Investigadores de Washington y Florida curan el daltonismo en monos de forma definitiva

El trabajo demuestra que es posible añadir nuevas capacidades sensoriales a un cerebro adulto
Por EROSKI Consumer 17 de septiembre de 2009

El daltonismo, un defecto genético que impide distinguir colores, carecía hasta ahora de un tratamiento específico. Sin embargo, investigadores de las universidades de Washington y Florida, en Estados Unidos, han probado con éxito en monos una terapia génica que corrige el defecto de forma definitiva.

Los científicos usaron un virus seguro para transportar los genes correctores y devolvieron la capacidad de distinguir colores a los primates. El experimento, publicado en la revista «Nature», sólo se ha probado en monos ardilla, unos animales muy especiales que no distinguen el color rojo y el verde, tal como les sucede a las personas daltónicas. El trabajo demuestra que es posible añadir nuevas capacidades sensoriales a un cerebro adulto y, sobre todo, abre una puerta al tratamiento de graves defectos visuales.

Esta nueva técnica podría aplicarse en enfermedades en las que están dañados los conos, las células más importantes de la visión. Estas células fotorreceptoras se encuentran en la retina y proporcionan agudeza visual, además de permitirnos ver los colores. «Si encontramos la fórmula para hacer este tratamiento sin riesgo en humanos, como hemos conseguido en monos, pensamos que habrá muchas personas dispuestas a corregir sus problemas de visión con esta estrategia», asegura Jay Neitz, autor principal del estudio.

El hallazgo comenzó a gestarse hace 10 años, cuando el profesor Neitz y su mujer, profesora de Oftalmología, empezaron a entrenar a Dalton y Sam, los dos monos ardilla a los que han curado el daltonismo. Ambos primates aprendieron un test de colores, similar al que se utiliza en las escuelas infantiles de todo el mundo para que los niños aprendan los tonos. El test se empleó antes y después del tratamiento. Sólo después, Dalton y Sam lograron distinguir entre el rojo y el verde. La inyección de genes correctores logró que la retina de los monos fabricara una sustancia llamada opsina, implicada en la fabricación de ciertos pigmentos visuales con los que se puede distinguir entre el rojo y el verde.

La estrategia funcionó cinco semanas después del tratamiento, afirman los investigadores. Aunque, en realidad, les llevó más de un año y medio comprobar con el test de colores las nuevas habilidades que habían adquirido los monos. Los investigadores aseguran que no tienen ninguna duda de que los animales tratados identificaban desde las primeras semanas los colores que habían sido invisibles para ellos hasta ese momento.

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