Perros y gatos son dos especies, en principio, muy distintas. ¿Pueden ser felices cuando comparten casa? Este artículo propone seis pautas para lograrlo. Es necesario intercambiar sus olores para que se acostumbren el uno al otro, utilizar un transportín para el gato, separar los espacios de ambos al principio, supervisar los primeros encuentros y reducir la vigilancia poco a poco.
La adopción de un segundo animal cuando ya hay otro en casa requiere tener en cuenta ciertas pautas para sentar las bases de una convivencia pacífica. Pero cuando se trata de reunir a un perro y un gato, además, hay que considerar las diferencias entre cada especie. Se debe encontrar un espacio de coexistencia cómodo para ambos.
Un perro puede aceptar a un gato que ya está en casa y viceversa. Será más sencillo si ambos son cachorros, pero si no se da esa circunstancia, no está todo perdido. Ni mucho menos.
La siguiente hoja de ruta puede ayudar a los dueños en esta aventura, que resultará fascinante.
1. Dejar que perro y gato se acostumbren a sus olores
El olor es un aspecto clave en el proceso de aceptación entre el perro y el gato, explica el educador canino Gregorio Sánchez. En su opinión, hay que «acariciar al gato y luego al perro para impregnar a cada uno del olor del otro».
Esta forma de actuar disminuye la agresividad, ansiedad o excitación que puedan sentir el perro y el gato que no están habituados al olor del otro animal.
2. Utilizar un transportín para el gato
Utilizar un transportín durante los primeros encuentros del perro y el gato les permite olerse
Meter al gato en un transportín durante los primeros encuentros permite al perro inspeccionar con libertad su nuevo territorio, y a la vez, acostumbrarse al olor y la presencia del gato.
«Esta situación se puede mantener alrededor de dos días, en función de cómo evolucione la aceptación del can», indica Gregorio Sánchez.
3. Separar los espacios del gato y el perro al principio
Cuando se adopte un perro, es posible que el gato no tolere al can recién llegado. El felino puede considerarle un extraño que invade su territorio y que tiene un olor y forma de actuar diferentes a las suyas.
Los gatos, en general, son animales rutinarios, sobre todo si son urbanos y no salen a la calle. Estos cambios en la convivencia les pueden poner nerviosos. Si esto ocurre, «el gato debe quedarse en una habitación donde el perro no tenga acceso», explica Sánchez.
Si se hace así, el can podrá acceder al resto de la casa. Esta separación debe durar «alrededor de tres días», señala el educador. En ese lapso, ambos animales se acostumbran al olor del otro.
4. El momento de juntar a los dos animales
La reunión del perro y el gato debe realizarse bajo la supervisión de los dueños
El momento de reunir a los dos animales debe realizarse de manera controlada. De esta forma, perro y gato pueden entrar en contacto y acercarse el uno al otro, hasta que se toleren.
El modo de hacerlo ha de contar siempre con la supervisión de los dueños: se sujeta al gato para que el perro se acerque a olerle.
El perro debe estar agarrado con una correa extensible durante los primeros momentos de contacto con el gato. De esta manera, el dueño podrá sujetar al perro si se pone nervioso y reacciona con la persecución del felino.
En caso de que no haya problemas de aceptación entre ambos, se puede soltar al gato.
5. Reducir la vigilancia, poco a poco
Hay que reducir el grado de vigilancia y supervisión del perro y el gato en función de la mayor aceptación entre ellos. En unas semanas, el can recién llegado y el felino tolerarán y aceptarán mejor la presencia mutua.
Podrán caminar con libertad por la casa y aprenderán a respetarse: el perro no se acercará a la comida y el arenero del gato y este no lo hará a la cama y juguetes del can.
Pero conviene que los dueños supervisen que no haya demasiadas interferencias de un animal en el terreno del otro, hasta que no se limen todas las posibles asperezas que pudieran existir entre ambos.
Cuidado con los perros poco tolerantes con los gatos
Evitar la adopción de un can «antigatos» y seleccionar uno que tolere la presencia de felinos allana el camino para conseguir la adaptación entre ambos animales. Según Sánchez «algunos perros, en cuanto ven a un gato, corren tras él y soportan muy mal su presencia».
Los cuidadores del centro de adopción pueden orientar en la elección de un perro que haya convivido antes con gatos y se amolde bien a la presencia de un felino.