la parte central del armazón, que une los dos cristales), sobre todo en la unión de las piezas de plástico o silicona que se apoyan sobre la nariz con el resto del marco. Con el paso del tiempo, las partículas de suciedad que quedan adheridas allí se hacen visibles y no solo afean el aspecto general de las gafas, sino que además podrían ocasionar algún problema en la salud de los ojos de quien las use.
Si un tornillo se ha perdido, es importante sustituirlo por otro igual o muy parecido. Si se colocara uno con medidas de rosca diferentes, podría dañar la original y hasta estropear el marco entero. Los tornillos incluidos en los kits de reparación de gafas valen al menos para resolver el problema de manera temporal, hasta poder acudir a un profesional.
Otros problemas son mucho más difíciles de resolver y exigen el trabajo de un experto para reparar o cambiar las partes afectadas. Por eso, conviene tener siempre mucho cuidado al manipular las gafas. A continuación, se dan algunos consejos para cuidarlas.
Usar estuches rígidos para guardar y transportar las gafas. Corroborar, además, si en la parte interior tienen una parte lo bastante suave para evitar que se produzcan rayaduras cuando permanecen allí. Si no lo es, se recomienda colocar un paño de microfibra como si fuera un forro interior para que proteja los cristales.
Nunca dejar las gafas apoyadas sobre sus cristales. Si se ponen así, se ensucian más y aumenta el riesgo de que se rayen.
Meter siempre las gafas protegidas dentro de su estuche. Si quedan fuera, podrían caerse al suelo o romperse si se apoya o cae algo pesado encima por accidente. Y eso puede pasar aunque el sitio en principio parezca muy seguro, debido a que otras personas no saben que las gafas están allí o el propio dueño puede olvidarlo después.