Diversos estudios demuestran que niños y jóvenes no duermen lo suficiente

Se recuerdan las consecuencias físicas y psíquicas que conllevan la falta de sueño
Por EROSKI Consumer 3 de abril de 2004

Dormir como un bebé empieza a ser difícil hasta para los propios bebés. Dos estudios recientes han comprobado que los niños, incluso los más pequeños, duermen menos tiempo del necesario para mantener un buen desarrollo psíquico y físico.

Tras entrevistar a 1.400 padres y cuidadores de niños menores de diez años, la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos concluye que los bebés de entre 3 y 11 meses pierden diariamente 90 minutos de sueño. Pero no es sólo un problema de la primera infancia, ya que en la encuesta ningún grupo de edad cumple con la media recomendada. A partir de los doce meses y hasta los 3 años las horas de sueño apenas rozan las doce necesarias y desde los 3 hasta los seis años, el descanso medio se sitúa en 10 horas frente a las 11-13 horas aconsejadas. Cuando empiezan las obligaciones escolares tampoco mejoran los resultados; los niños de 6 a 10 años duermen cada noche 9,5 horas sin llegar a las 10-11 recomendadas.

La encuesta también desvela que casi un tercio de los niños de menos de diez años se despierta al menos una vez durante la noche y reclama la atención de sus padres, lo que impide a su vez el descanso de sus progenitores. Los desvelos de los padres por los malos hábitos de sus pequeños también se han calculado en el estudio. Si se suman todas las interrupciones nocturnas a lo largo de un año, se estima que el despertar de los críos roba hasta 200 horas de descanso al año.

De 2 a 5 horas menos que sus padres

Los resultados de este trabajo no se alejan mucho de otro estudio de la Universidad de Oxford en el que se asegura que una quinta parte de los niños británicos duermen cada día entre dos y cinco horas menos que sus padres cuando tenían su misma edad. Ni tampoco de la realidad española, según expertos de la Unidad del Sueño del Instituto Universitario Dexeus, de Barcelona. En España no existen trabajos similares realizados en menores de diez años. Los últimos datos de la Encuesta Nacional de Salud aseguran que los niños españoles duermen 9,8 horas diarias por término medio; sin embargo, no se analiza según la edad de los críos. Aunque se cuenta con un dato fiable: el 30 por ciento de los bebés de 6 meses a los 4 años tiene dificultades para dormir porque aún no han logrado consolidar su hábito de sueño.

La Unidad del Sueño de Dexeus sí ha cuantificado las horas de sueño de los adolescentes españoles para confirmar que lo raro es encontrar a un joven español que descanse las nueve horas diarias aconsejables. Tras entrevistar a 315 estudiantes de entre 13 y 18 años de un instituto de Barcelona, se ha comprobado que los chavales duermen dos horas menos cada día de lo que deberían. Ninguno de los estudiantes entrevistados dormía las nueve horas de rigor. «El sábado y el domingo, intentan recuperar las horas de sueño perdido durmiendo doce horas, pero no bastan dos días para recuperarse de toda la semana», asevera Victoria de la Fuente, psicóloga clínica de la Unidad del Sueño de Dexeus. Pero, ¿quién tiene la culpa?

En cada edad los enemigos del descanso son diferentes, aunque los expertos no dudan en poner en su punto de mira a la televisión, el ordenador, las consolas, e incluso el teléfono móvil. Los chicos ya no se van a la cama a que les lean un cuento en un ambiente relajado o a leer hasta que les entra sueño. «Ahora las diversiones son más accesibles y estimulantes. Nos encontramos con la primera generación de niños que se enfrenta a tanta abundancia de alternativas antes de ir a la cama», comenta Luci Wiggs, investigadora de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente de la Universidad de Oxford. Los adolescentes aprovechan la noche para «chatear» y navegar por la red sin el control paterno. Aunque el estudio británico afirma que la televisión o el ordenador no sólo restan horas de descanso sino que utilizarlos inmediatamente antes de acostarse impide a los niños relajarse antes de ir a la cama y conciliar el sueño.

El teléfono móvil tampoco se considera un elemento inofensivo durante la noche, según la Universidad de Oxford. En su estudio también han comprobado que algunos chavales aprovechan hasta el último momento para enviar mensajes de texto a sus amigos, incluso debajo de las sábanas y con la luz apagada.

Las razones que impiden dormir a los más pequeños son bien distintas. Algunos bebés utilizan los minutos previos al sueño para acaparar más atención de sus padres con caricias, mimos, protección o cercanía física… Otras veces el insomnio se produce por los malos hábitos adquiridos desde el nacimiento. Pero también puede haber un origen físico que les impide descansar como les sucede a los niños roncadores con apneas.

El sueño no es un asunto banal, ni siquiera en la infancia. Dormir poco y mal tiene consecuencias en pequeños y mayores. Los niños que no descansan lo suficiente no pueden concentrarse en clase, están más irritables, tienen mal carácter e incluso el hecho de no dormir puede afectarles a su crecimiento. «La hormona del crecimiento trabaja en la fase de sueño más profundo, y en algunas investigaciones se ha comprobado que los niños considerados «malos dormidores» tienen tallas menores que los que descansan lo necesario», explica Victoria de la Fuente. La falta de sueño en los adolescentes tiene un reflejo similar: irritabilidad, ansiedad, decaimiento y bajo rendimiento escolar, porque el sueño ayuda a consolidar los nuevos aprendizajes. Lograr que niños y jóvenes duerman lo suficiente pasa por que la población conozca lo importante que es dormir para lograr la reparación física y psíquica que el organismo necesita. La psicóloga de la Fuente va aún más lejos: «Todos los chicos saben que es malo fumar, pero nadie les dice lo necesario que es dormir. Si no actuamos tendremos insomnes potenciales en la edad adulta».

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