Entrevista

Gema Gómez, fundadora de Slow Fashion Spain

Los grandes gigantes de la moda no pagan por lo que contaminan ni por los recursos que consumen
Por Alex Fernández Muerza 8 de febrero de 2014
Img gemagomez hd

Tras su paso por varias grandes cadenas de moda, la diseñadora Gema Gómez decidió fundar Slow Fashion Spain, una plataforma para potenciar la moda sostenible. En su opinión, los consumidores apostarían más por este tipo de prendas de calidad, producidas de forma local, si conocieran los impactos ambientales y sociales del consumo acelerado y masivo de la moda convencional. En países del norte de Europa esta moda sostenible está asentada, mientras en España empiezan a surgir marcas que tratan de hacerse un hueco en este difícil mercado.

Slow Food, Slow Cities… y “Slow Fashion”. ¿La moda también va demasiado rápido?

Sí. La moda es de los sectores donde más se acelera su consumo. El problema principalmente es que se desconoce. No somos conscientes de los recursos utilizados. Para hacer una simple camiseta de algodón hacen falta 2.700 litros de agua.

¿Qué impacto ambiental tiene la moda?

“Para hacer una simple camiseta de algodón hacen falta 2.700 litros de agua”
Los grandes gigantes de la moda dependen en exceso del consumo masivo y acelerado. Para ello, los precios son muy bajos y los costes se externalizan. La industria textil se ha deslocalizado y no conocemos sus efectos. No pagan por lo que contaminan ni por los recursos que consumen. Se considera que emiten el 20% de sustancias tóxicas a los ríos y mares. Una prenda puede haber dado la vuelta al mundo dos veces. Se estima que la industria textil provoca el 10% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) globales. Los nonilfenoles son unas sustancias químicas sintéticas que ponen en riesgo la vida en mares y ríos. En el agua provocan que los peces machos se comporten como hembras y ya no copulen. La producción de algodón utiliza el 3% de las tierras y el 25% de los pesticidas de todo el mundo. La industria textil tiene una relación directa con la desaparición de las abejas.

El accidente del edificio Rama Plaza de Bangladesh, donde murieron centenares de personas, ¿es una muestra más de esa moda acelerada?

Fue un hecho brutal que nos dejó a todos con los ojos abiertos. Pero es algo que ocurre desde hace 20 años, con fábricas que se incendian y muertos por aquí o por allá. Se dice que se da trabajo, pero en realidad se fomenta una cadena de esclavitud: gente que trabaja de 12 a 20 horas al día, niños y mujeres, y sin ninguna capacidad de salir de ahí. Nuestra ansia por la compra rápida y barata produce esta situación. He trabajado para estas grandes cadenas, y ahora ayudo a la gente que quiere producir de manera sostenible, con unas condiciones de trabajo justas, con producción local para generar empleo.

¿Qué podemos hacer los consumidores?

Ir contra ese consumo de inmediatez, de relajarte comprando productos de baja calidad que durarán un par de veces, de ir de tiendas como ir al cine. Si viéramos lo que se ha necesitado para comprar eso que nos dura tan poco, nos lo pensaríamos mucho y dejaríamos de comprar en muchos casos.

Ha publicado el libro ‘Fashionista y Slow‘ en el que explica cómo ir a la moda y respetar el medio ambiente. ¿Cómo se puede conseguir?

“La industria textil dice que da trabajo, pero en realidad fomenta una cadena de esclavitud”
En la primera parte del libro cuento todos los impactos de la industria de la moda, y en la segunda parte, las alternativas. Y estas pueden ser muchas, como coser un botón que se le caiga a la prenda para no tener que comprar una nueva, hacerse nuestra propia ropa, o apostar por marcas y diseñadores locales sostenibles cuya creatividad se salta la uniformidad de la moda actual.

¿Tiene suficiente mercado esta moda sostenible en España?

No. Está en una fase semilla, y es muy complicado, porque no hay apoyo de las administraciones. Cada marca es un héroe, es muy duro mantenerse. Pero también es un sector en plena ebullición. Hay cientos, miles de iniciativas nuevas, a veces porque no hay otra, porque no hay empresas que contraten para salir adelante. Los valores de producción local, con materiales sostenibles, no los podrán tener nunca las grandes marcas. La perspectiva es muy favorable. Cada vez tenemos más alergias, somos más conscientes de sucesos como el del Rama Plaza, son muchas pequeñas cosas que generan conciencia en el consumidor. Aunque ahora no hay un mercado real, por la crisis, está creciendo de manera muy potente, y llegará, porque es el camino.

¿Hay otros países que ya han recorrido ese camino?

Los países del norte nos llevan unos 20 años de ventaja. Destacaría Holanda como las iniciativas más interesantes. Luego las de más nombre vienen de Reino Unido, con diseñadoras como Kate Fletcher, Alemania o Estados Unidos. Se potencian los valores de la producción local, la calidad de la prenda, que nos hagan sentir bien y guapos, etc.

Los críticos de estos productos los consideran demasiado alternativos, fuera de los gustos de la mayoría de la población. ¿Se equivocan?

“La ‘slow fashion’ es una ropa de calidad, bien hecha, atemporal, que sienta bien”
El movimiento de una moda con conciencia ambiental vino de un sector que no tenía formación estética. Eso ocurrió hace 10-20 años, y ya ha quedado atrás. Ahora hay diseñadores de verdad. Por eso me gusta hablar de moda sostenible que incluye lo ecológico y lo social. Y de “slow fashion” como una ropa de calidad, bien hecha, atemporal, que sienta bien, etc. En breve publicaré un directorio de iniciativas en el que se podrá comprobar la cantidad de creatividad que hay.

Pongamos el ejemplo de la camiseta de algodón convencional, que pueda costar entre 5 euros y 10 euros. ¿Cuánto costaría una similar de “slow fashion”?

Unos 25 euros o 30 euros. Pero la de 5 euros no te va a durar nada, y la otra te dura tres o cuatro temporadas. Y luego la calidad, y evitar posibles alergias, en especial a los niños. Una prenda de algodón orgánico es el mejor regalo que les puedes hacer. Y no solo es comprar, también es compartir, intercambiar. Hay muchas páginas webs que funcionan para ello.

¿Qué tienen que hacer estas marcas para hacerse más populares?

Las prendas convencionales salen con una ventaja competitiva enorme, que no deberían tener, pero la tienen, al menos por ahora. El nivel de concienciación es cada vez mayor, y la gente quiere hacer algo bueno por el mundo. El gran reto para estas marcas es convertirse en algo deseable, dar un valor añadido, que la gente se sienta “guay” con ellas.

¿Es como volver atrás, a comprar poco pero de alta calidad?

Efectivamente. Pensar más en tener pocas prendas, que aprendamos a combinar, y ser más creativos en nuestro estilo personal.

¿Cuáles son los productos “slow fashion” de más éxito?

Tal vez la ropa de bebé, y luego la infantil. Es lo más fácil, para tu hijo no escatimas. Y hay mucha marca de mujer.

¿Dónde se puede conseguir este tipo de moda?

Ese es el problema, y por eso hago el directorio. Son muchas pequeñas marquitas, que apenas tienen capacidad de hacer difusión, publicidad, y la manera es agruparlas.

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