Higiene genital masculina y femenina

Los genitales masculinos y femeninos deben enjabonarse y lavarse a diario, aunque es preciso saber cómo hacerlo de manera correcta
Por Montse Arboix 7 de agosto de 2015
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Imagen: volokhatiuk

Ducharse es una rutina diaria para la mayoría de las personas y no tiene mayor secreto. Sin embargo, la higiene genital precisa de unos cuidados específicos para mantener en óptimas condiciones de salud esta zona del cuerpo, a la que no siempre se le presta la atención necesaria. ¿Cómo se realiza una buena higiene de los genitales? ¿Cuáles son las medidas que hay que tener en cuenta? ¿Qué aporta la utilización de productos específicos, como los geles o jabones con pH neutro? En este artículo se da respuesta a estas y otras cuestiones en torno a la higiene genital masculina y femenina.

La ducha diaria forma parte de la higiene de muchas personas. Ya sea para despejarse por la mañana, para relajarse después de una jornada dura, después de practicar actividad física o solo para mitigar el calor en la época en que las temperaturas aprietan, se ha convertido en una rutina. Sin embargo, las voces expertas recomiendan no excederse en su frecuencia ni tampoco en el uso de productos químicos, ya que tanto el exceso de agua como de jabones puede alterar el manto lipídico de la piel, que le confiere protección.

Pero, ¿qué sucede con los genitales? ¿Cuáles son las medidas que hay que tener en cuenta en su higiene? Los genitales, tanto los masculinos como los femeninos, son zonas del cuerpo a las que hay que dedicar una atención especial. Junto con los pies y las axilas, los genitales son partes que deberían ser enjabonados a diario, igual que sucede con las manos, cuya frecuencia debería ser muy superior, para evitar la transmisión de gérmenes. Sin embargo, la higiene íntima no hay que hacerla de cualquier manera.

Higiene genital femenina

Las duchas vaginales eliminan la flora vaginal protectora y pueden favorecer las infecciones

La higiene íntima femenina tiene una norma de oro que es trasladable a cada vez que se va al baño: los movimientos de limpieza siempre deben ser de delante hacia atrás. Esta acción es fundamental para evitar pasar los gérmenes del área anal a la vaginal, que podrían provocar infecciones. De igual manera se debe proceder en el secado, con una toalla distinta a la del resto del cuerpo, utilizando distintas partes de la toalla, si se realiza de forma repetida, y ser muy minuciosa en el secado de los pliegues.

La frecuencia depende de la actividad física de cada día y de si se tienen pérdidas de orina, pero con la ducha de la mañana sería suficiente. Eso sí, «es preciso usar productos con pH adecuado a cada etapa de la vida de la mujer», puntualiza Gema García Gálvez, ginecóloga y responsable de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Quirón de Madrid.

Durante la menstruación, no hay por qué lavarse con más frecuencia. La especialista recomienda, si se opta por emplear productos más saludables para la higiene en estos días, el uso de la copa menstrual y jabones con pH menos ácido.

Al adquirir productos para la higiene íntima se debe tener en cuenta que sean respetuosos con el pH vaginal, «que aporten hidratación sobre todo en la etapa de la postmenopausia, y si se tiene tendencia a molestias genitales, buscar productos con componentes como bardana, camomila o aloe, ideales para piel y mucosas sensibles. Por supuesto, para una tolerancia óptima, lo idóneo es que no contenga parabenos, colorantes, etc.», señala. De hecho, la vulva no deja de ser piel y para su higiene valen los geles de baño corporales. Sin embargo, la vagina tiene un ecosistema muy especial y a la flora vaginal hay que cuidarla porque su desprotección puede conllevar molestias y flujo desagradable.

A partir de la perimenopausia la experta aconseja usar productos de higiene íntima con pH más básico; cremas, comprimidos o el anillo con estrógenos, según indicación del ginecólogo; y, en caso de pérdidas de orina, absorbentes hipoalergénicos que garanticen una absorción adecuada.

En cuanto a las toallitas diseñadas para la higiene genital femenina (como las enriquecidas con ácido L-láctico biológico, que preservan la microflora vaginal), esta especialista las recomienda (mientras que no contengan excipientes alergénicos o que resequen la piel de la vulva) como opción para viajes y situaciones especiales (campamentos, excursiones, etc.). De igual manera sucede con los desodorantes íntimos que estuvieron muy de moda hace unos años. ¿Hacen falta? «Pues la verdad, no veo la necesidad de su uso, una higiene adecuada es suficiente, si acaso productos hidratantes en situaciones de sequedad vulvovaginal y ropa interior de algodón», aclara.

Con todo, la higiene genital femenina peca, a menudo, de ser excesiva. La mayoría de las veces se debe a falsos mitos culturales que esgrimen que el flujo huele mal (que no es cierto, a no ser que haya una infección) o que está «mal» tener secreciones. Por este último motivo muchas mujeres se realizan las nocivas duchas vaginales. Sin embargo, los especialistas no las recomiendan, a no ser bajo prescripción, ya que eliminan la flora vaginal protectora y pueden hacer que se sea más susceptible a las infecciones y propagar las existentes a los órganos de la pelvis.

Higiene íntima masculina

Durante la ducha y después de mantener relaciones sexuales, hay que retirar el prepucio hacia atrás y limpiar el glande

De igual manera que las mujeres, los hombres deben lavarse los genitales cada día. Detrás del borde del glande y bajo el prepucio, hay unas glándulas que secretan una sustancia viscosa denominada el esmegma, que se acumula en el surco balanoprepucial, sobre todo en aquellos varones no circuncidados. Esto exige una extremada higiene ya que, además de producir un fuerte olor, puede ser el origen de irritaciones y de infecciones por hongos y bacterias.

Por este motivo, cada día durante la ducha y siempre después de mantener relaciones sexuales, hay que retirar el prepucio completamente hacia atrás y limpiar con minuciosidad el glande con agua y jabón para dejarlo libre de secreciones. También hay que lavar bien, con agua y jabón, el resto del pene y los testículos. Una vez bien aclarados, se debe proseguir con un secado escrupuloso, con una toalla distinta a la del resto del cuerpo. Hay que prestarle mucha atención a las zonas inguinales, ya que un exceso de humedad o sudor son el ambiente idóneo para la proliferación de hongos y bacterias.

Y si para la higiene íntima femenina hay disponibles multitud de productos, para ellos también. En el mercado pueden encontrarse geles, jabones o toallitas de diferentes marcas. Los productos diseñados para la higiene íntima masculina, además de llevar sustancias con capacidad limpiadora (detergente), se publicitan con capacidad antiséptica, hidratante, desodorante e, incluso, antioxidante, según el caso. Hay que tener en cuenta que para una piel masculina sin problemas de sensibilidad u otras alteraciones que precisen de un tratamiento específico, estos productos cosméticos alivian síntomas como exceso de sudoración o prurito, pero si se trata de un problema que se dilata en el tiempo o se agudiza, lo mejor es consultar con un dermatólogo por si es necesario un tratamiento concreto.

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