Las marcas de coches orientales ofrecen periodos de garantía más amplios que las europeas

Las firmas del viejo continente se mueven entre los dos años, mientras que las asiáticas llegan hasta los seis
Por EROSKI Consumer 15 de noviembre de 2002

El pasado día 20 de octubre, el Gobierno aprobó el proyecto de ley que amplía hasta dos años la garantía mínima de los denominados bienes de consumo y un año en el caso de bienes de segunda mano. Hasta ahora la garantía era de seis meses tanto en uno como en otro caso. Esta normativa está previsto que entre en vigor el próximo año, y se aplicará desde un electrodoméstico o un ordenador hasta un coche. Y es precisamente en el sector automovilístico donde actualmente se plantea un polémico debate, ya que las marcas orientales ofrecen periodos de garantía más amplios que las europeas. En general las marcas del viejo continente (sobre todo las generalistas) se mueven ya en esos dos años. Este es el caso de Renault, Citroën, Fiat, Alfa Romeo, Peugeot, Volkswagen, Seat, Opel o Mercedes. Por supuesto que hay excepciones como las de los MG y Rover, Smart, Jaguar o Land Rover que ofrecen tres años o Saab con cuatro años y sin límite de kilometraje.

Sin embargo, las firmas asiáticas, tanto japonesas como coreanas, ofrecen habitualmente plazos de tres años: Hyundai, Isuzu, Honda o Toyota son ejemplo de ello. Incluso algunas van más lejos como Nissan, que tiene una garantía de cinco años sin límite de kilometraje y, sobre todo, Lexus con todo un récord: seis años de garantía o 200.000 kilómetros.

El fenómeno puede estar motivado por la necesidad que tienen estas marcas de atraer una clientela europea, y para ello nada mejor que un argumento de venta que tiene como mensaje: «si garantizamos este tiempo es porque estamos seguros de no tener problemas».

Claro que también hay quien dice que es una forma de fidelizar a la clientela respecto al concesionario. Una garantía demasiado larga no es más que un medio utilizado por la red de postventa, por el concesionario, para que todo tipo de mantenimiento y arreglos se haga en sus instalaciones. En realidad, la garantía es pagada por el usuario bien al comprar el coche o posteriormente si la amplía.

Justamente, el tema de la ampliación está cada vez más en boga y puede ser recomendable para los conductores que realicen muchos kilómetros al año. Cada fabricante dispone de formulas para adaptarlas a cada usuario. Algunas incluyen desde vehículos de sustitución en caso de averías o revisiones hasta los cambios de neumáticos.

Conviene distinguir que cuando se habla, por ejemplo, de 3 años o 100.000 kilómetros no quiere decir que se trata de elegir entre el tiempo o la distancia recorrida sino que, cuando se cumple una de las dos condiciones, la garantía se termina.

Todas las piezas están dentro del ámbito de la garantía, incluidas las no fabricadas por el propio constructor sino por proveedores como es el caso de elevalunas, o asientos. Solo quedan excluidos aquellos elementos sometidos a un desgaste habitual: neumáticos, pastillas de freno, aceite o filtros, o accesorios que no provienen del fabricante.

Capítulo aparte es el de las garantías anticorrosión, que las marcas fijan en plazos muy superiores al de la garantía general. A veces los constructores obligan a unas visitas de control por lo que conviene revisar el libro de garantía o el manual de mantenimiento para conocerlas. Por cierto que si una chapa tiene un problema de este tipo, no se conforme con que se la reparen: exija la sustitución.

Para estar cubierto por una garantía, es necesario cumplir con el plan de mantenimiento regular que señala revisiones cada cierto número de kilómetros. Si estos no se realizan, en cualquier caso habrá que pasar la revisión a los doce meses. Incumplir esta obligación conlleva la pérdida de la garantía. Y lo mismo ocurre si se acude a un taller no autorizado por la marca, si se participa en competiciones, si los daños son consecuencia de un accidente o si las averías provienen de una utilización incorrecta.

En el caso de realizar una modificación sobre el motor, bien para ganar potencia (como es el caso de poner un «chip») o para ahorrar combustible, se pierde la garantía de los órganos mecánicos. Es posible que el concesionario no le diga nada a la hora de realizar el mantenimiento, pero si surge una avería no dude que aplicarán este principio.

Lo que produce muchas dudas es hasta donde admitirán los fabricantes que van a llegar cuando en sus automóviles intervengan talleres que no son de la marca o bien que las piezas no sean las originales. Se trata de un tema complicado que dará bastantes problemas en el futuro.

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