Un 30% de la superficie española está formada por zonas áridas y semiáridas

Ante la tendencia de una menor disponibilidad del agua, es recomendable mejorar la gestión de los recursos hídricos
Por EROSKI Consumer 1 de julio de 2011

Un 30% de la superficie española la forman zonas denominadas áridas y semiáridas, que son, las áreas más críticas respecto a los efectos del cambio climático. Por ello, ante la tendencia de una menor disponibilidad del agua, «es preciso» mejorar la gestión de los recursos hídricos, según concluye un estudio presentado en el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM).

La «Evaluación del Impacto del Cambio Climático en los recursos hídricos en régimen natural», realizado por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) concluye que, según los escenarios de futuro respecto a este problema en España, «el impacto sobre el agua es de carácter negativo», es decir, que se prevé una reducción de los recursos hídricos y un aumento de la magnitud y frecuencia de fenómenos extremos, como inundaciones y sequías, según explicó la directora de la Oficina Española de Cambio Climático del MARM, Alicia Montalvo.

El estudio trata de conocer esos impactos para acometer una adecuada política de gestión del agua, que Montalvo definió como «un recurso trasversal y tan importante para muchos sectores económicos, como el turismo, la agricultura o la energía». Señaló que las zonas calificadas de muy secas en el mundo se han duplicado desde los años 70 y España es uno de los países más vulnerables frente al cambio climático, porque sus recursos hídricos son muy sensibles, por lo que reconoció que este fenómeno «le va a afectar». «Lógicamente, el impacto va a existir y va a ser importante, por lo que tenemos que hacer un seguimiento muy detallado de cómo y cuándo para poder integrarlo en las actuaciones», agregó.

La directora de la Oficina Española de Cambio Climático advirtió, en clave internacional, de que algunos países de África pueden tener problemas «serios» y que, en este sentido, el seguimiento permite integrar el conocimiento de las políticas para evitar las situaciones de alarma». «Va a haber un problema y va a suceder en países de manera muy importante, eso es cierto. En España se tienen que tomar las actuaciones en el marco del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático sobre el cual se ha realizado este estudio, pero no tiene por qué ocurrir», señaló. Para la directora general del Agua, Marta Morén, no se puede ser ajeno a estos hechos, por lo que las políticas tienen que adaptarse ya que si las tendencias apuntan a una disminución de los recursos hídricos y a una distribución desigual de los mismos en tiempo y espacio, eso hace que la gestión tenga que mejorar.

El informe refleja una proyección de reducción generalizada de las precipitaciones conforme avanza el siglo XXI, por lo que se reducirán las disponibilidades de agua entre un 9% y un 17% entre 2071 y 2100. Al mismo tiempo, se prevé un aumento de la temperatura y, por tanto de evaporación y transpiración por las plantas. También se espera una disminución de la escorrentía acorde a las tendencias de temperatura y precipitación. En definitiva, los datos alcanzados por las distintas proyecciones difieren de manera considerable, en especial, en el último periodo del siglo XXI, cuando se estiman variaciones de lluvia entre un 28% y un 2%.

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