Italia descubre una corrupción masiva de una compañía farmacéutica a médicos

Regalaba viajes a lugares exóticos, libros raros e incluso ordenadores portátiles
Por EROSKI Consumer 13 de febrero de 2003

La corrupción sistemática de médicos y farmacéuticos mediante regalos, viajes y vacaciones pagadas forma parte de las técnicas de «marketing» de la multinacional «GlaxoSmithKline» en Italia, según una investigación de la Guardia de Finanzas que se extiende a 3.000 sospechosos en todo el país. Por el momento, la Guardia de Finanzas ha decomisado ordenadores y documentos a 30 médicos, 40 representantes de productos farmacéuticos, así como a docenas de hospitales y clínicas privadas hasta sumar varios cientos de registros.

La «Glaxo» ya tuvo un escándalo similar el año pasado en Alemania y otro en Italia en 1993, al descubrirse que la firma había pagado sobornos al entonces ministro de Sanidad Francesco De Lorenzo por el equivalente a más de 150.000 euros. «Glaxo» ha continuado regalando viajes a lugares exóticos, especialmente al Caribe, así como libros raros e incluso ordenadores portátiles de alta gama con precios en torno a los 5.000 euros, según informó la Guardia de Finanzas.

La firma cuenta con dos sedes en Italia -la de Verona, donde comenzó la investigación, y la de Parma-, así como un total de 2.100 empleados y una facturación anual de 450 millones de euros. Su presidente, Gian Pietro Leoni, lo es también de Farmindustria, la patronal del sector farmacéutico italiano.

La investigación sobre «Glaxo» es una señal de aviso a otros laboratorios que incurren sistemáticamente en delitos similares de corrupción de médicos y administradores de hospitales, advierten las autoridades italianas.

Se trata del segundo escándalo de este tipo en lo que va de año, pues en el Hospital Molinette de Turín se descubrió que los médicos cobraban sobornos en metálico por instalar válvulas cardiacas defectuosas de la firma brasileña «Tri Technologies», que se rompían con relativa frecuencia en el corazón de los pacientes. Las disculpas de dos de los cardiocirujanos implicados -Giuseppe Poletti y Michele Di Summa- no podrían ser más cínicas: «En realidad cobrábamos de todos los fabricantes, y después escogíamos el producto que nos parecía mejor en cada caso».

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