Medicamentos, tan necesarios como peligrosos

No guardar los medicamentos fuera del alcance de los niños puede provocar graves accidentes por intoxicación
Por Jordi Montaner 21 de marzo de 2007

Los medicamentos no sólo curan. Fármacos tan comunes en muchos hogares como antihipertensivos, hipoglucemiantes o antidepresivos, pueden resultar muy tóxicos incluso a pequeñas dosis. Un estudio multicéntrico evaluó más de 75.000 visitas en 17 centros de urgencias pediátricas españolas entre el 2001 y el 2002, y contabilizó un caso de muerte por intoxicación medicamentosa.

Si los medicamentos no se conservan en un lugar lejos del alcance de los más pequeños, su ingesta accidental puede provocar la muerte, por pequeña que sea la dosis. «Con todo, los casos de muerte por intoxicación son muy excepcionales en nuestro país, gracias a la monitorización de los servicios de urgencia y a la pronta aplicación de las medidas oportunas», afirma Lidia Martínez, toxicóloga del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.

La experta tomó parte en un estudio multicéntrico que evaluó más de 75.000 visitas en 17 centros de urgencias pediátricas españolas entre el 2001 y el 2002, periodo en el que sólo se registró un caso de muerte accidental por intoxicación. Martínez destaca que «la situación más frecuente en las exposiciones de niños a posibles tóxicos es la falsa apreciación de que realmente no se trata de una sustancia tóxica o al menos, en una dosis tóxica». Sin embargo, subraya que algunos antihipertensivos, hipoglucemiantes y antidepresivos pueden resultar muy tóxicos en pequeñas dosis.

Prevenir, mejor que curar

En intoxicaciones accidentales de niños pequeños, los familiares suelen consultar siempre al servicio de información toxicológica (915620420) que está disponible las 24 horas del día, al pediatra o a un servicio de urgencias (061). En ocasiones, algunas familias consideran que una dosis normal para un adulto lo es también para un menor, sin caer en la cuenta del riesgo que esta asimilación conlleva. La mejor prevención, según Martínez, pasa por guardar todos los fármacos (incluso los que puedan parecer inocuos) o productos de limpieza y demás agentes químicos en lugar seguro y fuera del alcance de los niños.

La mejor prevención pasa por guardar todos los fármacos, productos de limpieza y agentes químicos en lugar seguro y fuera del alcance de los niños

Otras recomendaciones que formula son: mantener los fármacos en su envase original, nunca referirse a ellos como si fueran golosinas (ni siquiera cuando interesa que los niños se los tomen), evitar tomarlos delante de los más pequeños (a fin de evitar conductas de imitación), cerrar bien los envases y garantizar que estas medidas básicas de seguridad se cumplan tanto en casa como en otros domicilios (de los abuelos u otros cuidadores). En caso de sospecha de ingestión de un medicamento u otro tóxico, se hace indispensable consultar de forma inmediata a un pediatra o al servicio de información toxicológica.

En clave toxicológica

En su presentación, la toxicóloga de urgencias también insistió en que los profesionales sanitarios deben tener presente que una ingestión muy limitada no siempre equivale a una toxicidad muy limitada. «Ante cualquier ingestión de un fármaco altamente tóxico debe realizarse una minuciosa monitorización y, en caso de apreciar sintomatología, aplicar de inmediato medidas enérgicas». La monitorización, la rápida aplicación de medidas paliativas y la administración de antídotos acaban normalmente salvando el pronóstico. «En caso de que un niño haya ingerido una sustancia desconocida hay que ser prudentes, considerando siempre la mayor dosis y la mayor toxicidad. Cuando se ingiere un producto no tóxico, lo único que los médicos debemos hacer es dar recomendaciones a la familia para evitar nuevos accidentes».

La toxicología se dedica a estudiar y a paliar los efectos de las toxinas o venenos vegetales, animales y minerales que entran en contacto con el paciente. Guarda una estrecha relación con la farmacología y la medicina legal. La palabra toxikon significa veneno en griego. Mucho antes de investigar los tóxicos, el ser humano se sirvió de ellos para cazar. En la antigüedad, las puntas de las flechas se preparaban con material contaminado (cultivos bacterianos de carne putrefacta o venenos extraídos de las plantas para acelerar la muerte de las presas heridas). Como venenos vegetales se empezaron a recolectar extractos de plantas que provocaban inflamaciones, que lesionaban el corazón o paralizaban los músculos y la respiración.

Muchas sustancias consideradas venenosas son tóxicas de forma indirecta. Un ejemplo es el metanol que no es venenoso en sí mismo sino cuando se convierte en formaldehído tóxico ya en el hígado. Muchas moléculas narcóticas se vuelven tóxicas al llegar al hígado, especialmente si se ingieren con alcohol. La variabilidad genética hace que ciertas enzimas del hígado transformen en tóxicos muchos compuestos diferentes, variando enormemente de un individuo a otro. Debido a que la actividad de una enzima hepática puede inducir la actividad de otras, muchas moléculas adquieren toxicidad al combinarse entre ellas. Una actividad muy común entre los toxicólogos es la de identificar qué enzimas del hígado convierten una molécula en veneno, o cuáles son los productos tóxicos de esa conversión y en qué condiciones o en qué individuos puede tener lugar dicho proceso.

SINIESTRALIDAD ORAL

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En EEUU, cada año se producen dos millones y medio de casos de envenenamiento accidental o por intoxicación, que causan un millar de muertes. La ausencia de advertencias de peligro en el etiquetado de un producto no necesariamente significa que éste sea seguro. Los síntomas de intoxicación o envenenamiento pueden tardar en aparecer pero, si hay sospechas de que alguien ha sido intoxicado hay que buscar ayuda médica de inmediato sin esperar la aparición de síntomas.

Los síntomas pueden variar de acuerdo con el tóxico, pero suelen tomar forma de dolor abdominal, color azulado en los labios, confusión, tos, diarrea, dificultades respiratorias, mareos, visión doble, somnolencia, fiebre, cefalea, palpitaciones cardiacas, convulsiones, incontinencia urinaria, erupciones cutáneas, mal aliento y debilidad.

Nunca debe administrarse a la víctima, inconsciente o no, sustancias por vía oral ni inducir el vómito a menos que lo indique el personal médico consultado (un veneno fuerte que produzca quemaduras en la garganta al entrar puede producir más lesiones al salir). Intentar neutralizar el veneno con zumo de limón, vinagre o cualquier otra sustancia tenida como antídoto multiusos puede empeorar considerablemente el problema.

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