La sensibilidad que aflora en Navidad puede ser causa de discusiones y tristezas, según algunos psicólogos

Aconsejan prepararse anímicamente antes de las fiestas para evitar conflictos familiares
Por EROSKI Consumer 23 de diciembre de 2003

En Navidad aflora la sensibilidad de muchas personas, lo que les hace enfrentarse en esta época del año a problemas no resueltos. «Hay que pensar con quién podemos tener conflictos e intentar solucionarlos previamente. También hay que acordarse antes de los que faltan para no vernos superados por el recuerdo. Lo bueno de la Navidad es que tiene fecha fija en el calendario y podemos prevenir las dificultades», indica el psicólogo clínico Ernesto González de Mendibil, coordinador del Master de Psicoterapia de Grupo de la Fundación OMIE de la Universidad de Deusto, en Bilbao.

Este experto explica que «estas fiestas nos predisponen a sentir más intensamente. Lo que está pendiente durante todo el año queremos resolverlo y entenderlo en unos minutos». Por un lado está el sufrimiento por las personas que faltan, que se agudiza en estas fechas. Pero por otro, una tendencia a que surjan discusiones. «La sensibilidad en estas fechas es mayor y así como asoma más fácilmente el dolor, también aparece la agresividad. En Navidad es cuando más broncas familiares suelen darse», indica González de Mendibil.

Muchos culpan de estas alteraciones al mayor consumo de bebidas alcohólicas, y el psicólogo lo confirma. «El alcohol es un desinhibidor y suelta la lengua. Lo que tienes reprimido, se escapa. Y ello es malo en la medida en que surja de forma reactiva y brusca, porque esa bronca no sirve de nada».

En opinión de Ernesto González de Mendibil, actualmente hemos ganado en avances tecnológicos y comodidades pero hemos perdido bienestar personal. «Antes se compartía más, no se temía tanto a los desconocidos, se abría más fácilmente la puerta, había mucho trato con los vecinos. Ahora no tenemos tiempo para estar con los demás, ni con uno mismo. Internet está muy bien pero podemos estar dos horas chateando con alguien sin tocarle. Y eso es distinto a tener el amigo al lado y tomarte un café con él».

Esta forma de vida lleva a la gente a llenar los despachos de los psicólogos. Le ocurre a González de Mendibil. «Estoy desbordado de trabajo. Me gustaría recibir a la gente que no puede salir sola de sus problemas, pero hoy me dedico a los casos más graves, los menos graves y los sencillos. Hay quien necesita venir para hablar y se queda más a gusto. En estos casos la terapia natural, la charla con un buen amigo o con una buena pareja, sería muy eficaz. Pero no se encuentran estas ocasiones».

Altas expectativas

Más importante que una buena comida es estar a gusto en las reuniones navideñas. «Estamos tan bombardeados por la presión social de preparar una buena cena y unos buenos regalos, que perdemos de vista lo verdaderamente importante, que es disfrutar con los demás», opina Montserrat Mendicute, psicóloga clínica y formadora de la Escuela Vasca de Terapia Gestalt. La causa de que en Navidad se den más bajones anímicos que durante el resto del año está, en su opinión, en las altas expectativas que uno se pone en estas fechas. «Hemos pasado de los valores religiosos, que incluían un mayor apego a lo afectivo, a los valores socioconsumistas».

La Navidad aviva en nosotros el yo verdadero, que suele estar oculto bajo el estrés, las compras y las horas de trabajo o de televisión. «Estas fechas remueven muchos recuerdos y se nota más la falta de gente fallecida o que ya no está de la forma en que la conocíamos. Con el aumento de las expectativas de vida hay mucha gente ingresada, en residencias o con una pérdida de su capacidad mental», comenta Mendicute.

Las parejas separadas también atraviesan momentos delicados en Navidad. «Cuando hay hijos en estos casos, las navidades suponen un problema añadido, pero su resolución depende de la forma en que se haya gestionado la separación», indica la psicóloga. «En una ruptura civilizada -continúa- los chavales encuentran soportes en la familia extensa y existe el suficiente sentido común como para no poner a los niños en un brete. Cuando las separaciones acaban mal, los niños suelen verse entre la espada y la pared. En general, un niño vive mal las separaciones de los padres y, si no se le ayuda, desarrollará un sentimiento de culpabilidad cuando esté con una o con otra familia».

Volver a lo sencillo

Para el psiquiatra Jesús González Armendia, la clave para disfrutar de la Navidad es volver a lo sencillo. «A todos nos gustaría encontrar la causa de por qué la Navidad puede llegar a ser un momento triste o un momento alegre», afirma. En su opinión, para encontrar el verdadero sentido de las navidades es necesario volver a sentirse un niño «que cree que todo es posible, pero no lo pide todo, porque disfruta de lo pequeño y de lo concreto, que para él resulta mágico».

«Los mayores nos hemos vuelto melancólicos porque nada nos satisface. Tratando de consumar siempre nuestro deseo, hemos perdido la alegría del anhelo. No paramos el tiempo, ni sabemos vivir el silencio, que es lo que sana las almas y aporta desagravio a las palabras», apunta este experto.

Esto que les pasa a los adultos no le ocurre al niño del que habla el especialista. «El niño se sitúa fuera del tiempo, porque no entiende otra cosa que el juego que está realizando y la pasión por la vivencia en la que se encuentra inmerso». Por eso, dice, sufrimos en Navidad. «Hemos perdido la pasión y un resquicio de ella se remueve en estas fechas», concluye González Armendia.

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