Ingenios mecánicos, animales y cultivos en laboratorio, nuevas fuentes de órganos

El trasplante multivisceral realizado a la joven Leyre vuelve a poner de actualidad esta cirugía
Por EROSKI Consumer 27 de febrero de 2003

Aunque un trasplante en España ya no es noticia, el caso de la joven de 16 años que el pasado día 6 de febrero recibió, en una sola intervención, seis nuevos órganos, ha vuelto a poner de actualidad una cirugía que no deja de salvar vidas.

A Leyre se le realizó en el Hospital La Paz, en Madrid, el primer injerto completo de aparato digestivo de nuestro país. Y ahora sólo hay que dejar pasar el tiempo para que sus nuevos intestino, estómago, duodeno, páncreas, hígado, más un riñón, superen los dos grandes enemigos de este tipo de intervenciones: las infecciones y el riesgo de rechazo. Si todo va bien, la joven de Vitoria podría salir de la Unidad de Cuidados Intensivos en breve y empezar paulatinamente a tomar sus primeros alimentos después de permanecer cinco años sin poder probar un solo bocado a causa de su enfermedad.

Este trasplante multivisceral tan complejo es excepcional, aunque también una muestra de cómo se ha perfeccionado esta cirugía en España. Desde 1992 se han ido superando marcas ininterrumpidamente. España es el país con mayor tasa de donantes (33,7 por millón de habitantes), el único en el que se ha reducido la lista de espera para trasplante renal y el que mantiene los tiempos más bajos para recibir un corazón o un hígado. Este modelo se basa en una perfecta sincronización de los 139 equipos de coordinación hospitalaria dedicados a este fin y, sobre todo, en la generosidad de donantes y familiares. La tasa de donación es lo que está permitiendo que esta parcela de la Medicina haya alcanzado este nivel de especialización.

Actualmente, hasta 43 piezas humanas se pueden trasplantar, desde cartílagos a órganos principales. Pero, pese a los avances, aún quedan numerosos retos. Algunos son tan ambiciosos como el deseo de encontrar algún día una fuente de órganos inagotable que acabe con las listas de espera.

Tres opciones

En este punto contamos con tres posibilidades que aún no han avanzado lo suficiente como para que se consideren una opción real a medio plazo: la utilización de animales (xenotrasplantes), a partir de cerdos o de primates; la «fabricación» de órganos en laboratorio a partir de células madre y el desarrollo de ingenios mecánicos que suplan las funciones de los sistemas humanos.

En xenotrasplantes nunca se ha avanzado tanto, pero aún no se han resuelto muchos de los problemas inmunológicos -para evitar el rechazo del órgano huésped- y fisiológicos, pues se duda de la capacidad de adaptación del órgano a las necesidades del receptor a largo plazo. Quienes investigan en esta línea explican que ya se utilizan válvulas cardiacas de cerdo, el animal cuya fisiología es más parecida a la humana. Pero no exacta: no produce las mismas proteínas ni hormonas, no tiene la misma escala de grupos sanguíneos; la viscosidad de la sangre es distinta, y la vida media de un cerdo (y, por tanto, de sus órganos), se sitúa alrededor de los diez años, lo que se aleja mucho de la humana.

Pero, sobre todo, preocupa el riesgo de transmisión al ser humano de enfermedades graves que son desconocidas o que resultan benignas para el animal donante. En este caso, el peligro potencial no sería sólo para el receptor, sino quizá para toda la Humanidad. Determinados microorganismos propios de la fisiología del cerdo, e inocuos para este animal, podrían transmitirse al hombre y resultar letales. Y a la inversa: habrá que saber cómo responde el órgano animal trasplantado ante microorganismos inofensivos para el hombre. Si se trata de encontrar una fuente inagotable, los expertos descartan la posibilidad de los primates, que se crían mal en cautividad y sólo tienen una o dos crías por camada.

Otra alternativa es «producir» piezas en laboratorio (como ya se hace con la piel y con células musculares, por ejemplo) a partir de tejidos cultivados contando con células procedentes del propio paciente, para evitar el rechazo al implantarlas. La investigación con células madre de adulto y embrionarias está aún en sus albores y provoca una fuerte sensibilidad social.

Ingenios mecánicos

Una vía más artificial es intentarlo con ingenios mecánicos. El esfuerzo se centra, sobre todo, en desarrollar corazones artificiales. Se lleva años perfeccionando un mecanismo que pueda convertirse en un motor similar al corazón humano. Hasta el momento, la experiencia ha sido infructuosa. La última esperanza se rompió el 7 de febrero al fallecer Thomas Christerson, la persona que había logrado sobrevivir más tiempo con un corazón artificial. Después de 17 meses con un corazón de titanio, la muerte le sobrevino debido al desgaste de una membrana. Los otros seis enfermos cardiacos desahuciados que recibieron el mismo modelo fallecieron poco después de las intervenciones.

Pese a los malos resultados, «debemos ser optimistas», opina el doctor Juan José Rufilanchas, jefe del Servicio de Cirugía Cardiaca del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, y el primer cardiólogo español que implantó un corazón artificial en España. «Si se tuvieran los fondos suficientes sería factible conseguir un mecanismo que pudiera suplir al corazón a largo plazo, no sólo como un puente para mantener con vida al paciente», señala.

También existe el hígado artificial, pero sólo como soporte mientras se espera que llegue el órgano adecuado. Es una máquina que filtra la sangre y, en sucesivas sesiones, ayuda al paciente a desintoxicarse, de modo similar a como actúa la diálisis en los afectados de insuficiencia renal crónica, como explica el doctor José Mir Pallardó, jefe de la Unidad de Cirugía y Trasplante Hepático del Hospital La Fe, de Valencia.

Sirve como órgano «puente» en insuficiencias hepáticas agudas y también para otras afecciones crónicas del hígado que, aunque lleguen a una situación desesperada (por una cirrosis, por ejemplo), ya no pueden entrar en urgencia 0. Se considera de urgencia 0 al paciente que se encuentra en situación hepática terminal y precisa un órgano en no más de dos o tres días; sólo se admiten hepatitis agudas fulminantes, añade este especialista.

Las alternativas de trasplante de hígado son la donación a partir de un fallecimiento y el «split» o partición del hígado a partir de un donante vivo. Conseguir un ingenio que reproduzca la compleja función hepática, hoy por hoy, se descarta.

Para la directora de la Organización Nacional de Trasplantes, Blanca Miranda, existen también otros retos «más prosaicos, pero también más cercanos a los miles de pacientes trasplantados». Mejorar la supervivencia del injerto y la calidad de vida de la persona que ha recibido un trasplante son dos cuestiones esenciales para el avance de esta rama de la Medicina. La aplicación de la farmacogenómica a los tratamientos inmunosupresores será un paso definitivo porque permitirá hacer protocolos de inmunosupresión a la carta, a la medida de cada paciente. «En función de la capacidad de respuesta de los enfermos o la predisposición genética podremos regular las dosis, mejorar la combinación de fármacos para evitar el rechazo y reducir la toxicidad», explica.

Además hay que tener en cuenta las infecciones, «por lo que hacer un diagnóstico precoz será esencial para afrontar mejor este problema», así como luchar contra la pérdida crónica de los injertos a los ocho o nueve años de su implantación.

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