Cómo ahorrar en la factura de la luz

Ante la nueva subida de la luz se impone ahorrar y gastar menos en el recibo eléctrico, un objetivo posible si se adquieren una serie de sencillos hábitos
Por Elena V. Izquierdo 9 de abril de 2012
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Imagen: Rodolfo Clix

La luz sube de nuevo. Es la cuarta vez este año, y se encarece un 3,1%, lo que suma ya un aumento medio del 3,5%. Para los presupuestos familiares, este constante encarecimiento de la electricidad supone un auténtico contratiempo, pues si llegar a fin de mes ya era complicado, a partir de ahora se añade un obstáculo más para cuadrar las maltrechas economías domésticas. Por este motivo, más que nunca, y como se indica en el siguiente artículo, es importante estudiar de forma minuciosa las facturas y seguir una serie de pautas sencillas con las cuales se podrá obtener un ahorro, de manera que la subida del precio de la luz no sea tan negativa.

Revisar la factura

Si el suministro eléctrico se contrató hace mucho tiempo y desde entonces no se han cambiado las condiciones, es posible que ya no se ajuste a las necesidades familiares. Quizá se haya optado por un término de potencia excesivo o no se hayan tenido en cuenta los horarios de mayor consumo. Revisar la factura puede ser clave para corregir errores y ahorrar.

  • Tener en cuenta el término de potencia fijo contratado.

    La energía eléctrica se paga en función de dos parámetros: el consumo, que varía mes a mes, y la potencia contratada, que es fija y solo se altera si el usuario pide a la empresa que lo cambie. En función del número de electrodomésticos y de la utilización que se haga de ellos, el consumidor debe contratar una potencia mayor o menor.

    Tener demasiados kilovatios es un error porque cada mes el cliente pagará de más sin hacer uso de esa energía. Para saber de manera estimativa la potencia que necesita, las empresas eléctricas tienen simuladores sencillos en los que se suma el gasto de cada electrodoméstico y da como resultado la potencia idónea. Si es superior a la contratada, conviene cambiarla porque supondrá un gran ahorro.

  • Lectura estimativa.

    Los usuarios que aún tengan una tarifa basada en gastos estimados deben revisar el recibo con cautela. Con demasiada frecuencia llegan a casa facturas muy elevadas sin que el usuario haya realizado en realidad este gasto. Si no se está de acuerdo, hay que reclamar.

  • Contratar una tarifa que se adapte a los horarios.

    La tarifa con discriminación horaria es muy útil para las personas que puedan usar los electrodomésticos y la calefacción en la franja más económica. Entre las 22:00 horas y las 12:00 horas (una hora después en el horario de verano), la electricidad es mucho más barata para quienes contraten esta tarifa. Si se aprovecha para cocinar, pasar el aspirador, poner la lavadora y el lavavajillas durante este horario, y además para cargar los radiadores si son eléctricos por acumuladores, el gasto se reduce de forma cuantiosa.

Temperatura de la vivienda

  • Calefacción.

    Supone casi la mitad de la energía que se consume en una vivienda. Una temperatura de entre 19 y 21 ºC puede considerarse adecuada en el hogar. Durante la noche, con 17 ºC basta para los dormitorios.

    Hay que tener en cuenta que por cada grado que sube, se consume un 7% más de energía. Es decir, si la temperatura se baja 3 grados, de 24 a 21, el ahorro será de un 21%. Quien tenga la calefacción individual eléctrica puede reducir mucho en su consumo si adecúa la temperatura de su casa.

    Para ahorrar, también conviene apagar la calefacción por la noche mientras se duerme y encenderla al día siguiente después de haber ventilado las habitaciones.

    Si los radiadores están tapados por estética, es mejor dejarlos al descubierto; de lo contrario, el calor no circula bien y el gasto es superior.

  • Aire acondicionado.

    Con la refrigeración de la vivienda en verano ocurre lo mismo que con la calefacción en invierno: si se mantiene una temperatura adecuada, se puede ahorrar. Poner el termostato a 25 ºC proporciona una sensación de confort en la estancia. Por cada grado menos, se gasta entre un 7% y un 8% más de electricidad. A veces, un ventilador en el techo puede refrescar sin que sea necesario acudir al aire acondicionado.

  • Aislamiento y ventilación.

    La clave del ahorro en calefacción y aire acondicionado está en el aislamiento. El calor en invierno se va por los cristales, por la carpintería de las ventanas, a través de los cajetines de las persianas, por debajo de las puertas y por la cubierta. Si no es posible cambiar estos elementos, mientras dure el mal tiempo conviene tener cortinas, bajar las persianas cuando empiece a anochecer, colocar alfombras en el suelo o burletes en las rendijas de las puertas. También se deben tapar los huecos en la carpintería con masilla para que no pase aire. Los toldos y las persianas ayudarán a que la casa no se caliente en verano.

Iluminación

  • Apagar las luces que no se utilicen.

    Muchas veces permanecen encendidas y, a la larga, generan un consumo importante. Con respecto a los fluorescentes, se suele pensar que si no se apagan, gastan menos que si se prenden varias veces. Esto no es así y, al igual que ocurre con las bombillas normales, es mejor tenerlos apagados mientras la habitación esté vacía.

  • Utilizar bombillas de bajo consumo.

    Con ellas se puede ahorrar hasta un 80% de la energía eléctrica, con respecto a las incandescentes, y duran ocho veces más.

  • Las lámparas electrónicas.

    Tienen una vida más larga y consumen menos que las de bajo consumo convencionales. Además, aguantan un mayor número de encendidos y apagados.

  • Pintar con colores claros.

    Cuando se renueve la casa, hay que tener en cuenta que los tonos claros en las paredes y en los techos permiten aprovechar mejor la luz natural y, por tanto, ahorrar energía eléctrica.

Electrodomésticos

  • Ahorrar al comprar un electrodoméstico.

    Para que el recibo de la luz no sea tan elevado, quien tenga intención de adquirir un nuevo frigorífico, una lavadora o un lavavajillas, puede elegir un aparato con alta eficiencia energética. Al principio pueden ser algo más caros pero, a la larga, reducen mucho el consumo eléctrico. Además, los Planes Renove de las comunidades autónomas incentivan la compra de electrodomésticos eficientes.

  • No dejar los aparatos eléctricos en «stand by».

    Pese a que se cree que el gasto es pequeño, el modo en espera sin apagar puede suponer el 5% del consumo energético de una vivienda. Tener varios aparatos enchufados a una regleta que se pueda encender y apagar permite desenchufar a la vez todos los dispositivos que no se utilicen.

El modo en espera sin apagar puede suponer el 5% del consumo energético de una vivienda

Seguir una serie de hábitos con cada electrodoméstico permite ahorrar energía sin hacer demasiado esfuerzo:

  1. Lavavajillas

    • Pese a la creencia de que fregar los platos a mano es más barato, lo cierto es que utilizar el lavavajillas puede ser más económico, tanto por el agua que se gasta, muchas veces caliente, como por la electricidad.
    • Cuando sea necesario aclarar los cacharros antes de meterlos en el friegaplatos, es mejor hacerlo con agua fría.

    • Conviene utilizarlo cuando esté por completo lleno y poner programas económicos o de baja temperatura cuando sea posible.

  2. Frigorífico

    • Es importante situarlo en un sitio ventilado y lejos de fuentes de calor como el horno y la radiación solar.
    • Si se descongela antes de que la capa de hielo alcance los 3 milímetros, se puede ahorrar hasta el 30% de la energía.

    • La temperatura adecuada para el refrigerador es de 5 ºC y la del congelador, de -18 ºC. Mantener el termostato a estos niveles reduce el consumo.

    • Tener la puerta abierta mucho tiempo supone una pérdida de energía y, por tanto, de dinero. Decidir con antelación lo que se cogerá del frigorífico también ayuda a ahorrar.

    • Es mejor no introducir en él alimentos calientes. Si se enfrían fuera, el gasto energético es menor.

    • Cuando haya tiempo, es conveniente descongelar los alimentos en el frigorífico para aprovechar el frío que emiten.

  3. Lavadora

    • Más del 80% de la electricidad que consume la lavadora es para calentar el agua. Si se lava en frío, siempre que la ropa no esté demasiado sucia, se reduce de modo considerable el gasto.
    • Hay que esperar a que la lavadora esté llena antes de ponerla. Si no es posible, conviene utilizar el programa a media carga, que disminuye mucho el consumo.

    • La limpieza regular del filtro y el uso de descalcificantes también suponen un ahorro energético.

  4. Cocina

    • Las cocinas de inducción permiten ahorrar un 40% de energía frente a las placas vitrocerámicas. Al comprar un nuevo electrodoméstico conviene tenerlo en cuenta. Además, son mucho más rápidas.
    • La olla a presión tiene mayor eficiencia que las cazuelas y gasta bastante menos.

    • Conviene poner una tapa en la cacerola para que no pierda energía, pues de esta forma los alimentos se hacen más rápido.

    • Al cocer se puede apagar la cocina un poco antes de terminar y aprovechar el calor residual. Bajar el fuego al mínimo cuando haya comenzado a hervir también ahorra.

  5. Secadora

    • Es una gran consumidora de energía. Siempre que sea posible es mejor secar las prendas al sol.
    • Antes de utilizarla es conveniente haber centrifugado la ropa, así se podrá poner un programa más corto que ahorre.

    • Conviene usar el sensor de humedad para que la ropa no se seque en exceso.

    • El programa «punto de planchado» que tienen algunas secadoras deja la ropa ligeramente húmeda pero es más económico.

  6. Horno

    • Es un electrodoméstico que consume bastante energía, por lo que, siempre que sea posible, es mejor cocinar varias cosas al mismo tiempo.
    • Cada vez que se abre la puerta, la temperatura interior baja un 20% y consume mucha energía para volver a calentarse. Por este motivo, es recomendable abrir solo cuando sea imprescindible.

    • Si se apaga un poco antes de que el alimento esté en su punto, el calor que queda terminará de hacerlo.

    • Si la receta requiere más de una hora en el horno, en general no es necesario precalentarlo.

  7. Microondas

    • Gastan hasta un 70% menos que el horno, además de suponer un ahorro considerable de tiempo.
    • Si se colocan los alimentos cortados en vez de enteros, se cocinan más rápido y se gasta menos energía.

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