Bulldog francés: todo lo que debes saber sobre esta raza

Tiene cuerpo de perro moloso pero en versión pequeña. Es bajo, compacto en sus proporciones y musculoso.

Su altura a la cruz (desde el suelo hasta la parte más alta de los omoplatos) suele ser de 27 a 35 cm en el caso de los machos y de 24 a 32 cm en las hembras. Su peso oscila entre 8 y 14 kg, dependiendo del perro y de su género.

La cabeza es grande y cuadrada, con pliegues de piel, y tiene el hocico chato. Los ojos del bulldog francés son redondos, grandes y expresivos, y su color oscuro.

Las orejas están erguidas. Son grandes en comparación con su cabeza, y ligeramente puntiagudas en la parte superior. Recuerdan a las de los murciélagos, y es el rasgo más característico de su graciosa apariencia.

La cola es corta y de implantación baja, generalmente recta o con una ligera curva hacia arriba.

Su esperanza de vida es de 10 a 12 años.

El pelaje del bulldog francés es corto, suave, fino y brillante.

Se presenta en una variedad de colores que incluyen el atigrado, el leonado, el beige, el blanco y en combinaciones de estos tonos. Los patrones de colores son tan diversos que cada perro tiene una apariencia única.

El bulldog francés tiene sus raíces en la cría selectiva de perros de compañía en el París del siglo XIX. Aunque la raza se asocia con Francia, sus antepasados provienen de otras partes de Europa.

En la época en la que la Revolución Industrial avanzaba y las personas se trasladaban a las ciudades, hubo unos perros pequeños y fuertes, con caras planas similares a los bulldogs, que se hicieron conocidos en Europa, y más concretamente en Inglaterra. Estos perros se usaban inicialmente para controlar plagas en las fábricas textiles y como perros de compañía en los hogares urbanos.

A la vez que estos pequeños bulldogs adquirieron popularidad en Inglaterra, muchos trabajadores textiles emigraron a Francia en busca de trabajo y se llevaron consigo a sus fieles compañeros de cuatro patas.

Ya en Francia, estos perros se cruzaron con razas locales dando lugar a una variante única del bulldog, que se convertiría en el bulldog francés. Un perro de compañía muy apreciado, especialmente, entre la alta sociedad.

A lo largo del siglo XIX, la raza fue refinada y criada selectivamente para mejorar su temperamento y sus características físicas en los barrios populares de París.

A finales del XIX su fama se extendió por el resto de Europa y América. Fueron los americanos los que contribuyeron a la raza con las “orejas de murciélago”.

El resultado final fue la obtención de los rasgos distintivos que tiene hoy en día.

El primer club del bulldog francés se fundó en 1880 en París y el primer estándar se estableció en 1898, año en que el Kennel Club francés reconoció la raza.

Este pequeño perro es un gigante en personalidad. Tiene aspectos de su carácter que le hacen absolutamente irresistible.

Aunque parece tener un semblante serio, el bulldog francés es un perro de compañía simpático y con muchos encantos.

Es sociable, alegre y muy juguetón. Su inteligencia y vitalidad queda perfectamente reflejada en su expresión atenta.

Aborrece la soledad. Es un perro que está muy apegado a sus dueños. Le encanta tenerlos al lado y que le presten atención y le mimen. Este rasgo de su personalidad le hace posesivo y celoso.

Es amistoso y dócil, pero también algo testarudo y nervioso. Es recomendable educarle en obediencia de manera temprana para marcarle límites y que aprenda ordenes básicas. El adiestramiento debe ser firme y dulce a la vez, con recompensas y caricias de reconocimiento, porque es un perro sensible.

Destacan como excelentes compañeros. Dado que son criados para ese fin, no tienen otras habilidades extraordinarias en el deporte o como perros de trabajo.

No son perros que ladren mucho, salvo que quieran algo o estén excitados, pero por su naturaleza protectora con sus seres queridos, pueden ser buenos perros de alerta y guardianes.

El bulldog francés disfruta mucho jugando y le encanta compartir esos momentos con los niños. Es un estupendo compañero de juegos para los más pequeños.

También puede llevarse bien con otros animales, pero es conveniente socializarle desde cachorro. Por su carácter posesivo con los suyos puede mostrarse territorial cuando hay otros perros, y debe aprender cuanto antes a comportarse con ellos, con otras mascotas y otras personas.

Los cuidados y la higiene general del bulldog francés son aspectos importantes que hay que atender para mantener su salud y su bienestar.

Su pelaje corto es de fácil mantenimiento, además, no se le cae mucho. Solo requiere cepillarlo suavemente una vez a la semana.

El cepillado ayuda a eliminar el pelo muerto, favorece el crecimiento de nuevo pelo y mantiene el pelaje sano y brillante. Se puede utilizar un cepillo de cerdas suaves, una manopla o un guante especial quita pelos para perros.

Los bulldogs franceses no necesitan baños regulares. Con uno cada 2 meses, salvo que se ensucien antes, suele bastar. Hay que utilizar un champú suave y específico para perros.

Los pliegues de piel de su cara necesitan una atención específica como medida de prevención de posibles alergias. Deben lavarse una o dos veces al mes y secarse muy bien después.

El bulldog francés necesita una limpieza regular de los ojos porque son una parte delicada de su anatomía. Es recomendable hacerlo con suero fisiológico y una gasa para eliminar cualquier secreción o suciedad que se acumule en ellos.

Sus erectas orejas también se tienen que revisar y mantener limpias porque son un canal para las infecciones de los oídos, como la otitis. Se puede usar una solución específica para perros y un paño suave que elimine la suciedad y la cera.

Hay que cepillar los dientes de forma periódica para prevenir la acumulación de placa, el mal aliento y otros problemas orales. Como ayuda extra en la limpieza, también se les puede proporcionar juguetes masticables y golosinas dentales. Es necesario cortar las uñas cuando sea necesario para evitar que crezcan demasiado y provoquen molestias o heridas.

No es un perro atlético, ni le gusta mucho la actividad. Es casero y dormilón. Con un par de paseos breves al día se mantendrá en forma y verá satisfecha su necesidad de ejercicio.

El bulldog francés disfruta mucho con los juguetes y cuando se le plantean retos de inteligencia. También con el entrenamiento de obediencia y el agility, pero, por su tendencia a padecer problemas respiratorios, hay que evitar que haga ejercicio intenso.

La dieta de un bulldog francés tiene que estar adaptada a su pequeño pero musculoso cuerpo, su edad, su metabolismo y su nivel de actividad. Debe ser de gran calidad y rica en proteínas y grasas saludables, tan importantes para la salud de la piel y el pelaje.

Los alimentos secos o piensos específicos para la raza, son una opción excelente y se pueden complementar con otros húmedos y caseros.

Los bulldogs franceses son glotones y pueden ganar peso fácilmente. Es importante controlar su alimentación, la frecuencia de las comidas (una o dos veces al día), y tener cuidado con las cantidades. Las raciones deben ser pequeñas, como su estómago, para facilitar las digestiones, porque no les importará comer de más.

Si se juega o se trabaja con ellos, los premios recompensa por su obediencia o buena conducta es mejor que no sean golosinas, sino algún alimento saludable como el pan, la manzana o la zanahoria.

El exceso de peso, unido a su morro chato, puede agravar los problemas respiratorios y de piel tan frecuentes en la raza.

Conviene saber que el bulldog francés suele tener intolerancias alimentarias y hay que estar pendiente de posibles reacciones adversas en su piel o en su hocico después de comer.

Si existen dudas, es aconsejable pedir opinión a un veterinario. Siempre de gran ayuda para establecer de manera correcta la dieta, las cantidades y la frecuencia de las comidas, según las necesidades específicas de cada perro.

La raza tienen diversos problemas de salud, aunque hay algunos más comunes.

El más destacado es el síndrome braquiocefálico, propio de los perros con el morro chato. Esta condición les genera complicaciones respiratorias importantes.

También pueden desarrollar trastornos oculares como el ojo de cereza, cataratas o el entropión, que provoca irritación y molestias, y se produce cuando el parpado se dobla hacia dentro y hace que la piel y las pestañas froten la superficie del ojo. A menudo sufren trastornos cutáneos y alergias en la piel. Las arrugas o pliegues de su cara son zonas donde puede aparecer dermatitis, y por eso hay que mantenerlas limpias y secas.

Muchas celebridades tienen un bulldog francés como perro de compañía. Algunos ejemplos son Lady Gaga, Reese Witherspoon, Dwayne Johnson «La Roca», Hugh Jackman, o Hilary Duff.

Los bulldogs franceses roncan. Por su morfología facial, es algo habitual en la raza. Sin embargo, si les cuesta respirar o el sonido que emiten es muy ruidoso, puede haber problemas respiratorios que debe evaluar un veterinario.

Su pequeño tamaño le permite adaptarse a vivir en casas pequeñas o grandes. Además es bastante silencioso, algo preferible cuando se vive en comunidad.

Es un perro que necesita estar cerca de su dueño. Si lo que se busca es un perro independiente que pueda jugar, entretenerse y pasar tiempo solo, es mejor optar por otra raza diferente.

Debido a su morro achatado, los bulldogs franceses son sensibles al calor y la humedad, y pueden tener dificultades para respirar en climas cálidos o con altas temperaturas. Prefieren los climas fríos. En condiciones de máximo calor es importante mantenerlos frescos e hidratados.

El bulldog francés es un perro ideal para familias y personas de toda condición y todas las edades, siempre que el estilo de vida sea tranquilo.

Leal, dulce y entregado con su familia, su temperamento muy cariñoso le convierte en el compañero canino perfecto.