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Plásticos: un problema de contaminación mundial
En 2023, la producción mundial de plásticos alcanzó 413,8 millones de toneladas, un 3,4 % más que el año anterior. El impacto ambiental de los plásticos es alarmante.
Entre 19 y 23 millones de toneladas de residuos contaminan los ecosistemas acuáticos anualmente; de estas, 11 millones terminan en los océanos. Si esta tendencia continúa, para 2050 la cantidad de plástico en los mares superará a la de los peces, con una tonelada de plástico por cada tres de pescado.
Además, el 90,2 % de los plásticos proviene de fuentes fósiles, lo que agrava la crisis climática, mientras que los plásticos reciclados apenas alcanzan un 8,3 %; los bioplásticos, más sostenibles, representan solo un 1,5 % debido a sus costes y limitado desarrollo.
Revertir esta tendencia requiere reducir el plástico de un solo uso, fomentar el reciclaje y apostar por alternativas más ecológicas.
La cáscara de huevo, una alternativa sostenible para la industria plástica
La cáscara de huevo podría convertirse en una materia prima innovadora para la producción de plásticos ecológicos. Así lo demuestra Telmo Balenciaga de Leizaola, graduado en Química por la Universidad del País Vasco, en su trabajo de fin de grado realizado en el grupo de investigación «Tecnología de Polímeros» de la UPV/EHU. Balenciaga estudió cómo la cáscara de huevo puede mejorar las propiedades del biopolímero PBSA (polibutilen-succinato-co-adipato), ofreciendo una alternativa más sostenible y eficiente a los materiales tradicionales.
Para llevar a cabo su investigación, Balenciaga combinó la cáscara de huevo y el biopolímero PBSA en diferentes proporciones y tamaños de partícula. “Añadir cáscara de huevo al PBSA incrementa considerablemente la rigidez del material”, explica. En una proporción 70/30 de PBSA y cáscara de huevo, la rigidez aumentó un 111 %. Sin embargo, este refuerzo también implica pérdidas en otras propiedades: la ductilidad se redujo en un 88 %, y la resistencia al impacto disminuyó un 85 %.
✅ Contribución a la economía circular

El estudio identificó que una mezcla 80/20 de PBSA y cáscara de huevo logra un equilibrio óptimo: un aumento del 52 % en rigidez, una ductilidad mejorada en un 140 % y una resistencia al impacto superior a 130 J/m. “Estas propiedades son más que adecuadas comparadas con el PBSA puro”, afirma el investigador. Además, Balenciaga descubrió que el tamaño de las partículas de cáscara de huevo no afecta significativamente a los resultados, lo que simplifica el proceso. “El polvo sin clasificación previa obtuvo los mejores resultados, abaratando y facilitando la producción de estos composites”, puntualiza.
Balenciaga resalta que este enfoque podría sustituir al carbonato de calcio (CaCO3), uno de los refuerzos inorgánicos más usados en la industria plástica, cuya extracción de canteras genera un alto impacto ambiental. Dado que la cáscara de huevo está compuesta en un 95 % de CaCO3 orgánico, su uso aportaría una solución más sostenible para la producción de plásticos. “Los resultados demuestran el potencial de la cáscara de huevo como refuerzo ecológico para la industria polimérica”, concluye el investigador.
Una segunda vida para los huevos de gallina rotos
La reutilización de los huevos es un aspecto ya abordado en diversas iniciativas. Un ejemplo es el proyecto OVOVAL, una investigación enfocada en convertir los huevos de gallina rotos en recursos renovables y de alto valor. Coordinado por el Centro Tecnológico del Calzado (INESCOP), este proyecto ha contado con la colaboración del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC), la Asociación Avícola Valenciana (ASAV) y La Unió Llauradora i Ramadera.
Tras dos años de trabajo, OVOVAL ha presentado sus resultados, destinados a mejorar la competitividad de las empresas ovoproductoras de la región mediante un modelo de simbiosis industrial con otros sectores clave de la zona. En la Comunidad Valenciana, las 80 granjas de gallinas ponedoras generan cada año 2.300 toneladas de huevos rotos durante las fases de selección, recolección y envasado.
🍳 Algunos usos de las partes del huevo
El proyecto ha desarrollado una tecnología innovadora para separar los huevos en tres partes: una inorgánica, compuesta por bicarbonato de calcio, y dos orgánicas, el huevo líquido y la membrana proteica.
A partir de estas fracciones, se han producido nuevos plásticos, sustituyendo el carbonato de calcio tradicional por cáscara de huevo micronizada, lo que ayuda a reducir el impacto ambiental. Además, se ha utilizado esta misma técnica para producir fritas cerámicas (baldosas) usando cáscara de huevo de mayor tamaño en lugar de carbonato de calcio.
La parte orgánica del huevo se ha convertido en hidrolizados proteicos de alto valor, que se pueden usar en la industria del cuero como recurtientes (sustancias que mejoran las propiedades del cuero durante el curtido) o como bioestimulantes en la agricultura, para favorecer el crecimiento y la salud de las plantas. Este proceso ha permitido crear pieles más biodegradables, con menor impacto ambiental y mejores propiedades mecánicas que las producidas con métodos tradicionales. Además, los bioestimulantes derivados de la proteína del huevo, tras ser probados, han mostrado resultados superiores a los productos comerciales actuales.