Intoxicaciones en niños: cuidado con la lejía y otros productos de limpieza

Saber cómo actuar tras la ingestión fortuita de productos tóxicos disminuye la gravedad de las lesiones en los más pequeños
Por Clara Bassi 13 de noviembre de 2011
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Imagen: Mactrunk

La ingesta de lejía y otros productos de limpieza cáusticos es la segunda causa de intoxicación en los niños españoles. En su mayoría, esto ocurre en menores de cinco años, quienes al explorar consumen de manera fortuita estos líquidos tóxicos. Cualquier descuido en la vigilancia de los pequeños o guardar estos productos fuera de su recipiente original puede provocar accidentes. Cuando ocurren, cerca del 50% de las familias toman medidas contraindicadas que pueden ocasionar lesiones digestivas graves. Este artículo describe qué intoxicaciones son más frecuentes en los niños, por qué se producen y qué maniobras están desaconsejadas. También explica cuáles son los primeros auxilios ante una posible intoxicación y qué medidas de almacenaje hay que adoptar con los productos domésticos y de limpieza.

¿Cómo actuar cuando un niño ingiere lejía u otros productos domésticos? De forma errónea, muchos adultos ante un accidente de este tipo dan de beber agua a los pequeños o les intentan provocar el vómito, dos maniobras desaconsejadas. Así lo ha constatado un estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Sant Joan de Déu, de Esplugues de Llobregat (Barcelona), publicado en Anales de Pediatría, que concluye que uno de cada 300 niños que han visitado ese servicio acudió a él por una posible ingestión de un tóxico.

Intoxicación por ingesta accidental de productos cáusticos

Según datos de este hospital de referencia en pediatría, ginecología y obstetricia, la primera causa de consulta por sospecha de intoxicación en menores es el consumo de fármacos y la segunda, el de productos domésticos, entre ellos, los destinados a la limpieza, como los cáusticos (lejía, lavavajillas o productos desatascadores), u otros, como cosméticos, detergente de la ropa, artículos de higiene personal, acetona o colutorios.

Ante una ingesta tóxica, nunca hay que inducir el vómito ni dar de beber agua o leche, porque puede incrementar el daño en el tracto digestivo

Esta investigación sobre el consumo de productos domésticos cáusticos con potencial para lesionar el tubo digestivo ha incluido a 78 pacientes pediátricos de 1 a 17,3 años, que ingresaron en este centro hospitalario entre enero de 2005 y abril de 2010. La mayoría tenía menos de cinco años y, sobre todo, menos de dos años, una etapa vital en la cual los pequeños exploran su entorno, sin ser conscientes de los peligros que les acechan. Sin embargo, las intoxicaciones no son solo cosa de niños. También ocurren en los más mayores, por ingesta fortuita, e incluso en adolescentes, en algunos casos por consumo intencionado con el objetivo de autolesionarse.

Respecto a los productos de limpieza, este estudio ha revelado que, en el 15% de los casos, el producto ingerido por el menor se había guardado fuera de su envase original, en una botella de agua o similar. Este cambio de recipiente es una costumbre muy peligrosa, porque los niños lo cogen al pensar que es un refresco. «Si tienen mucha sed, toman más cantidad, lo que puede suponer un problema grave», a diferencia de los más pequeños que exploran y, al notar un sabor raro, beben un sorbo y lo dejan, según informa Lídia Martínez, pediatra de Urgencias del Hospital Sant Joan de Déu, una de las autoras del estudio.

Ante una intoxicación: qué no hay que hacer

Junto con las causas identificadas de los accidentes por ingerir un producto cáustico, otro de sus hallazgos más destacables es que una de cada dos familias actúa de manera inadecuada cuando esto sucede: es frecuente que les induzcan al vómito o les den de beber agua o leche, destaca Martínez.

Al provocar el vómito, el afectado sufre dos veces el paso de la sustancia por el esófago y se incrementa el riesgo de lesionar el tracto digestivo
Estas actuaciones se desaconsejan porque los cáusticos tienen potencial para causar lesiones muy graves del tubo digestivo, incluso cierres del esófago. Al provocar el vómito, el afectado sufre dos veces el paso de la sustancia por el esófago (el producto cáustico al entrar y al salir), lo que incrementa el riesgo de dañar el tracto digestivo. Son lesiones variables, desde una simple inflamación de una parte del tubo digestivo y lesiones leves, hasta quemaduras y, en casos más graves, perforaciones, úlceras y cierres del esófago.

Por eso, en los hospitales, ante la sospecha de ingestión de un producto cáustico peligroso, se pone al niño a dieta, se le administra un protector gástrico endovenoso y se le practica una endoscopia para valorar posibles lesiones. Si las ha sufrido, permanece ingresado en el centro sanitario, donde se le aplica el tratamiento conveniente en cada caso, o se le envía a casa con una dieta suave y tras hacer hincapié en las medidas de prevención.

Primeros auxilios ante una posible intoxicación

A raíz de su estudio, el equipo de investigadores del Sant Joan de Déu transmite a la población las siguientes medidas de actuación ante estos sucesos por consumo de productos tóxicos:

  • Tener apuntado en un lugar visible el Teléfono de Información Toxicológica: 91 562 04 20, donde se aclara si un producto es dañino y si hay que acudir al hospital.
  • Ante la sospecha de ingestión de un tóxico, consultar lo antes posible al servicio de información toxicológica.
  • Acudir rápido a urgencias con la sustancia ingerida, ya sea en su envase original o en otro, si se ha cambiado.
  • No dar nada de beber ni de comer al afectado.
  • No provocar el vómito.
    Prevenir los accidentes por intoxicación

    Para prevenir accidentes por intoxicación de productos químicos, los mismos expertos insisten en tomar unas sencillas medidas de prevención:

    • Guardar los productos domésticos y de limpieza en un lugar alto al que el niño no pueda acceder y colocar mecanismos de seguridad en los armarios donde se almacenen.
    • Nunca dejar los productos al alcance del menor mientras se limpia, sino cerrados y guardados.
    • Extremar la vigilancia en el caso de los más pequeños, ya que a menudo aprovechan cualquier momento.
    • Aplicar siempre estas medidas en cualquier lugar al que acuda el niño, como la casa de los abuelos, y mantener la vigilancia al visitar un espacio donde no se pueda controlar la seguridad.
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