La FDA estadounidense aprueba un nuevo tratamiento farmacológico para ayudar a crecer a niños con baja estatura

El nuevo medicamento resultó satisfactorio en pacientes que no habían respondido a las habituales inyecciones de la hormona del crecimiento
Por EROSKI Consumer 3 de septiembre de 2005

La FDA, agencia que regula los medicamentos en Estados Unidos, acaba de aprobar un nuevo tratamiento para ayudar a niños con baja estatura. «Increlex» ha sido desarrollado mediante ingeniería genética, copiando la hormona IGF-1, implicada en los procesos de crecimiento. Este fármaco acaba con tres décadas en las que no se había descubierto ninguna fórmula para erradicar el déficit en la estatura de los niños más allá de los tratamientos basados en la hormona del crecimiento, generada a partir de hipófisis de cadáveres.

El fármaco incitó el crecimiento en niños que no habían respondido a las habituales inyecciones de la hormona del crecimiento, problema que afecta a una tercera parte de los niños con esta dolencia. La compañía que la ha desarrollado ha cifrado en 16.000 euros el coste de la terapia, cifra similar a la necesaria con la tradicional hormona del crecimiento.

La baja estatura de los niños no sólo se corresponde con un déficit en la secreción de la hormona del crecimiento, sino también del papel de esta sustancia al incitar la producción de la hormona IGF-1 (factor de crecimiento insulinoide tipo I). Durante el envejecimiento se reduce de forma natural la producción de la hormona del crecimiento y de la IGF-1. Por eso, los pediatras consideran que al menos una tercera parte de los niños que tienen una baja estatura no tienen una secreción escasa de la hormona del crecimiento sino que no producen en niveles adecuados la IGF-1.

Este tratamiento viene a completar las terapias para erradicar problemas derivados de la reducción del ritmo de crecimiento de niños de entre tres y nueve meses de edad, momento en el que puede detectarse el problema. Menores que no son diagnosticados a tiempo registran posteriormente retrasos en el desarrollo de los huesos y los dientes, así como un aumento de los depósitos de grasa bajo la piel, entre otras dolencias.

El laboratorio que ha desarrollado el fármaco estudia su aplicación para la diabetes tipo 2, ya que la IGF-1, como la insulina, reduce los niveles de azúcar en sangre. Este posible desarrollo dependerá de nuevas investigaciones que tendrán que analizar los reguladores públicos de los medicamentos.

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