Hospitales británicos extrajeron sin permiso miles de cerebros de personas fallecidas

El Gobierno todavía no ha regulado esta práctica, que continúa siendo legal en el país
Por EROSKI Consumer 11 de mayo de 2003

La historia de los «órganos robados» en el Reino Unido no es nueva ni desconocida. Al menos desde hace cuatro años se viene descubriendo que en la mayor parte de los hospitales del país reinaba la costumbre de conservar todo tipo de órganos e incluso tejidos de personas que habían fallecido en ellos sin consentimiento de los pacientes ni de sus familias. En la mayor parte de los casos, esos especímenes estaban destinados a las colecciones anatomopatológicas de los hospitales, aunque algunos centros llegaron a traficar con órganos robados, incluso hasta el punto de llegar a vender los timos de niños fallecidos a empresas farmacéuticas.

Según adelantaba ayer el «Times», mañana, lunes, se hará público el informe elaborado por una Comisión encargada por el ministro de Sanidad, Alan Milburn, de investigar la denuncia formulada por una mujer a cuyo marido, suicidado en 1987, le había sido retirado el cerebro sin consentimiento alguno en el Hospital Universitario de Manchester. El informe dirá que cerca de 24.000 cerebros extraídos sin autorización todavía se encuentran en las colecciones de hospitales y facultades de medicina del Reino Unido.

Por regla general, los cerebros pertenecían a pacientes con depresiones o enfermedades mentales de otro tipo y su destino evidente era el estudio. Pero esto es sólo la teoría. Como ya se ha revelado en otras investigaciones de este mismo tipo, lo que sucede con buena parte de esos órganos es que acaban olvidados en algún desván o sótano de los hospitales.

Las primeras investigaciones oficiales sobre el tema comenzaron hace mucho tiempo y los principales resultados se conocieron hace ya casi tres años, cuando sendas comisiones nombradas por el antecesor del señor Milburn, Frank Dobson, se hicieron públicas. El resultado se aproximaba a lo alucinante: en este país se almacenan no menos de 104.300 órganos, fetos y partes del cuerpo, el 88 por ciento de ellos en 25 hospitales que suelen tener acuerdos con las universidades locales (tras Liverpool, las colecciones más importantes están en Oxford, el Imperial College de Londres, Great Ormond Street de Londres y Royal Brompton, también en la capital).

De las más de 100.000 partes mencionadas al principio, 47.000 fueron incluidas en las colecciones hospitalarias antes de 1970. Además, se reunieron 2.700 fetos prematuros o inviables. También se recogieron 480.600 muestras de tejidos. Desde 1970 hasta 1999 se les unieron 51.500 partes más, así como 2.900 nuevos fetos.

Con todo, la cifra original debía ser aún mayor, pues en los años que median desde que se iniciaron las investigaciones, al menos otros 27 centros sanitarios se han deshecho de la mayor parte de sus colecciones anatomopatológicas, normalmente mediante la incineración. Los informes indican, además, que 16.500 muestras son por completo ilegales y pueden proceder de autopsias tras las cuales los órganos investigados debieran haber sido devueltos a sus cuerpos.

En el Alder Hey Hospital de Liverpool, centro sanitario donde comenzaron a conocerse estas prácticas, se realizaron 6.500 intervenciones cardiacas en niños entre 1970 y 1999. La mortalidad, que en 1970 era del 20 por ciento, disminuyó a un 3,6 por ciento en 1999. En el caso de los recién nacidos la mortalidad bajó del 75 al 6 por ciento. Aunque no sea el único factor, no cabe duda de que las colecciones anatomopatológicas del hospital contribuyeron a ese significativo avance.

La práctica de retirar órganos sin consentimiento no puede ser castigada porque la ley británica no lo prohíbe de forma expresa. El ministro Milburn prometió en 2001 que propondría una enmienda de la Ley de Tejidos Humanos, pero hasta el momento no se ha producido el menor movimiento legislativo. No obstante, el Servicio Nacional de Salud envió hace tiempo nuevas normas a los hospitales en las cuales se advertía sobre lo impropio de proceder a las extracciones sin permiso del paciente o de su familia.

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