WWF/Adena presentó ayer, de manera conjunta en Madrid, Roma, Bruselas, Tokio y Washington, un análisis del negativo impacto que la industria de engorde de atún rojo está teniendo sobre la biomasa de esta especie. Por ello, la organización ecologista pide una moratoria urgente para las nuevas granjas de este tipo en el Mediterráneo hasta que haya una legislación específica que regule esta actividad.
La pesquería de atún rojo está regulada por un organismo interregional, la Comisión Internacional del Atún Atlántico (ICAAT), que establece cada año las cuotas máximas asignadas a cada país miembro para preservar este recurso, «que podría extinguirse como especie comercial en siete u ocho años si se mantiene el esfuerzo pesquero», señaló el responsable de pesquerías de WWF/Adena, Raúl García.
Las granjas de engorde de atún rojo realizan sus capturas en el Mediterráneo con peces salvajes, «sin control de cuota ni tallas» y amenazando su reproducción, que se produce en este mar entre mayo y septiembre, para engordarlo posteriormente en jaulas. En España hay actualmente once granjas de engorde de atún, nueve de ellas en Murcia, con una superficie marina total de 3,55 kilómetros cuadrados, y otras dos en Andalucía y Ceuta, con una producción estimada de 5.420 toneladas al año. Casi ninguna de ellas tiene estudio de impacto ambiental y están perjudicando al resto de las pesquerías, según la Federación Nacional de Cofradías de Pescadores.
Cuota de capturas
Por otra parte, García denunció que lejos de incrementar los controles y proteger el recurso, la Unión Europea (UE) ha contribuido en los últimos años a desarrollar esta actividad, a través de las ayudas para la industria acuícola, con fondos que han ascendido al menos a 19-20 millones de euros para el ciclo productivo del atún de engorde en la UE.
En este sentido, WWF/Adena reclama el establecimiento de una cuota específica por parte de la ICAAT para el atún destinado al engorde, que establezca qué porcentaje de las capturas totales se puede destinar a granjas, y controlar las tallas.
También exige un control en tiempo real de las cuotas capturadas por los cerqueros con observadores en los buques, así como un mayor seguimiento de la trazabilidad del atún, ya que muchas veces es capturado por flotas de conveniencia con banderas de países no adscritos a la ICAAT, y por tanto sin cuota.
