La Tierra ha perdido el 54% de las especies de agua dulce en los últimos treinta años

El Fondo Mundial para la Naturaleza advierte que si los gobiernos no adoptan medidas, para el año 2030 comenzará a declinar el bienestar humano
Por EROSKI Consumer 15 de julio de 2002

Dentro de la pérdida de riqueza natural que la Tierra ha sufrido desde 1970, la merma más dramática se ha dado en las especies de agua dulce, con una reducción de un 54%. Así lo refleja el informe «Planeta Vivo», realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que advierte que en el 2050 el uso de los recursos naturales duplicará la capacidad regenerativa de la Tierra.

Hace pocas semanas una investigación publicada en la revista «Proceedings» de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos reflejaba que la demanda de recursos por parte del hombre supera ya en un 20 por ciento la capacidad regenerativa de la Tierra, las extrapolaciones basadas en escenarios probables de crecimiento poblacional, desarrollo económico y cambios tecnológicos indican que para el año 2050 los humanos consumiremos entre el 180 y el 220 por ciento de la capacidad biológica del planeta.

Estas proyecciones aparecen en el informe «Planeta Vivo 2002» realizado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que advierte además que, a menos que los gobiernos adopten acciones urgentes, para el año 2030 comenzará a declinar el bienestar humano, medido por la esperanza de vida, el nivel educacional y el producto económico. Estas acciones deberán tomarse en la Cumbre de Desarrollo Sostenible que se celebrará en Suráfrica a partir del 26 de agosto.

Una tierra productiva

La Tierra tiene unos 11.400 millones de hectáreas de terreno y mar productivas, lo que supone 1,9 hectáreas de planeta productivo para cada una de las 6.000 millones de personas que lo habitan. Sin embargo, mientras unos utilizan menos de la cuarta parte, otros casi lo multiplican por cinco. Es lo que se denomina la «huella ecológica», es decir, el consumo de recursos naturales, que es la suma de hábitat naturales destruidos, especies amenazadas y extintas, suelos degradados, aire y agua contaminados y capas de hielo que se derriten por el calentamiento global.

Mientras que la «huella ecológica» del consumidor promedio en África o Asia era menos de 1,4 hectáreas por persona en 1999 -aunque países como Mozambique, Sierra Leona o Burundi, y Bangladesh o Pakistán, se sitúan en torno a 0,5- la huella promedio del europeo occidental era alrededor de 5 hectáreas y la del norteamericano 9,6.

Esta presión sobre el medio natural se ha traducido en una merma de los ecosistemas. En este sentido, el Índice Planeta Vivo (IPV) es una útil medida de la riqueza natural de los bosques de la Tierra y los ecosistemas de aguas dulces y océanos. Durante los últimos treinta años, el IPV ha caído alrededor de un 35 por ciento. La merma en especies de agua dulce ha sido especialmente dramática, con una media de un 54 por ciento de disminución en todo el mundo en las poblaciones de 195 especies, entre ellas aves, mamíferos, reptiles, anfibios y peces que habitan en ríos y humedales. El más grave declive se ha producido en Iberoamérica, África y Asia, pues los ecosistemas de agua dulce de América del Norte y Europa experimentaron ya una considerable degradación con anterioridad a 1970.

Océanos meridionales

Las especies marinas también se encuentran amenazadas, con 217 especies que han visto reducida su población una media del 35 por ciento. Los océanos más afectados han sido los meridionales, entre ellos el Atlántico sur, el Índico y el Pacífico meridional. Mientras, las poblaciones de especies forestales muestran una reducción del 15 por ciento en 262 especies. No obstante, las poblaciones de especies tropicales han disminuido hasta un 25 por ciento en las tres últimas décadas, mientras que los bosques templados tuvieron un crecimiento marginal. Actualmente, los bosques tropicales de Iberoamérica, África y el sur de Asia oriental están experimentando una grave degradación de sus ecosistemas.

Jonathan Loh, autor del informe «Planeta Vivo 2002», declaró: «No sabemos exactamente cuál será el resultado de continuar con esta sobreexplotación masiva de la Tierra, pero está claro que sería más inteligente controlar nuestro propio destino que dejarlo al azar».

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