Condenan a 4 años y 9 meses de cárcel a un doctor por vender pastillas adelgazantes prohibidas

Contenían dos psicotrópicos que podían dañar al corazón
Por EROSKI Consumer 31 de diciembre de 2002

Tras más de un mes de deliberaciones desde la conclusión del juicio, la Audiencia Provincial de Córdoba condenó ayer al doctor Antonio Miguel Bogas Cardeñosa a cuatro años y nueve meses de cárcel por el fraude de sus pastillas adelgazantes, que provocaron uno de los mayores escándalos sanitarios que se recuerdan en España a principios de los noventa.

Una década después de que dicho remedio afectara a centenares de pacientes repartidos por todo el país, el fallo judicial considera a Bogas Cardeñosa responsable de un delito contra la salud pública y otro de desobediencia por comercializar un fármaco supuestamente natural que contenía sustancias prohibidas. Además, la sentencia le atribuye otro delito de lesiones por las secuelas que sufrió María Dolores Azcoytia, una ama de casa de Cartagena que recibirá una indemnización de 49.710 euros por los 1.095 días que estuvo de baja y por la insuficiencia cardiaca que padece desde que ingirió el remedio del médico cordobés.

Azcoytia ha resultado ser la única damnificada personada en la causa contra el doctor Bogas, quien fabricó y distribuyó en 1992 más de nueve millones de píldoras adelgazantes que, en teoría, sólo contenían algas, cola de caballo, té negro y valeriana.

Pero, al contrario de lo que había declarado el facultativo al registrar el producto ante el Ministerio de Sanidad, dichas pastillas estaban compuestas por sustancias químicas que exigían receta médica. Así lo revelaron varios análisis efectuados por el Instituto Nacional de Toxicología, que descubrieron en el producto dos psicotrópicos que podían dañar al corazón, como el diazepán y el clordiazepóxido; un diurético de máxima eficacia como la bumetadina, que ocasiona la pérdida de cloro, sodio y calcio, y, por último, polvo de tiroides, que afecta al metabolismo.

A pesar de la orden de inmovilización dictada por la Audiencia Nacional cuando se descubrió el fraude, el médico continuó vendiendo su fórmula magistral a través de empresas de mensajería. Dicho fármaco era elaborado en un laboratorio que, como quedó de manifiesto en la vista oral, carecía de director técnico, por lo que «el burdo sistema de fabricación provocaba una falta de homogeneidad que aumentaba la peligrosidad de las pastillas».

En este sentido, la sentencia no sólo reprocha a Bogas que ideara un producto «con componentes peligrosos para la salud», sino también que «ocultara dichos elementos e hiciera constar únicamente las materias inocuas para conseguir la correspondiente autorización legal».

No obstante, el fallo de la Sección Primera de la Audiencia cordobesa absuelve al cirujano de los delitos de estafa y falsedad en documento que le imputaban las acusaciones particulares, ejercidas por la empresa distribuidora del fármaco y por un médico de Albacete que ya fue condenado por recetar dicho producto.

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