Las fotografías y los negativos están fabricados de tal manera que se corre el peligro de que, si están amontonadas, se peguen unas con otras. Es una desagradable sorpresa ver cómo los recuerdos fotográficos se resquebrajan cuando se intenta separarlos.
Es lógico pensar que la mejor opción se centra en no separarlas por la fuerza, ya que se corre el peligro de deteriorarlas para siempre. Un truco efectivo consiste en la aplicación de vapor sobre las dos fotografías. En este sentido, es recomendable tener paciencia si se utiliza esta técnica y hay que descartar por completo la idea de remojarlas.
Si son los negativos los que han resultado pegados, la fórmula más indicada radica en sumergirlos en agua tibia y se podrá comprobar cómo se separan rápidamente. Si, además, no se quiere que queden regueros de agua o manchas es aconsejable que se aplique una gota de humectador en agua. Por último, si se desea que queden lisos, una buena idea consiste en introducirlos dentro de las páginas de un libro.
