Entrevista

“Si el melanoma afecta solo a la epidermis, el pronóstico es excelente: la curación se acerca al 100 % de los casos”

Susana Puig, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Clínic de Barcelona
Por Francisco Cañizares de Baya 29 de junio de 2021
Susana Puig dermatóloga

El melanoma toma su nombre de los melanocitos, las células que pigmentan la piel, y surge por el daño que ocasiona sobre todo la radiación solar. La incidencia de este cáncer se ha duplicado en los últimos diez años en España: ha pasado de 3.200 casos en 2010 a 6.179 en 2020, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Susana Puig, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Clínic de Barcelona, incide en esta entrevista en la importancia de la prevención porque los factores de riesgo son conocidos y evitarlos está al alcance de la mano. Si se tuvieran en cuenta y todo el mundo se revisara los lunares con la misma disciplina con que se cepilla los dientes, no es exagerado decir que el melanoma sería un cáncer en vías de extinción.

¿Por qué, pese a las campañas de prevención, siguen aumentando los casos de melanoma?

Hay más casos reales de melanoma y también se diagnostican más porque los criterios histológicos han ido cambiando con los años. Por otra parte, la gente vive más y la incidencia de este cáncer aumenta mucho con la edad. Vemos un incremento muy importante de casos en personas de edad avanzada, de más de 70 u 80 años.

¿Estamos recogiendo la herencia de quemaduras solares de hace 30 o 40 años?

Sí, los casos de ahora pueden tener que ver con el gran aumento de exposición al sol que tuvimos en nuestro país en los años 60 y 70, cuando las normas de fotoprotección que se aplicaban no eran las correctas. Por ejemplo, en Cataluña vemos que el incremento es más importante en personas que tuvieron una exposición intensa al sol en aquellos años y, sin embargo, esa tendencia no se consolida en generaciones que han nacido más tarde.

¿Somos más conscientes ahora del peligro de la radiación solar?

Ahora hay muchas familias que evitan el sol a mediodía y empezamos a ver niños que están en la playa con su crema, camiseta y gorra. Las escuelas también tienen ya toldos durante el verano. En la infancia la campaña de fotoprotección que se está haciendo es muy buena. En la educación infantil existe una conciencia cada vez mayor.

¿Por qué es tan importante la fotoprotección en la infancia?

Los estudios epidemiológicos demuestran que una única quemadura durante la infancia ya incrementa el riesgo de melanoma en la edad adulta y que la radiación recibida en los primeros 15 años es la que más determina el riesgo de melanoma el resto de la vida. Sobre esto hay estudios muy interesantes hechos en Australia con la inmigración británica. Oceanía es el continente con mayor incidencia del mundo de melanoma.

¿Qué dicen esas investigaciones?

Demuestran que cuando los australianos emigran a Inglaterra, si lo hacen después de los 15 años de edad, mantienen el mismo riesgo de melanoma que si hubieran permanecido en Australia. Sin embargo, si es un británico el que se va a vivir a ese continente después de los 15 años, conserva el menor riesgo de sufrir un melanoma que presentan los británicos. Si el flujo de población se produce en el sentido contrario, ocurre justo al revés. Si un australiano de dos años de edad va al Reino Unido, adoptará el riesgo más bajo de los británicos, mientras que el británico que se desplace a Australia tendrá el alto riesgo de los habitantes de este continente. Hablamos mucho de protegerse en la playa, pero suelen olvidarse otras actividades al aire libre.

¿Qué riesgo entrañan las actividades al aire libre para la piel?

La actividad al aire libre es importante y hay que incentivarla, pero también hay que recordar que el sol no hace falta tomarlo. Es como la lluvia: no digo ‘tomo la lluvia’, si voy sin paraguas, me mojo. Cuando estamos al aire libre, la radiación está dañando nuestra piel continuamente. El cuerpo tiene mecanismos para reparar el daño, pero si hacemos exposiciones muy prolongadas, no puede hacerlo.

¿Hay un tiempo máximo de exposición?

Debemos evitar acumular sobre todo las exposiciones discontinuas porque favorecen la quemadura. Es mejor que cada día nos toquen diez minutos de sol a que nos expongamos el domingo durante 70 minutos seguidos.

¿Qué precauciones hay que tomar?

Si uno entrena al aire libre, conviene tener estrategias para minimizar el daño, como hacerlo a primera hora de la mañana o al final de la tarde. Solemos decir que hay que hacerlo cuando nuestra sombra es más larga que nuestra altura porque quiere decir que el sol es más oblicuo y tenemos más kilómetros de atmósfera que nos protegen de la radiación ultravioleta. La sombra es muy recomendable y utilizar gafas de sol y otras barreras físicas, también. Por supuesto, en las partes del cuerpo que queden descubiertas hay que utilizar fotoprotectores de alta protección. Cada vez proliferan más otras fuentes de radiación, como las cabinas de rayos UVA.

¿Las cámaras de bronceado tienen alguna relación con el melanoma?

Hay trabajos que demuestran que hay una epidemia de casos de melanoma en mujeres jóvenes en EE. UU. y en los países nórdicos asociada al uso de cabinas solares. Desde el punto de vista dermatológico, debemos considerarlas un hábito peligroso que incrementa el riesgo de melanoma y de cáncer de piel, además de favorecer el fotoenvejecimiento.

¿Deberían prohibirse?

La información no tiene que maquillarse, habría que desaconsejar su uso. La OMS considera las camas solares un carcinógeno como el tabaco. En muchos países se han prohibido por completo y en otros solo pueden utilizarse a partir de los 18 años. Aquí estamos en un limbo: incluso hay gimnasios donde las cabinas se usan sin control.

Si a pesar de todas las precauciones aparece un melanoma, ¿qué importancia tiene detectarlo cuanto antes?

Es fundamental. Solo el 30 % de los casos aparece en un lunar previo, el 70 % surge en uno nuevo que de entrada ya es melanoma. Por eso, cuando un lunar cambia o aparece uno diferente debería ser un motivo de consulta. Si el melanoma afecta solo a la epidermis, lo que conocemos como un melanoma in situ, tiene un pronóstico excelente. Con una pequeña cirugía la curación se acerca al 100 % de los casos.

¿Y en estadios más avanzados?

Cuando el melanoma es invasor, cada décima de milímetro que penetra en la piel aumenta un 1 % la mortalidad. Tiene una capacidad de metastatizar muy grande. Un tumor de 0,8 milímetros de grosor ya es potencialmente mortal. Uno de cinco milímetros de grosor podría tener una mortalidad cercana al 50 %.

La regla ABCDE del melanoma

Para diferenciar un lunar normal de un posible melanoma hay que fijarse en cinco rasgos que distinguen a cada uno de ellos. El control de los lunares debe hacerlo cada persona una vez al mes, y en el caso de duda sobre alguno de ellos, ir al médico. Las personas que tienen un alto riesgo de melanoma (por su color de piel) deben acudir periódicamente al especialista.

En los servicios de dermatología se toman imágenes de todo el cuerpo para controlar todos los lunares. “Algunas técnicas utilizan ahora luz polarizada para poder verlos más en detalle y los algoritmos de inteligencia artificial extraen esas imágenes y las analizan”, apunta Susana Puig.

Los cinco rasgos que deben controlarse son los siguientes:

  • A (asimetría). Si se divide un lunar por la mitad, ambas partes son simétricas. En cambio, en un melanoma una sobresale sobre la otra.
  • B (bordes). El del tumor es irregular y en ocasiones poco definido, borroso. En los lunares el borde es liso.
  • C (color). En un lunar es uniforme, mientras que los melanomas tienen varios tonos: marrón, rojizo, negro…
  • D (diámetro). Los tumores suelen medir más de 6 milímetros, los lunares son, por lo general, más pequeños.
  • E (evolución). Un cambio en alguno de los rasgos descritos puede ser un signo de malignización de un lunar.
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