La pérdida de apetito sexual complica la vida afectiva de las mujeres con fibromialgia

El temor, la ansiedad y la angustia levantan barreras que les impide disfrutar del sexo con plenitud
Por EROSKI Consumer 21 de junio de 2003

La pérdida de apetito sexual es una complicación añadida para las más de 800.000 mujeres que en España padecen fibromialgia, una enfermedad emergente conocida popularmente como fatiga crónica, según se puso de manifiesto ayer en una jornada sobre esta patología celebrada en Bilbao. «El deseo es el motor de la vida. Tenemos que aprender a cultivarlo poniendo en primer lugar nuestro propio placer», dijo la sexóloga Lourdes Lavado.

El temor a enfrentarse a las relaciones sexuales, la ansiedad y la angustia -problemas todos ellos íntimamente ligados a esta dolencia- levantan barreras afectivas que impiden a estas mujeres disfrutar del sexo con plenitud. Sus inquietudes no son diferentes a las que lidian otras parejas, pero la enfermedad las acentúa hasta el punto de que llegan a dañar el entorno familiar.

La fibromialgia es una dolencia muy frecuente, que debilita hasta el extremo y genera un dolor intenso por todo el cuerpo, desde los músculos hasta el esqueleto. Los efectos que desencadena no se limitan al terreno físico. Al dolor general, la fatiga constante y la imposibilidad de lograr un sueño reparador se unen las implicaciones sociales que conlleva la enfermedad. Lo normal es ver en quien la sufre a un vago más que a un enfermo. La sociedad vasca de afectados, AVAFAS, analizó ayer en Bilbao un aspecto no menos controvertido: el de la sexualidad.

En siete de cada ocho casos de fibromialgia, las afectadas son mujeres. Un trabajo realizado en la asociación vasca y coordinado por la perito calígrafo Rosa Ortiz Cigés ha puesto de manifiesto que la falta de autoestima se convierte en una constante entre las afectadas. «Siempre van impecables, pero no porque se vean bien, sino porque suelen sentirse poco atractivas».

La falta de deseo, según argumentó Lavado, es consecuencia a menudo de la educación recibida tradicionalmente por las mujeres, enseñadas a dar más que a recibir. «La falta de deseo, la frigidez o la anorgasmia no existen. Lo que existen son listones que nos ponemos demasiado altos para alcanzar la excitación», explicó.

Las relaciones también se ven dificultadas por la ansiedad, «que unas veces te paraliza y otras te hace muy activa para no enfrentarte al problema». Otro fenómeno común que impide el goce sexual es la llamada angustia de muerte. «El sexo, para disfrutarlo, ha de ser imperfecto; y hablamos de mujeres que son muy controladoras. El orgasmo es el momento en que eres totalmente vulnerable. Inconscientemente lo evitan porque lo relacionan con el mayor de los dolores, que es la muerte».

Las terapias psicológicas van encaminadas a ayudar a las afectadas a disfrutar del sexo y la vida, a pesar del trauma que propicia la pérdida del deseo.

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