📌 Ya estamos en WhatsApp y Telegram. ¡Entra y síguenos!
Desde hace más de veinte años, DCA Ourense trabaja para apoyar tanto a la persona con daño cerebral como a su familia. Lo hace a través de dos servicios especializados:
- el servicio ambulatorio, que se centra en la rehabilitación en los primeros meses tras la lesión.
- el centro de día terapéutico, que ofrece atención continuada a quienes tienen más dependencia.
Ambos servicios funcionan bajo un modelo único que combina la atención clínica (fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional o neuropsicología) con un programa social (trabajo social y educación social), adaptado a las necesidades reales de Ourense.
¿Y si la persona ya está estable, pero necesita apoyo?
Con el paso del tiempo, muchas personas con daño cerebral alcanzan una cierta estabilidad. Ya no necesitan una rehabilitación intensiva, pero tampoco encajan en un centro de día pensado para personas con un nivel alto de dependencia. A menudo, son personas activas, que salen de casa, que quieren mantener su autonomía, pero que siguen viviendo con dificultades que afectan a su vida diaria: problemas de memoria, de comunicación o, simplemente, la necesidad de sentirse parte de un grupo que las entienda.
Para este perfil, la asociación está estudiando la creación de un tercer servicio: un centro social específico para personas con daño cerebral leve o moderado, que ya están en fase crónica.
Este nuevo recurso estaría “a medio camino” entre el servicio ambulatorio y el centro de día. Un lugar pensado para mantener capacidades, fomentar relaciones sociales y prevenir el aislamiento. Sería un espacio de encuentro, formación, participación y ocio adaptado. Y, sobre todo, un espacio pensado para quienes lo necesitan y creado con su propia voz.

Retos para poner este servicio en marcha
Como todo proyecto innovador, este nuevo servicio que plantea la asociación también enfrenta diversos obstáculos.
El más importante es la participación. Muchas de las personas que formarían parte de este grupo no se sienten “usuarias de servicios sociales”. Llevan vidas bastante autónomas, se mueven por la ciudad, incluso trabajan o participan en otras actividades. Por eso, cuesta que vean la utilidad de un centro de este tipo. Algunas piensan que “no lo necesitan”, aunque sí podrían beneficiarse de él.
Además, las familias tampoco perciben la necesidad con la misma urgencia que en los momentos iniciales del daño cerebral. Ya no tienen tanta carga de cuidados ni tantas urgencias médicas. Esto hace que también sea difícil motivarlas para participar de forma activa en este nuevo recurso.
Otro reto es el encaje institucional. Este tipo de servicio no existe todavía como modelo específico dentro del sistema público de atención. Hay centros sociales, sí, pero no están especializados en daño cerebral. Por tanto, hay que explicar muy bien qué es este servicio, por qué es necesario y a quién va dirigido.
Por último, está el reto de la financiación. Al tratarse de un perfil menos dependiente, no siempre encaja en los criterios clásicos de ayudas o subvenciones. Esto obliga a buscar fórmulas nuevas, combinar fondos y, sobre todo, demostrar el valor social de lo que se quiere hacer.

Retos… pero también oportunidades
A pesar de las dificultades, este nuevo servicio también abre grandes oportunidades. Puede ser una vía para que muchas personas se reenganchen a la vida social tras años de aislamiento. Puede ayudar a frenar el deterioro que a veces aparece con el tiempo. Y, sobre todo, puede dar respuesta a una necesidad real que ahora mismo no está cubierta.
Desde la asociación DCA Ourense se sigue trabajando con ilusión en este proyecto. Porque creemos que cada persona con daño cerebral merece un lugar donde sentirse comprendida y acompañada. Y porque seguimos convencidos de que una vida con daño cerebral también puede ser una vida plena.
✍️ Artículo escrito por Cristina Álvarez Romero, psicóloga sanitaria, y Tatiana Estévez Pereira, educadora social.


