Entrevista

Toni Lodeiro, divulgador y consultor en consumo consciente

La compra sostenible protege el medio, promueve empleo de calidad y potencia las economías locales
Por Blanca Álvarez Barco 17 de abril de 2019
Img tonilodeiro

Los consumidores españoles están concienciados de la importancia de comprar de manera sostenible… ¿O no? Toni Lodeiro, divulgador y experto en consumo consciente en Opcions, cree que estamos convencidos de la necesidad de ser consumidores comprometidos. Pero incide en que, además de un cambio de mentalidad, es necesario que también sea de hábitos. Asimismo considera que “no se puede ser sostenible en soledad”, sino que es preciso unirse para poder generar alternativas que después promuevan cambios más profundos.

Un informe de PwC señala que los consumidores nos preocupamos cada vez más por hacer la compra con un ojo puesto en el medio ambiente. ¿Cree que es cierto?

Sí, parece que es así. Y hay más estudios que van en la misma línea y muestran que el 95 % de los consumidores ha cambiado algún hábito pensando en el medio ambiente o que el 80 % prefiere el pequeño comercio. Además, aumenta el apoyo a la economía solidaria (la banca ética tiene 200.000 clientes y las cooperativas verdes 100.000), pero al mismo tiempo crecen las grandes superficies y desaparecen muchos pequeños establecimientos.

Entonces, ¿somos o no más sostenibles que nuestros padres y abuelos?

“Nuestros abuelos tenían hábitos más sostenibles, pero no lo hacían por conciencia. Hoy tenemos la conciencia, pero no los hábitos”

Nuestros abuelos tenían hábitos más sostenibles: hacían un consumo local (de cultivo propio incluso), no usaban plásticos, etc. Pero no lo hacían por conciencia. En cambio, hoy tenemos la conciencia, pero no los hábitos. Sabemos que no hay que utilizar plásticos y tratamos de reciclar. Realizamos algunas acciones sostenibles, pero después compramos en plataformas como Amazon, por ejemplo, o usamos el coche para todo. Con estas acciones no apoyamos la existencia de una economía local que dé empleo de calidad o impulsamos iniciativas para mantener el aire más limpio. Vivimos una auténtica paradoja.

¿Y qué es ser un consumidor sostenible?

El término sostenible no me convence. Más que de consumo sostenible me gusta hablar de “consumo consciente”, que engloba más cosas. Porque además de seguir hábitos de consumo respetuoso con el medio ambiente, se trata de llevar una vida más sostenible también, con participación en cooperativas, etc. Y es que con las acciones individuales no es suficiente; hay que unirse para poder llegar a la creación de alternativas que promuevan una transformación más profunda.

¿En qué fracasamos?

No, no se trata de eso. No hay una idea del bien y del mal (dentro de un mundo, sí, mal diseñado). El sistema no nos lo pone fácil.

¿No hay nada que podamos hacer, entonces, para ser consumidores conscientes?

No se puede ser sostenible en soledad, sin que esto quiera decir que no sirva para nada realizar estas acciones -que están muy bien- individualmente. Pero hay que ir más allá. Hay que intentar que la gente se una para poder generar alternativas que se traduzcan después en políticas públicas. Además, otra idea fundamental para ser un consumidor “consciente” es tener claro que hay que comprar sostenible no tanto -o no solo- para salvar las ballenas, sino para ayudar a toda la sociedad y mejorar nuestra calidad de vida. Al hacer una compra sostenible ayudamos a que el aire de nuestra ciudad sea más puro, promovemos un empleo de mayor calidad y con más derechos, potenciamos las economías locales…

¿Qué papel cree que deben jugar los poderes públicos?

“En Irlanda se puso un precio disuasorio a las bolsas de plástico (15 céntimos), y en tres meses se redujo el consumo de bolsas un 95 %”

Las distintas administraciones tienen un gran peso, y deben ser activas y ambiciosas en este sentido. Por ejemplo, en Irlanda se puso un precio disuasorio a las bolsas de plástico (15 céntimos), y en tres meses se redujo el consumo de bolsas un 95 %. En Barcelona, en 2018 se creó la mayor comercializadora eléctrica verde, y ya da servicio a 36 municipios. El problema es que, casi siempre, se actúa y se dan soluciones cuando ya la situación es insostenible. Por poner un ejemplo, se cierra el centro de Madrid al tráfico cuando ya la polución de las grandes ciudades se cobra vidas… Y eso que Madrid o Barcelona son ciudades que tienen planes y propuestas de apoyo a la economía solidaria. Pero, en general, si lo que se invierte en iniciativas como el plan Renove o en grandes infraestructuras se invirtiera en más transporte público, en peatonalización, etc. sería todo más fácil.

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