Motores

Su correcto mantenimiento permite alargar la vida del vehículo y contaminar hasta un 10% menos
Por Azucena García 27 de febrero de 2006

¿Cómo saber qué motor elegir? ¿Cuándo conviene optar por uno diesel y cuándo por el de gasolina? ¿Hasta qué punto el mantenimiento adecuado del motor redunda en el bolsillo del conductor? La elección final del tipo de motor dependerá de las necesidades de cada usuario, del número de kilómetros que prevea recorrer al año y de la frecuencia con la que cambie de vehículo. Algunos mecánicos van más allá y aseguran que la respuesta es sencilla: para amortizar un motor diesel hay que rodar al menos 15.000 kilómetros al año. También defienden que quien cambia con frecuencia de coche (cada dos o tres años) no rentabilizará la compra de un diesel. Otro criterio de compra puede ser el nivel de contaminación del vehículo, un dato que los fabricantes deben proporcionar a los usuarios. Entre los que menos contaminan figuran los motores de hidrógeno, híbridos o eléctricos, aunque su uso no está aún muy extendido. No obstante, conviene tener en cuenta que un vehículo bien cuidado contamina un 10% menos que otro que no lo está.

Puesta a punto y mantenimiento

El motor es la parte central de un vehículo porque es la encargada de poner el coche en marcha. En palabras del subdirector del Instituto Universitario de Investigación del Automóvil, José María López, “el motor es como una caja negra en la que apenas puede actuar salvo en los puntos que corresponden a los diferentes niveles: aceite, líquido refrigerante y líquido de frenos, entre otros”. Pero es muy importante que cada uno de estos componentes cuente con el control adecuado y que se sigan las recomendaciones del fabricante en cuanto a mantenimiento y frecuencia de cambio de las piezas. “Un tiempo -afirma López- que debe cumplirse”.

Se calcula que un vehículo bien cuidado contamina un 10% menos que otro que no lo está. Por ello, independientemente de que sea verano o invierno, es necesario controlar periódicamente todos los niveles de líquidos del vehículo y rellenarlos con el producto recomendado por el fabricante, insiste López. Además, existen una serie de pautas que se pueden poner en práctica de acuerdo a cada destino. Por ejemplo, si la idea es viajar a un lugar de montaña donde se prevé la presencia de nieve, la primera medida será comprobar el nivel del líquido refrigerante del motor, que se encarga de mantener la temperatura adecuada y afrontar termómetros por debajo de los cero grados. También hay que vigilar el nivel de aceite y su viscosidad, llenar al máximo nivel posible el depósito del líquido del parabrisas y añadir a éste un producto detergente que sea anticongelante para asegurar una correcta visibilidad a través de las lunas.

Puesta a punto y mantenimiento

Por el contrario, si el propósito es viajar a un lugar más cálido será interesante controlar el nivel del líquido de la batería (las más modernas sustituyen el líquido por una pasta o gel que no necesita mantenimiento), ya que con el calor puede descender y necesitar su reposición. Un exhaustivo control que se completa con el reemplazo de las piezas que se desgastan con el paso del tiempo y la vigilancia sobre:

  • El carburador, donde se produce la mezcla de gasolina y aire. Debe estar siempre limpio, al igual que el filtro del aire, y evitar que la gasolina entre en contacto con agua.
  • El termostato, que regula la temperatura del motor. Se trata de una válvula ubicada entre el motor y el radiador que se mantiene cerrada cuando el motor está frío y se abre cuando el motor se caliente para permitir el paso de agua y que la temperatura del motor no sea elevada.
  • El cárter, donde se deposita el aceite que permite la lubricación de las piezas que componen el motor. Estas piezas se encuentran en continua fricción entre sí, por lo que la falta de aceite provocaría un desgaste prematuro de las mismas. Para ello, es importante el cambio del filtro y del propio aceite para garantizar un correcto engrase.

En este último caso hay que tener especial cuidado en el arranque y parada del motor, porque una operación tan habitual como ésta, realizada con cierta frecuencia, “dificulta el engrase del motor y aumenta su desgaste, principalmente en la zona entre el pistón y cilindro y en los cojinetes, tanto de apoyo de cigüeñal como de cabeza de biela”, explica José María López. Siempre que tengamos que encender el motor debemos evitar acelerar innecesariamente, puesto que el aceite tarda unos minutos en calentarse y si no está a la temperatura adecuada, el rozamiento de las piezas produce un mayor desgaste. Asimismo, al parar el motor tampoco es conveniente acelerar porque los cilindros (elementos estructurales sobre los que se apoyan las demás partes del motor) quedan con una mayor cantidad de gasolina, que se condensa en las paredes y cae, lo que limpia la película de aceite que lubrica el roce con el pistón.

Tipos de motores

Según datos de Faconauto, federación que agrupa a los 3.000 concesionarios oficiales presentes en España, los españoles gastaron una media de 20.495 euros en la compra de su vehículo durante el pasado año, lo que supuso que cada comprador pagó un 6,2% más que en 2004. La mayoría de ellos se inclinó por la compra de modelos más grandes y más motorizados, con una potencia media de 113,2 caballos, datos que muestran una clara tendencia de los automovilistas por la adquisición de vehículos mejores, de mayor tamaño y mayor potencia, aseguran desde Faconauto.

El objetivo, por lo tanto, es fabricar motores que, a pesar de su tamaño y potencia, contaminen cada vez menos y se adapten a las características del conductor y la frecuencia con que se utiliza el vehículo. Por ello, cabe distinguir entre motores de gasolina, diesel, hidrógeno, híbridos o eléctricos:

  • Gasolina. También conocido como motor de explosión o cuatro tiempos, se basa en la mezcla de aire y gasolina, que se realiza en el carburador. Primero, el pistón alojado en el cilindro baja y aspira esta mezcla a través de la válvula (admisión). Luego sube, comprime la mezcla (compresión) y antes de que baje de nuevo salta una chispa en la bujía (explosión) que produce la explosión de la mezcla, cuya fuerza mueve el pistón hacia abajo y se aprovecha para poner en marcha el vehículo. El pistón vuelve a subir, arrastra y expulsa a través de la válvula de escape los gases producidos por la explosión (escape).
  • Diesel. Denominado motor de combustión, se basa en la mezcla de aire-carburante, que se lleva a cabo en los cilindros. En este caso, no se comprime la mezcla sino el aire, al que se inyecta luego el combustible. Constituye la principal alternativa al motor de gasolina, emite una menor cantidad de contaminantes en comparación con éste y su mantenimiento es más barato, aunque necesita más revisiones.
  • Hidrógeno. Está considerado el combustible del futuro porque reduce la dependencia de otros recursos y elimina las emisiones de CO2, causantes del efecto invernadero. Aunque ya se utiliza en algún modelo, su uso no está aún muy extendido.
  • Eléctricos. Su funcionamiento se basa en la energía eléctrica guardada en diversas baterías, mediante un sistema de generación y acumulación. Su principal problema es que necesita de una fuente externa para generar electricidad, lo que convierte a este motor en una posibilidad con muy poca autonomía y con necesidad de un mayor desarrollo. Ahora bien, su fabricación reduciría el uso del petróleo como combustible, puesto que sólo el 2% de la producción de electricidad depende de esta materia.
  • Híbridos. Un motor de este tipo es aquel que utiliza más de una fuente de energía, es decir, un motor de combustión interna y un motor eléctrico. La consecuencia es que no se producen gases de efecto invernadero, aunque el automóvil tiene mayor peso que un coche convencional porque el motor eléctrico necesita la presencia de baterías. El primer vehículo de motor híbrido apareció en el mercado en 1997, pero debido a su elevado coste de fabricación no se ha extendido demasiado. Su mecanismo permite que cuando el motor de combustión interna genera más energía de la necesaria para mover el automóvil, esa energía ‘sobrante’ es aprovechada por el motor eléctrico para cargar las baterías, que también ayudan al coche a circular. El resultado es un motor que hace menos ruido y se recarga más fácilmente que un motor exclusivamente eléctrico, aunque existe mayor riesgo de averías.

¿Diesel o gasolina?

Lo más importante a la hora de comprar un coche es estar seguro del uso que se va a hacer de él y el número de kilómetros que se recorrerán en un año. El cálculo para saber qué vehículo es el que más nos conviene se obtiene de una sencilla regla que establece, según la revista Coches.net, “que deben recorrerse un mínimo de 15.000 kilómetros al año para amortizar un coche diesel y que el usuario que cambia con frecuencia de coche (2-3 años) no rentabilizaría nunca la compra de un diesel”. En cualquier caso, lo más recomendable es calcular cuánto tardaremos en amortizar el automóvil en nuestra situación concreta, esto es, calcular el número de kilómetros que recorremos en un año por el precio de cada litro de combustible.

Una vez hechos los cálculos, llega la pregunta ¿diesel o gasolina? En la actualidad, los coches diesel son algo más caros que los de gasolina y también el coste de sus averías y mantenimiento.

Los coches diesel son algo más caros que los de gasolina y también el coste de sus averías y mantenimiento

Por el contrario, el combustible que utiliza es más barato, necesita menos carburante para cubrir una mayor distancia y el motor tiene una duración más prolongada. Además, ya no se trata de coches ruidosos o lentos. “Los motores diesel consumen menos que los de gasolina por tener una relación de compresión volumétrica mayor y por quemar mezclas pobres. Cuando se circula por ciudad, su consumo también es menor, lo que incide positivamente en el cómputo global del rendimiento efectivo”, considera José María López.

Por su parte, el motor de gasolina supone un mayor consumo de combustible, a un precio más elevado que el carburante de los motores diesel, pero su precio de venta es más barato y requiere un menor número de revisiones porque su composición es más sencilla. Cuando las piezas de un motor de gasolina se desgastan, el vehículo pierde compresión y prestaciones, y aumenta el gasto de aceite. El desgaste de piezas en motores diesel también conlleva la pérdida de compresión y un peor arranque, aunque la pérdida de prestaciones no es tan acusada. Se calcula que un motor diesel sobre el que no se reemplaza ninguna pieza por desgaste tiene una duración de 400.000 kilómetros, frente a un motor de gasolina que, en las mismas condiciones, dura algo más de 250.000 kilómetros.

Motor DieselMotor Gasolina
Más caros y con averías más costosasPrecio de venta más barato
Mayor número de revisiones*Menor número de revisiones*
Mejor rendimiento energético (más kilómetros por litro)Mayor consumo de combustible
Combustible más baratoCombustible más caro
Duración de motor: 400.000 kilómetrosDuración de motor: 250.000 kilómetros
Fuente: Instituto Universitario de Investigación del Automóvil.
*En la actualidad, la mayor parte de las revisiones están relacionadas con el control de los sistemas electrónicos del vehículo, ya sea diesel o gasolina, lo que ha contribuido a que el número de revisiones de uno y otro motor sea cada vez más parecido.
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