Bissan Ahmed, investigadora de la Universidad de Lieja (Bélgica), es especialista en cáncer y angiogénesis. Estudia la relación entre el cáncer y la proliferación de vasos sanguíneos que surten de sangre y oxígeno a los tumores. Desarrolla su labor en un laboratorio de biología de tejidos conjuntivos, que dan soporte a diferentes estructuras del cuerpo, donde intenta combatir una de las enfermedades más temidas. Una de cada tres personas desarrolla un cáncer en algún momento de su vida y más de una cuarta parte morirá por esta causa.
Todos parten de un trastorno genético, pero no todos los trastornos genéticos provocan cáncer.
Para que el cáncer se origine, se requiere un trastorno metabólico, una disfunción que afecte de forma específica a la cadena respiratoria de la célula (ciclo de Krebs). Las células corporales que no emplean oxígeno no desarrollan cáncer, como los glóbulos rojos, la córnea, el cristalino o determinadas regiones de la retina. Estas células no tienen mitocondrias y para subsistir dependen sólo de la glucólisis, que es la vía que se encarga de oxidar o fermentar la glucosa para obtener energía.
El metabolismo celular requiere que determinadas enzimas aceleren la transformación de una sustancia en otra. Estas enzimas, a su vez, exigen la participación de cofactores denominados coenzimas que, por norma general, son vitaminas o minerales aportados por la dieta y que en ocasiones tienen un déficit comprometedor.
Para que un tumor o metástasis crezca y se mantenga, es necesario que obtenga aporte sanguíneo de nuevos vasos que se forman para este fin. Este proceso se denomina angiogénesis y en los últimos años ha cobrado una enorme importancia en oncología, ya que su control seria una pieza clave en la lucha contra el tumor, al restringir el suministro de sangre.
“Para que un tumor o metástasis crezca y se mantenga, es necesario que obtenga aporte sanguíneo de nuevos vasos que se forman para este fin”
Así es. A su vez, la deficiencia estimula la producción de un factor de crecimiento endotelial vascular (FCEV), una molécula clave en este proceso y en el desarrollo del cáncer. Una vez que la célula se vuelve cancerosa, empieza a producir menos bióxido de carbono, refuerza la angiogénesis y así procura la supervivencia del cáncer.
También a la participación de sustancias carcinógenas que atacan en estas etapas aeróbicas -con oxígeno- e inhabilitan la célula para usar el oxígeno. Los oncogenes son genes dañados que tienen la información que codifica las enzimas en estas etapas y por esta vía son responsables de los tumores. En suma, el metabolismo celular puede dañarse tanto por una agresión química específica como por la acción del gen defectuoso que codifica la enzima propia de esta etapa.
Las células humanas se dividen unas 60 veces antes de morir. Este proceso se regula mediante un mecanismo de control de divisiones que se aloja en una zona de los cromosomas denominada telómero. Con cada división, éste se hace más corto hasta que deja de aparecer, la célula no se divide más y muere. En el caso de las células cancerosas, en cambio, no se produce este proceso, por lo que se multiplican sin control.
Son posibles estrategias mediante la inhibición del mediador clave en la angiogénesis, el FCEV, como objetivo terapéutico para detener el crecimiento tumoral.
Y el comienzo de la apoptosis. La inhibición del FCEV induce la apoptosis y se ha comprobado, además, que refuerza la terapia antitumoral convencional y puede evitar las metástasis. Detener la angiogénesis tumoral al inhibir las acciones de FCEV es una estrategia terapéutica razonable, debido a que este factor está involucrado de manera central en el crecimiento, la proliferación y la resistencia al tratamiento de los tumores.
Desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX la industria química se basaba sólo en la destilación fraccional del carbón y del alquitrán. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, aumentaron los experimentos alemanes de síntesis química a partir de la ruptura térmica y catalítica de los compuestos del petróleo y la recombinación de estos para crear cualquier molécula que se deseara. Fue el principio de la petroquímica. Esta tecnología creció de forma exponencial en los años cincuenta y sesenta, pero produjo una amplia variedad de sustancias tóxicas y carcinogénicas que nunca antes se habían sometido a estudio.
Hoy en día se han identificado unos 600 productos derivados del petróleo con potencial para producir cáncer. Todavía hay múltiples explicaciones acerca de la verdadera naturaleza del cáncer que, en algunos casos, son contradictorias. Para la medicina oficial, la genética y el tabaquismo han sido hasta ahora los responsables de la mayoría de los casos. Recientemente, se han considerado también las infecciones víricas o los trastornos metabólicos, pero apenas se ha tenido en cuenta el cáncer de origen industrial vehiculado a partir de sustancias como las anilinas, el asbesto, los derivados del alquitrán, las nitrosaminas o los metales pesados. Por el contrario, sí se ha estudiado la determinación del riesgo causado por radiaciones ultravioletas o campos electromagnéticos.