Garantías laborales de un título universitario

Una titulación superior garantiza una mejor remuneración y triplica las posibilidades de acceder a un empleo, aunque no sea en la profesión elegida
Por María Sol Fabi 13 de mayo de 2007

La ecuación parece simple: frente a una persona con estudios básicos, el portador de un título universitario tiene más facilidades para obtener un empleo y percibir una mejor remuneración. A primera vista los beneficios de una formación superior parecen prometedores. Pero, paradójicamente, no siempre es así.

Aunque un diploma triplica las posibilidades de encontrar un empleo, en muchas ocasiones la vacante no se consigue en el área específica en la que se ha licenciado un profesional. La razón es que el mercado laboral actual y la falta de oportunidades, sobre todo en algunas ciudades, determina que muchos titulados universitarios trabajen en puestos que requieren una menor calificación. Otra circunstancia que ya ha dejado de sorprender desde hace varios años es la referente al sueldo de quienes se dedican a un oficio, bastante superior, en general, al de un titulado medio.

Profesiones y mercado laboral

Las carreras universitarias vinculadas a las áreas de tecnología, sanidad y arquitectura son las que presentan un mayor equilibrio entre la oferta y la demanda laboral; mientras que las de secretariado, periodismo y control de calidad son las que sufren los desajustes más significativos. En estos segmentos, muchos profesionales no pueden hacer valer su título para ejercer su profesión.

«Los titulados universitarios ganan un 40% más que las personas que sólo han estudiado hasta aprobar el bachillerato»

Según detalla en un informe la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD), «los titulados universitarios ganan un 40% más que las personas que sólo han estudiado hasta aprobar el bachillerato». Del mismo modo, indica que la tasa de ocupación de la población con estudios superiores es del 81,7%, frente al 30,4% que alcanzan quienes sólo tienen estudios primarios.

Los datos están contrastados con los resultados de la Encuesta de Población Activa (EPA) con los que trabajó la CYD para completar su análisis. De ahí se desprende que la tasa de actividad crece en la misma medida de la formación alcanzada por el trabajador. Sin embargo, el mismo informe analiza también el grado de desajuste presente entre la oferta de puestos de trabajo de alta calificación de las empresas y la demanda de empleo por parte de la población profesional.

Desequilibrio entre oferta y demanda

En general, la demanda de vacantes de alta calificación es superior a la oferta, lo que produce un defasaje que se traduce en desempleo o en la «sobrecalificación» de los profesionales. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Empleo (INEM) -que aún no cuenta con las cifras del período actual-, entre mayo de 2005 y abril de 2006 se presentaron en el servicio público de empleo un millón de ofertas de trabajo que fueron demandadas por 6,5 millones de personas.

El mayor desajuste entre la oferta y la demanda se ha registrado en los empleos más cualificados, con un 12,5% de puestos de trabajo y un 14,6% de demandas. La «sobrecalificación» también se evidencia cuando se observa que apenas el 30% de las personas con trabajo que tienen estudios desempeñan tareas acordes con su capacitación.

El mayor desajuste entre la oferta y la demanda se ha registrado en los empleos más cualificados

Oficios tradicionales

Aunque los titulados tienen menos probabilidades de sumarse a la fila de los parados, y más alternativas de obtener mejores salarios que quienes solamente han estudiado hasta el nivel primario o bachiller, se ha comprobado que el diploma no garantiza remuneraciones altas. De lo contrario, no se hablaría del mentado fenómeno de los «mileuristas» -profesionales y universitarios de todos los ámbitos que, pese a su grado de formación, perciben sueldos aproximados de 1.000 euros al mes-.

La segunda constatación que se desprende del mercado laboral español actual es la necesidad de personal capacitado en oficios tradicionales. Prueba de ello es que la Administración Pública ha tenido que tomar medidas para tratar de paliar esta situación: cada trimestre el INEM publica el ‘Catálogo de Ocupaciones de Difícil Cobertura’ entre las que figuran -por ejemplo- las profesiones de electricistas, fontaneros, albañiles, mecánicos y carpinteros.

Por las reglas básicas de la economía, la gran demanda de personas cualificadas en estos trabajos -ya sea por parte de empresas o por particulares- empuja los salarios hacia arriba. Por ejemplo, electricistas, fontaneros, albañiles… que trabajan en relación de dependencia -como empleados de compañías- obtienen salarios medios que oscilan entre los 1.100 y los 1.500 euros por mes, independientemente de las horas extras. Mientras que si es un autónomo el que trabaja por su cuenta y riesgo como encofrador, carpintero… los ingresos que percibe suelen ser más altos, ya que cobran tanto por los materiales y el desplazamiento, como por el trabajo realizado.

Mapa de los licenciados

La mayor proporción de población con estudios terciarios y universitarios se encuentra en las comunidades del País Vasco, Madrid y Navarra. También Cantabria, Asturias, La Rioja, Cataluña y Aragón se encuentran por encima de la media española.

Pero el conjunto universitario presenta paralelamente una debilidad recurrente: el tiempo en que los estudiantes tardan en completar sus carreras. Los datos indican que siete de cada diez universitarios no termina la carrera en el tiempo previsto y entre los alumnos de ingenierías y arquitectura la cifra asciende a nueve de cada diez.

Por otra parte, otro informe publicado por la CYD indica que sólo un 3,5% de las empresas calificadas como innovadoras han establecido relaciones de colaboración en el ámbito de la innovación con las universidades españolas entre 2002 y 2004. Los datos del informe concluyen, además, un estancamiento del número de empresas creadas por las universidades, al generar en 2004 un total de 90 empresas -pequeñas firmas tecnológicas impulsadas por equipos universitarios- y al año siguiente apenas 89, algo que el informe califica de “crecimiento muy moderado o estancamiento”.

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