La plata, otro refugio ante la crisis

La compraventa particular de este metal se dispara como inversión, como método de ahorro y para obtener liquidez
Por Laura Caorsi 23 de diciembre de 2010
Img lingote plata
Imagen: GoldMoneyNews

Se paga cien veces menos que el oro porque es un metal más común. La abundancia y la diversidad de usos (desde la inversión en Bolsa al empleo como materia prima en la industria) inciden en su precio, que varía con mayor facilidad. Sin embargo, la plata es, como el oro, mucho más estable que el dinero, las acciones y los bonos. Es uno de los pocos bienes que mantiene su nivel de demanda cuando sobreviene una recesión. De ahí que, en época de crisis, se considere un “activo refugio”. La situación económica actual supone el mejor ejemplo de ello, ya que la incertidumbre de los mercados financieros tras la crisis en Europa y la posibilidad de una nueva devaluación del dólar han empujado a los inversores a proteger su capital con la adquisición de metales preciosos. Además, la compraventa particular de este metal se dispara como inversión, como método de ahorro y para obtener liquidez.

Máximos históricos

El valor de la plata sigue una carrera alcista desde octubre de 2008. En poco más de dos años, su precio se ha triplicado. Ha subido un 60% en 2010 y, a comienzos de diciembre, arañó su máximo histórico: 30 dólares por onza (casi 1 euro por gramo), una cotización que no se había registrado desde los años ochenta y que, en opinión de los expertos, podría aumentar mucho más. Pero el precio no es lo único que se ha disparado, también lo ha hecho la demanda.

Además de los grandes inversores, infinidad de particulares han empezado a mostrar interés por la plata como método de ahorro, de capitalización e inversión. Más asequible y más fácil de vender que otros metales, el denominado «oro de los pobres» brilla en tiempos de inestabilidad económica.

A comienzos de diciembre llegó a los 30 dólares por onza, una cotización que no se registraba desde los años ochenta

Comprar piezas de plata

Al margen del coleccionismo, los anticuarios y la numismática, la adquisición de piezas de plata se hace con dos fines concretos: para invertir capital y para ahorrar dinero.

  • Inversión. Es un modelo que exige tiempo, paciencia y atención, además de conocimientos bursátiles básicos. La idea es comprar cuando el precio está bajo (o cuando aún no ha alcanzado su máximo), hacer un seguimiento de la cotización (para saber cómo evoluciona) y vender cuando llega a su punto álgido. La diferencia en los precios de compraventa determinará las ganancias finales.

  • Ahorro. Éste es el principal objetivo de los compradores particulares que, por encima de ganar dinero, no quieren perderlo. Cuando aumenta la emisión de papel moneda y el sistema financiero tiende a la volatilidad (como ocurre ahora), el dinero se devalúa. Los metales preciosos actúan como refugio ante esa depreciación porque su valor se mantiene. Comprar plata, en este caso, en un método de mantener el poder adquisitivo.

No todas las piezas son válidas para estos fines. Cuando la meta es ahorrar y saber con claridad qué se tiene, rigen ciertas normas, sobre todo en lo que respecta a las unidades y las medidas. No es recomendable comprar joyería o vajilla de plata, ya que al valor intrínseco del metal se podría sumar el valor artesanal o histórico de las piezas y esto añadiría un factor subjetivo a la tasación. Por ello, para compras de inversión y ahorro, los objetos estándar son dos:

  • Lingotes. Están fabricados con plata 999 (también llamada «pura» o «fina»), llevan sello de calidad y autenticidad, y se comercializan en tres tamaños principales:

    • De una onza (31,1 gramos), cuyo valor de compra ronda 32 euros.

    • De 100 gramos, que se puede comprar por unos 105 euros.

    • De 1.000 g (1 kilo), cuyo precio se sitúa en 820 euros.

  • Monedas. La diversidad aquí es mayor, ya que algunas valen más por su singularidad o su historia que por estar elaboradas en plata. No obstante, las puestas a la venta con fines de inversión y ahorro también se fabrican con plata 999 y tienen una medida y un precio estándar: una onza, 32 euros. En general, son conmemorativas y muy apreciadas por los coleccionistas. Entre las más conocidas figuran las monedas que exhiben la Hoja de Arce (de Canadá), la Filarmónica de Viena (de Austria), el Panda (de China) y el Kookaburra (un cohete sonda australiano).

Vender piezas de plata

Se vende para obtener liquidez, ya que la venta tiene la finalidad de convertir los objetos en dinero. En este aspecto hay mayor laxitud que en la compra. Un particular puede vender, entre otros:

  • Cubiertos de plata a un anticuario.

  • Monedas a un coleccionista.

  • Lingotes a un especialista en inversión.

  • Alhajas y joyas en una casa de empeño.

En general, las mismas firmas que venden monedas y lingotes también se dedican a comprarlos. Pero lo novedoso es que, de un tiempo a esta parte, las tiendas que antes solo compraban oro suelto (ya fuera en joyas, piezas de relojería o, incluso, piezas dentales) han ampliado su negocio con la compra de objetos de plata. Numerosas tiendas de las principales ciudades españolas exhiben la cotización de este metal y anuncian su interés por adquirirlo en todas sus modalidades: joyas usadas o rotas, piezas desparejadas y sueltas, lingotes y monedas. ¿El precio medio? 0,25 euros por cada gramo. ¿La calidad mínima? Plata 900, aunque algunos locales admiten lotes de menor pureza.

Al vender la plata suelta en cualquier tienda, el particular cobra un 75% menos del coste del material

Como en toda transacción comercial y de inversión, hay un desfase entre el precio de compra y el de venta. Si una tienda paga a un particular 0,25 euros por gramo y un particular paga 32 euros por onza (algo más de un euro por gramo), la relación es clara: al vender la plata suelta en cualquier tienda, el particular cobra un 75% menos de lo que vale el material. En principio, este porcentaje sería el margen de beneficio de la tienda, aunque no siempre es así. No todo es ganancia, ya que la mayor parte de las veces, la plata que se emplea en las joyas es de menor calidad que la empleada para fabricar lingotes.

Ventajas de la plata frente al oro

La plata es mucho más barata que el oro. Siempre lo ha sido. En la actualidad, por el precio de una onza de oro, pueden comprarse casi cuarenta onzas de plata, lo que supone unas cuantas ventajas:

  • No hace falta ser millonario para invertir o ahorrar en metal. La plata es más fácil de adquirir y, en paralelo, más fácil de vender cuando se necesita. Siempre será más sencillo encontrar compradores de plata que de oro sin tener que malvender.

  • Aunque hay lingotes de oro muy pequeños (de apenas 2,5 gramos), en general se utilizan los de una onza. Vender una pieza de esta medida (cuyo coste ronda los 1.160 euros) para afrontar un gasto de 500 euros hará que se pierda la inversión de los 660 euros restantes. Las piezas de plata, más económicas, permiten vender una o varias para cubrir ese mismo gasto sin que ello repercuta demasiado en el activo.

  • En cuanto a las monedas, son difíciles de falsificar y, al valer mucho menos que el oro, no es tan atractivo (ni rentable) intentarlo.

Datos de interés

Antes de lanzarse a la compraventa de plata, conviene tener presentes algunas cuestiones:

  • Calidad. Los objetos de plata, en general, llevan un sello que indica su gramaje y que está expresado en números estándar: 800, 900, 925, 999.. La manera de leerlos es muy simple, ya que estas cifras indican cuántos g de plata hay por cada 1.000 g de peso. Cuando una pieza es de plata 900, significa que hay al menos un 90% de plata en la aleación que la compone. Los lingotes y las monedas se componen de un 99,9% de plata (el mínimo resto son impurezas diminutas).

  • Cantidad y precios. Cuando se compran monedas y lingotes puede dar la sensación de que las piezas más pequeñas son más caras, pero no es así: el valor de la plata se mantiene. En ocasiones ocurre que las pequeñas cantidades implican más gastos en trámites, transporte y seguros. Para lograr que el precio pactado se ajuste lo máximo posible al precio spot (es decir, el que figura en los mercados), es preferible comprar grandes cantidades en una única transacción. De ese modo se reducirán los costes de envío y los cargos del comerciante.

  • Variedad. Si se va a comprar plata como ahorro o inversión, lo idóneo es adquirir diferentes tipos de lingotes. Diversificar la inversión permite tener un mayor margen de maniobra cuando se quiere o se necesita vender una parte del lote. Si en lugar de dos lingotes de un kilo, se tiene uno de un kilo y diez de 100 gramos, en caso de necesidad económica o de tener que hacer frente a un gasto puntual, se podrá vender lo justo para cubrir ese imprevisto sin tener que deshacerse de todo el material. Se malogrará lo invertido hasta entonces.

  • Autenticidad. Un paso fundamental es asegurarse de que la plata es auténtica y el comerciante que la ofrece está autorizado. Como mínimo, es imprescindible investigar la oferta (y sus condiciones) antes de invertir, pero también es necesario prestar atención a ciertas características, como la tirada, el año de emisión, el diseño, las dimensiones, el grado de pureza y el tipo de aleación. Para ello, si no se conoce a alguien de confianza, lo más recomendable es ponerse en contacto con la Asociación Española de Metales Preciosos y despejar todas las dudas legales y técnicas.

  • Conservación. La plata se oxida en contacto con el aire. Basta ver cualquier pulsera o anillo para comprobar que, con el tiempo, se forman manchas negras en la superficie. En general, tanto las alhajas como los adornos o los cubiertos se limpian en el hogar con productos químicos. No obstante, esta práctica es poco recomendable, en especial cuando son monedas de plata con valor numismático. ¿La razón? Además de perder una parte del metal, se puede dañar la pieza y, en consecuencia, devaluarse. Los especialistas recomiendan usar agua destilada y un cepillo suave o, mejor aún, dejarlas tal como están. Aunque luzcan menos bonitas, conservarán su valor y su peso.

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