Si su vivienda es antigua y la barandilla que facilita el acceso a los diferentes pisos es de madera es posible que su estabilidad se vea comprometida, debido a que la madera es una material vivo que se dilata, contrae y deteriora con el paso del tiempo. Este proceso se produce de forma similar al que puede suceder a las vigas de la vivienda, ya que las barandillas tienen que soportar nuestro peso cuando nos asimos a ellas para subir a casa.
Si las barandillas son viejas, presentan rajas, sus nudos se han caído o se mueven en exceso, tal vez no resulte conveniente, ni económicamente rentable, cambiar las partes de madera por unas nuevas.
Una sencilla solución estribaría en colocar una nueva barandilla al otro lado de la escalera, que facilite la movilidad de las personas que lo necesiten, mientras se decide la sustitución del antiguo barandado, que conservará sobre todo una utilidad decorativa, debido a su antigüedad, además de evitar que cualquier persona pueda caerse por el hueco de la escalera.