La comunidad científica discrepa sobre los beneficios terapéuticos del cannabis

A los efectos perjudiciales que ocasiona se contrapone una supuesta mejora en la calidad de vida de algunos enfermos
Por EROSKI Consumer 23 de agosto de 2003

El cannabis es la droga ilegal más consumida en España y en el conjunto de los países de la Comunidad Europea. Considerada como «droga blanda», la polémica sobre su legalización viene de lejos. Enfrenta a encendidos defensores que defienden su potencial terapeútico y detractores que subrayan sus efectos devastadores para el organismo y su capacidad de arrastre hacia drogas más duras.

Lo que está claro es que la investigación para probar su eficacia en determinadas enfermedades no cesa. Por ejemplo, el Gobierno británico acaba de anunciar que suministrará cannabis a enfermos en procesos postoperatorios para averiguar si realmente alivia el dolor, en una investigación dirigida por el Imperial College que probará su efecto analgésico en 400 pacientes de 36 hospitales.

Diversas organizaciones pretenden que iniciativas como ésta se lleven también a cabo en España. De hecho, el presidente de la Federación de Asociaciones de Defensa de la Sanidad Pública, Marciano Sánchez Bayle, ha pedido esta semana al Ministerio de Sanidad que permita realizar ensayos médicos con marihuana siguiendo el ejemplo del Reino Unido. «Sería razonable que en España se incluyera esta posibilidad de manera experimental porque parece que hay indicios de que puede ser útil», afirmó. Izquierda Unida es de la misma opinión. Ayer Marisa Castro, responsable de Sanidad de la coalición manifestó que su formación «está a favor de la investigación con cualquier planta que pueda ser útil para mejorar la calidad de vida».

En España, la delantera la lleva Cataluña, que es la primera Comunidad Autónoma que llevará a cabo un ensayo clínico sobre los usos del cannabis en enfermos de esclerosis múltiple. Este es el resultado de las conversaciones que la Generalitat abrió en 2001 con el Gobierno central para utilizar un fármaco que contiene cannabis en su composición. Este preparado se utiliza para reducir los efectos secundarios de la quimioterapia en enfermos de cáncer. El proyecto se presentó a finales de julio a consecuencia de la resolución aprobada en marzo por el Parlamento de Cataluña que instaba a la Generalitat a impulsar los ensayos clínicos sobre los efectos terapéuticos de la droga. En este momento se ultiman los detalles y se prevé que para la segunda quincena de septiembre se puedan presentar los documentos necesarios ante la Agencia Española del Medicamento para que, una vez aprobados, se inicien los ensayos, tal y como ha confirmado la Dirección General de Recursos Sanitarios de la Generalitat.

En cualquier caso, lo cierto es que, hasta su prohibición en 1937, el cannabis era componente obligatorio en más de treinta preparados farmacéuticos de EEUU. Canadá fue en 2001 el primer país del mundo en aprobar el uso de la marihuana con fines terapéuticos para su administración en tres tipos de pacientes: enfermos terminales, con esperanza de vida menor a doce meses; afectados seriamente por esclerosis múltiple, cáncer, sida, artritis severa o epilepsia, y aquéllos en que al menos dos especialistas consideren que su uso puede proporcionar beneficios.

Estudios recientes se muestran a favor del cannabis como medicina o simplemente como sustancia que debería estar permitida. En los últimos días se han sucedido las noticias que ratifican estas posturas. Científicos de la Universidad de California en San Francisco han mostrado que no se detectan cambios dañinos en los niveles del VIH en pacientes que recibían una terapia combinada de antrirretrovirales y marihuana fumada. También esta semana la Asociación Internacional de Psicogeriatría de EE.UU ha dado a conocer un estudio según el cual el dronabinol, una versión sintética del principio activo de la marihuana, reduce los estados de nerviosismo en pacientes con Alzheimer. Incluso se ha llegado a afirmar que «el cannabis puede ser la aspirina del siglo XXI». Esta frase pertenece a los científicos del Instituto de Neurología de Londres, que en una investigación hecha pública en abril afirmaban que los compuestos del cannabis ejercen un eficaz papel neuroprotector, evitando los efectos negativos del envejecimiento y previniendo enfermedades degenerativas como el Alzheimer.

Pero no todos los estudios sobre el uso y el consumo del cannabis son tan positivos, sino que muchos muestran lo dañino que puede ser, poniendo de manifiesto la continua contradicción de los científicos al tratar el tema. «En éste, como en todos los asuntos polémicos, hay posturas demasiado radicalizadas», considera Luciano Poyato, presidente de la Unión Española de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente

«Yo abogo por la investigación y por el diálogo entre las distintas posturas para así poder analizar las ventajas e inconvenientes que puede tener el uso médico de estas sustancias», afirma el presidente de UNAD.

«Fumar tres porros al día causa el mismo daño que fumar veinte cigarrillos». Esta era la conclusión de una reciente investigación de la Fundación Pulmonar Británica que desmitificaba así la idea de que esta droga es menos perjudicial que el tabaco. El cannabis produce efectos psicológicos (dificulta la concentración y el aprendizaje e incluso puede ocasionar reacciones de pánico y ansiedad) y físicos como bronquitis o reducción de la eficacia del sistema inmunitario, etc., que muchos investigaciones en los últimos años han puesto de manifiesto.

Otro tema en el que reina el desacuerdo científico es el «efecto escalada», que es aquel que dice que fumar cannabis incita al consumo de otras drogas más duras. Mientras muchos lo niegan, otros, como la Asociación Americana de Médicos en un estudio publicado en enero, concluyen que los consumidores de marihuana tienen el doble de probabilidades de consumir alucinógenos y otras drogas.

Estos efectos negativos hacen que parte de la sociedad médica se muestre contraria al uso terapéutico del cannabis y consideren que legalizarlo en este sentido sería el primer paso hacia la legalización definitiva. De todas maneras, no hay que olvidar que «ya existen otros tipos de fármacos compuestos de sustancias que también provocan dependencia», recuerda Poyato, quien rehuye posicionarse y recuerda que, «en todo caso, es el sector sanitario y los científicos quienes deben investigar y decidir si el cannabis puede tener usos terapéuticos».

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