Slow Energy: vivir mejor con menos energía

Los ciudadanos que asumen medidas de eficiencia energética gastan menos dinero y consiguen un mayor confort
Por Alex Fernández Muerza 1 de mayo de 2014
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Imagen: Matoto Mesuni

Vivir mejor consumiendo menos energía es posible, según la iniciativa “Slow Energy”. Sus defensores aseguran que los ciudadanos no son conscientes de que derrochan energía ni de sus consecuencias negativas para el medio ambiente y la economía. Por ello defienden como prioritaria la implantación de la eficiencia energética. Este artículo explica qué es el Slow Energy para vivir mejor con menos energía y qué medidas se pueden aplicar para conseguirlo.

Slow Energy para vivir mejor con menos energía

Los movimientos «slow» son cada vez más diversos y populares. Sus impulsores propugnan un ritmo más pausado que sirva a los ciudadanos para disfrutar más y mejor, y de paso ser más respetuosos con el medio ambiente. Así nos podemos encontrar el «slow food» para comer despacio; las «ciudades slow«, donde sus habitantes asumen un modo de vida tranquilo y ecológico; el «slow travel«, para que los turistas viajen sin prisas y se integren en el lugar de destino con sus habitantes; el «slow home«, que propone viviendas que aportan bienestar a sus inquilinos y reducen su impacto ambiental; o la «slow fashion«, para potenciar la moda sostenible.

La prioridad de los ciudadanos es cómo vivir mejor con menos energía, según la Slow Energy
El objetivo de la «slow energy» es frenar el cada vez más acelerado consumo de energía. Para ello proponen la implantación de medidas de eficiencia energética y favorecer el «decrecimiento energético». Sus impulsores, la Asociación Slow Energy España (SEE), aseguran que los consumidores pueden gastar menos energía que en la actualidad y mejorar sus niveles de confort.

«Los ciudadanos de a pie tiramos la energía sin prestar atención ni ser conscientes del hecho, estamos por completo desorientados». Así lo señalan desde la SEE, que afirman además que la principal preocupación de los consumidores no es si se usa más o menos energía nuclear, o si las renovables se generalizan o no, sino saber cómo gastar la energía justa y, más aún, «cómo vivir mejor con menos energía».

Las ventajas ambientales y económicas de aplicar medidas de «slow energy» son diversas: se reducen las emisiones contaminantes y los gases de efecto invernadero, implicados en el cambio climático, así como la dependencia energética del exterior. Un menor consumo energético ahorra dinero, y cada vez más, con unos precios por dicho concepto que no dejan de subir. Los edificios que implementan medidas de eficiencia energética se revalorizan y son más competitivos en un mercado inmobiliario donde cada vez se tiene más en cuenta el consumo de energía de los edificios.

En este sentido, la Unión Europea (UE) exigirá a partir del 31 de diciembre de 2018 que todas las construcciones públicas (dos años después el resto de nuevos edificios) tengan «un nivel de eficiencia energética muy alto» (Directiva 2010/31/UE), conscientes de dichos beneficios ambientales y económicos. En el mercado hay diversos certificados que pueden ser una buena forma de adaptarse a la nueva norma.

Medidas para conseguir ser «slow energy»

Los expertos de la SEE señalan varias medidas para gastar solo la energía necesaria y mejorar nuestra calidad de vida:

  • Tener una «cultura energética». Los ciudadanos tienen que ser conscientes de cómo es su consumo de energía, cuánto despilfarran, qué consecuencias ambientales y económicas tiene, etc. Una baja eficiencia energética de la vivienda unida a una mala situación económica conlleva situaciones de pobreza energética, que en España ha aumentado en los últimos años, como recuerda un reciente informe de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA).
  • Combatir la contaminación exterior e interior. Intentar ventilar las habitaciones todos los días, no utilizar materiales, aparatos o instalaciones con emisiones tóxicas, etc.
  • Aprovechar al máximo la luz natural: Tener ventanas grandes con aislamiento térmico reforzado dejará entrar la luz solar y evitará que escape el calor en invierno. La fachada con más ventanas debería tener una orientación sur para reducir el consumo de calefacción. En verano se les puede poner, toldos, voladizos o vidrios de control solar.
  • Utilizar luz artificial de bajo consumo. Hay una gran variedad de bombillas con consumos energéticos reducidos y diversos tipos de luz para las necesidades del lugar.
  • Incluir un buen aislamiento. Las paredes y techos bien aislados mantienen la temperatura, reduciendo el uso de la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano. Además, son un buen elemento para combatir la contaminación acústica.
  • Emplear sistemas de ahorro y alta eficiencia. En el mercado se pueden encontrar diversas tecnologías que proporcionan calor, frío o agua caliente sanitaria (ACS) con bajos consumos. Por su parte, los ventiladores de techo y murales garantizan el bienestar al menos hasta los 28 ºC, y los hay muy silenciosos y con muy poco consumo.
  • Instalar tecnologías renovables. Unos paneles fotovoltaicos o un sistema de energía solar térmica proporcionan electricidad y calientan el agua, lo que disminuye así el consumo energético convencional.

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