El 80% de los españoles adultos tienen un problema bucal que necesita tratamiento, según una encuesta

La prevención desde pequeños es barata y resulta altamente rentable
Por EROSKI Consumer 8 de octubre de 2002

Las declaraciones de la ministra de Sanidad sobre la ampliación de las prestaciones en salud bucodental han sido acogidas con satisfacción por más de uno, no en vano el 80% de la población adulta española tiene un problema que necesita tratamiento y, por el momento, no se lo costea la Sanidad pública, según la Encuesta de Salud Oral en España 2000. «Todos los programas de asistencia dental que tienen las comunidades sólo cubren la etapa infantil, hasta los 14 años», comenta el doctor Blas Noguerol, vocal del Comité Ejecutivo del Consejo General de Odontólogos y coordinador de dicha encuesta.

Hoy por hoy, explica, los Programas de Asistencia Dental para la Infancia (PADI), que se están empezando a implantar en algunas autonomías, sólo cubren a los niños de 6 años y tardarán al menos 8 en extenderse hasta los 14. A partir de esta edad, nadie en España tiene cubierta la salud bucodental. El País Vasco y Navarra son las dos únicas comunidades que tienen programas de asistencia infantil desde hace 10 años (ahora cubren desde los 6 años hasta los 14). Las demás están empezando: Andalucía acaba de comenzar el abordaje del primer grupo de edad, los 6 años.

A partir de los 14, no existe ninguna previsión de cobertura pública. «No hay ningún plan para las edades adultas. Hay que pensar que por problemas de recursos porque, así como las actuaciones preventivas en los niños son baratas y rentables, en los adultos hay mucha patología y se requiere una intervención más complicada, con recursos humanos y materiales mucho mayores. Además, los tratamientos protésicos disparan los precios», explica Noguerol, quien no prevé que haya intención de asumir este esfuerzo por parte de los poderes públicos. «Si se pensara universalizar el coste que se va a dedicar a los niños, habría que multiplicarlo por muchos enteros para cubrir a los adultos. En cualquier caso, los dentistas españoles apoyaremos cualquier plan que nos propongan, siempre que reúna las adecuadas condiciones asistenciales y científicas», afirma.

Los resultados de la encuesta realizada en el año 2000, comparados con la que se llevó a cabo en 1993, permiten comprobar que la salud bucodental de los españoles evoluciona favorablemente. El futuro parece halagüeño porque la prevención en la edad infantil ha aumentado en ese septenio y ha dado grandes rendimientos. Pero buena parte de los adultos jóvenes arrastran las consecuencias de años de descuido, y la tercera edad sufre en su mayoría una situación penosa.

Las dos patologías bucodentales más prevalentes son la caries y la enfermedad periodontal. A partir de los métodos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la encuesta se establecieron tres grandes franjas de edad: infantil (niños de 12 años), adultos jóvenes (35-44 años) y adultos mayores (65-74 años).

La caries es una enfermedad destructiva de los tejidos del diente producida, sobre todo, por los efectos de los hidratos de carbono, en especial los azúcares. Las bacterias anidan en los restos que quedan adheridos a las piezas dentarias. Así comienza el proceso de descalcificación que da paso a la caries. Si no se ataja, la destrucción progresa hasta que llega al nervio y se dispara el dolor. Por eso hay que tener cuidado ante la atracción que ejercen entre los jóvenes la bollería industrial y los refrescos.

Es curiosa, al respecto, la acotación que hace el doctor Manuel Alfonso Villa Vigil, presidente del Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España. «Estudios epidemiológicos han demostrado que no resulta tan agresivo ingerir gran cantidad de una vez como hacer varias tomas en cortos periodos de tiempo. Esto tiene su explicación. A partir del azúcar, las bacterias que hay en la boca fabrican ácidos que atacan el esmalte y desmineralizan el diente. Pero la saliva, que actúa como protectora, neutraliza los ácidos en veinte minutos, y además contiene calcio, aunque en muy baja cantidad. Por eso, en cuatro o cinco horas, gracias a la saliva los dientes recuperan los minerales perdidos. Si tomamos azúcar entre horas, no damos tiempo a esa recuperación».

Como se trata de un proceso acumulativo, en la encuesta se han tenido en cuenta tanto las caries que ya habían sido tratadas como las actuales, por lo que se puede apreciar que entre los niños de 12 años la evolución desde 1993 ha sido muy positiva: si aquel año el 68% tenía alguna caries, en 2000 la proporción se ha reducido al 43% (25% menos). Entre los adultos jóvenes la reducción no ha sido tan notable: hemos pasado del 99,2 al 96%, una proporción que sigue siendo muy alta. Y en los adultos mayores, la tendencia aumenta: del 96 al 98,5%.

¿Por qué ha disminuido la caries, en general? Los odontólogos sugieren que por el mayor consumo doméstico de productos fluorados y la mejora de la higiene bucal; también puede influir que en los últimos años se consumen menos azúcares que en los 70.

La situación global no es tan halagüeña cuando se habla de periodontitis, una enfermedad importante que puede terminar con la pérdida de las piezas. Es el gran problema en la edad adulta, en la que, en cambio, la aparición de caries empieza a remitir.

Las enfermedades periodontales tienen dos formas de manifestarse: gingivitis y periodontitis (lo que popularmente se conoce como piorrea). La gingivitis, que consiste en la inflamación de las encías, es una infección producida por bacterias y se relaciona principalmente con la falta de higiene bucal. La encuesta la ha detectado en el cien por cien de la población adulta y en la mitad de los jóvenes de 15 años. Pero se trata de un cuadro leve, reversible, que puede solucionarse con unas buenas medidas de higiene.

Sin embargo, no siempre es así: un cierto número de personas con gingivitis desarrolla periodontitis, que se produce cuando las bacterias destruyen de forma irreversible los tejidos que sujetan el diente, de los que el más importante es el hueso alveolar. El diente, sin sujeción, empieza a moverse y termina cayéndose. La acción de la placa bacteriana es determinante: se va introduciendo entre la encía y el diente hasta formar unos fondos de saco o bolsas con pus.

La periodontitis supone un problema de primera línea: afecta a uno de cada cuatro adultos de 35 a 44 años y al 44% de los mayores de 65. Se diagnostica tarde porque no da síntomas. El primer aviso es el sangrado de encías (una encía sana nunca debe sangrar), pero esto se considera normal y no se le presta atención.

Además, una importante porción de la población es fumadora, y el tabaco enmascara los síntomas: la encía no sangra porque la nicotina actúa como vasoconstrictor y reduce el riego sanguíneo. Esto, al mismo tiempo, debilita la encía, que a través de la sangre debe recibir las defensas para hacer frente a la infección. Y algo más: «El tabaco produce sequedad, es decir que fabricamos menos saliva, y por esta vía también perdemos protección», añade el doctor Villa Vigil.

El resultado de todo esto es que se acude al dentista demasiado tarde, cuando la pieza ya se mueve. «La pérdida de dientes es una mutilación -afirma tajante el doctor Noguerol- porque, además, produce secuelas funcionales, estéticas, sociales y psicológicas».

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