Retirada de tarjetas a clientes morosos

Las entidades cancelan las tarjetas de los deudores o no las renuevan cuando caducan
Por José Ignacio Recio 13 de febrero de 2009
Img tarjetas
Imagen: Steve Woods

España soporta un volumen de deuda impagada, a través de distintos medios (tarjetas de crédito, etc.), de alrededor de 15.380 millones de euros. Si hasta hace poco tiempo bancos y cajas eran permisivos con los clientes morosos, y acordaban renegociar las deudas, desde que estallara la crisis han endurecido su postura. En muchos casos, las entidades financieras proceden a cancelar las tarjetas de los clientes menos solventes (o las de quienes presentan un mayor grado de morosidad), o evitan su renovación.

La crisis ha provocado que el número de morosos aumente de manera desmesurada, y los bancos no son ajenos a ello. Puede parecer exagerado, pero los clientes «non gratos», con un elevado grado de morosidad, pueden encontrarse en la situación de que al retirar fondos en una sucursal bancaria les sea denegada su tarjeta de crédito, al no estar operativa. En los casos más graves, como el adeudo reincidente de grandes sumas, se llega incluso a la congelación de la cuenta corriente del moroso hasta que se satisfagan las deudas contraídas con la entidad.

En casos de adeudo reincidente, se puede proceder a la congelación de la cuenta corriente del moroso

No son pocos los bancos que en los últimos tiempos recurren a los servicios de empresas de morosos para notificar al afectado el estado real de su cuenta, así como la necesidad de solventar su deuda en un tiempo prudencial, negociando la fecha del pago. Aunque puede ser una solución para algunos clientes con deudas menores, en los peores casos el usuario se ve envuelto en una espiral de pagos interminables, debido a que los intereses que aplican los bancos y cajas de ahorro «siguen corriendo», y generan una deuda cada vez mayor. Así, al apurar el plazo concedido, y una vez abonada la cantidad adeudada, continúan siendo morosos por la aplicación de dichos intereses, que tendrán que hacer frente en un nuevo plazo no superior a un mes. Por ello, en caso de encontrarse en una situación «delicada», lo más aconsejable es acudir a la sucursal y hablar directamente con la persona responsable de la misma.

Los perfiles de usuarios de las tarjetas

No todos los casos son iguales, ni tampoco lo es su tratamiento por parte de las entidades financieras: no es lo mismo retrasarse en el abono de una cuota mensual que los impagos de forma regular. Los bancos y cajas sólo aplican las soluciones extremas en los casos más graves de morosidad. A grandes rasgos, puede hablarse de varios tipos de clientes en función del uso que hacen de su tarjeta, así como las consecuencias que su actitud puede conllevar:

  • Titulares que disponen de una o varias tarjetas que usan de forma esporádica: en este caso no tienen ningún riesgo de ver denegado el uso de su tarjeta, ya que si bien no son «productivos» para las entidades, tampoco entran dentro de la clasificación de deudores o morosos.
  • Titulares que usan frecuentemente las tarjetas de crédito como medio de pago y abonan puntualmente sus cuotas e intereses: son los clientes preferidos por las entidades emisoras y, obviamente, objeto de nuevas promociones o servicios que lleven aparejada la tarjeta.
  • Titulares que pagan sus abonos fuera de plazo de forma irregular: reciben el primer aviso antes de ser incluidos en la lista de clientes no deseados. Si bien inicialmente no son objeto de la retirada de la tarjeta, tienen problemas para que la entidad les conceda otros productos como créditos, hipotecas u otro tipo de tarjetas.
  • Titulares que utilizan otras tarjetas para saldar las deudas que tienen con otro «plástico»: son uno de los sectores más proclives a que les sea retirada la tarjeta (o denegada la renovación de la misma) debido a que frecuentemente se producen demoras en el pago del abono, retrasos que pueden alargarse meses o incluso más tiempo.
  • Titulares que pagan tarde y mal: nunca realizan el abono en la fecha estipulada y es frecuente que la cantidad ingresada no coincida con la adeudada en el vencimiento. A este tipo de clientes van dirigidas las medidas más duras, como la retirada de la tarjeta, ya sea mediante la no renovación o procediendo a la cancelación.
  • Titulares morosos: tienen deudas acumuladas sin atender a los requerimientos de la entidad para solucionar el problema. La consecuencia de esta actitud es la retirada inmediata de la tarjeta, de modo que no acumule más deudas. En estos casos, la entidad llega incluso al requerimiento jurídico para que le sea abonada la deuda en un tiempo determinado.

Listas de morosidad

En los casos más graves de morosidad, se incluye al cliente en los registros de las entidades creadas para tal fin, como es el caso del Registro de Aceptaciones Impagadas (RAI) o la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (ASNEF). La primera repercusión de esta práctica es la imposibilidad de que el usuario acceda a las líneas de financiación de las entidades crediticias, ya que estas listas son la referencia de la mayoría de entidades bancarias a la hora de conceder préstamos o hipotecas.

Si un cliente salda su deuda y no se le retira del registro de morosos puede presentar una demanda y reclamar en la Agencia de Protección de Datos

Salir de ellas una vez saldada la deuda es muy complicado, ya que requiere numerosas operaciones burocráticas. El cliente que ya ha abonado la cantidad adeudada debe exigir por medio de trámites legales la retirada del registro de moros y, en caso de no recibir respuesta en el plazo legal estipulado, puede presentar una demanda y reclamar en la Agencia de Protección de Datos.

LÍMITE A LOS CRÉDITOS

La consecuencia directa del aumento de morosidad es la limitación de la concesión de créditos a los usuarios. Las cifras son claras: los bancos concedieron un total de 2.833 millones de euros en créditos al consumo a los hogares durante el pasado mes de noviembre, lo que supone una caída del 42,17% respecto al importe que alcanzaron estos préstamos en el mismo mes del año anterior, cuando crecían a un ritmo del 4,94% según datos facilitados por el Banco de España.

Si se compara este dato con los préstamos personales concedidos por las entidades financieras en el mes de octubre la caída es del 13,7%, con lo que en noviembre se otorgaron 450 millones de euros menos para este tipo de operaciones.

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