¿Es posible convertirse en adicto a ChatGPT?

No hay evidencia científica sólida que demuestre que el uso de chatbots de inteligencia artificial causen una adicción clínica comparable al consumo de drogas, alcohol o al juego
Por Sonia Recio 18 de agosto de 2025
ordenador IA
Imagen: janeb13
Cada vez es más frecuente ver a personas interactuando con asistentes virtuales de inteligencia artificial (IA) en el metro, en cafeterías o incluso mientras caminan por la calle. Consultan sobre destinos para el fin de semana, piden consejos sobre relaciones o, simplemente, buscan entretenerse unos minutos. Sin embargo, pese a su creciente popularidad, no existe evidencia científica que demuestre que el uso habitual y constante de herramientas como ChatGPT conduzca a una adicción clínica comparable al consumo de drogas, alcohol o al juego compulsivo. Lo acaba de afirmar un estudio internacional en el que participa la Universitat de València (UV), que abordamos a continuación.

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¿Somos realmente adictos a ChatGPT?

El uso creciente de herramientas de inteligencia artificial, como ChatGPT, ha encendido las alarmas en algunos sectores de la sociedad; advierten sobre una posible adicción a estos chatbots comparable a la provocada por el alcohol, la cocaína o el juego patológico. Sin embargo, un reciente estudio internacional publicado en la revista Addictive Behaviors cuestiona esta idea: no existe evidencia clínica suficiente para hablar de una adicción en términos médicos.

El equipo investigador —formado por Víctor Ciudad-Fernández (Universitat de València, España), Cora von Hammerstein (Université Paris Cité, Francia) y Joël Billieux (Universidad de Lausana, Suiza)— analizó diversos estudios que intentaban medir la supuesta adicción a ChatGPT y detectó un problema metodológico de fondo: muchos de esos trabajos utilizaban escalas derivadas de cuestionarios diseñados para evaluar adicciones químicas.

“Aplicar conceptos como ‘tolerancia’ o ‘síndrome de abstinencia’ para evaluar si alguien usa demasiado un chatbot, es como diagnosticar adicción a bailar con los mismos criterios que la heroína”, señala Ciudad-Fernández. Los investigadores también recuerdan que el “pánico moral” ante nuevas tecnologías no es un fenómeno nuevo. A lo largo del siglo XX se llegó a hablar de adicción a la radio, la televisión e incluso a Internet, pero ninguna de esas alarmas contó con respaldo científico que validara tales diagnósticos.

IA en el móvil
Imagen: Pexels

Replantear el discurso sobre la adicción a la IA

Los investigadores proponen cambiar la mirada sobre el uso de ChatGPT y otros asistentes virtuales. Lejos de confirmar una adicción clínica, el estudio sugiere que un uso intensivo de estas herramientas no implica consecuencias graves para los usuarios en la mayoría de los casos.

Estas son las principales conclusiones del trabajo:

👉 Sin evidencia de daño clínico

Los trabajos analizados no han demostrado efectos negativos significativos en la vida cotidiana de los usuarios, como deterioro funcional grave o afectaciones psicológicas profundas. Hoy en día, no se puede hablar de una adicción con base clínica sólida.

👉 Motivaciones saludables

El uso frecuente de ChatGPT suele estar vinculado a la curiosidad, el aprendizaje o la gestión emocional en situaciones de estrés e incertidumbre. En muchos casos, se trata de un uso adaptativo, no patológico.

👉 Riesgo de sobrepatologización

Etiquetar cualquier conducta intensa como adictiva podría trivializar el término. “Si todas las conductas en las que una persona se implica pueden ser consideradas adictivas, entonces todo puede ser una adicción y el término pierde su significado”, señala el Ciudad-Fernández. “Hoy en día existen artículos científicos sobre adicción al tango argentino, a la pesca o al bronceado, pero la evidencia científica que respalda estos constructos es mínima”, añade.

👉 El riesgo de estigmatizar

Etiquetar prematuramente el uso de la IA como adictivo puede tener consecuencias sociales negativas: desde estigmatizar a los usuarios hasta promover tratamientos innecesarios o normativas basadas en supuestos no validados por la ciencia.

👉 Un cambio de enfoque necesario

Para los autores, la clave no está en hablar de adicción, sino en analizar cómo y por qué utilizamos estas herramientas. “Este estudio propone un cambio de perspectiva: en lugar de patologizar el uso de la inteligencia artificial, es más importante analizar cuándo y por qué su uso se vuelve problemático”. El objetivo, concluyen, debe ser promover un uso consciente y equilibrado, lejos de discursos alarmistas sin respaldo empírico.

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Imagen: geralt

Guía para un uso saludable de la inteligencia artificial

La inteligencia artificial puede ser una gran aliada. La clave está en cómo la usamos, sin perder de vista que lo más valioso sigue estando fuera de la pantalla. Para que esta relación digital no se vuelva una dependencia, podemos seguir estas pautas sencillas:

  • No reemplaces el vínculo humano. Alterna la interacción con la IA con conversaciones reales y actividades presenciales. Puede complementar, pero nunca sustituir, la conexión emocional auténtica.
  • Reflexiona sobre el uso. Pregúntate si realmente te está ayudando o si la usas como vía de escape ante situaciones difíciles.
  • Establece límites de uso. Define cuánto tiempo al día le dedicas y con qué propósito.
  • Busca ayuda profesional. Los chatbots pueden ser útiles como apoyo puntual, pero nunca deben sustituir el diagnóstico ni el tratamiento de los especialistas en temas sensibles, como los relacionados con la salud.
  • Úsala como herramienta, no como sustituto. Aprovéchala para organizar ideas, aprender o potenciar tu creatividad, sin convertirla en tu única fuente de apoyo.
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