La vuelta al trabajo puede ir asociada a la desgana y la ansiedad, según los psicólogos

Miles de trabajadores se reincorporan hoy a sus puestos tras las vacaciones
Por EROSKI Consumer 1 de septiembre de 2003

Hoy lunes miles de personas vuelven al trabajo después de sus vacaciones. A un amplio porcentaje de trabajadores, este proceso de reincorporación a sus empleos les afecta en mayor o menor medida, dando lugar a un trastorno eventual que los expertos suelen calificar como «síndrome postvacacional», y que conlleva una serie de desequilibrios físicos y psíquicos que tienden a desaparecer en un par de semanas.

«Hay un cierto desajuste con respecto a los horarios, un desajuste del que uno se recupera a los cuatro o cinco días, y una sensación muy general: la gente se hace preguntas, está desganada, sufre taquicardias, molestias intestinales y una ansiedad normalmente extrema», afirma el director de Programas Médicos de Sanitas, Ignacio Ferrando.

Al igual que otros expertos, la psicóloga clínica María José Zoilo apunta que este pequeño trastorno se desarrolla en la mayoría de los trabajadores, aunque en algunos casos la situación se agudiza. «Sobre todo -precisa Zoilo-, se presenta en aquellos a los que les ha desilusionado su empleo, en aquellos que no trabajan en un clímax de confianza o en los que realizan sus quehaceres en un ambiente hostil. También se da en las profesiones con grandes dosis de implicación o en las personas que sufren una jerarquía muy rígida», añade esta especialista.

Pero padecer el «síndrome postvacacional» no siempre oculta situaciones desagradables para el empleado, sino que, a veces, simplemente es un periodo de adaptación que algunas personas sufren con la vuelta al trabajo y que no tiene por qué desembocar en males mayores, sólo en una etapa con cuadros de índole depresiva o ansiosa.

«Si la persona ve el cambio como la pérdida de una situación agradable y la entrada de una situación no agradable, entonces tenderá a estar depresivo; pero si la nueva situación le exige mucho y el trabajador no se ve con capacidad de respuesta, tendrá síntomas emocionales con más características ansiosas que depresivas», explica la decana del Colegio de Psicología de Málaga y experta en casos clínicos Rosa González.

Ese desasosiego y malestar general ligado al final de las vacaciones suele presentarse incluso antes de volver al trabajo. Según Ignacio Ferrando, hay quien «dos o tres días antes de regresar ya tiene estos síntomas». Las taquicardias, el insomnio, los trastornos intestinales o los estados depresivos comienzan a aparecer en distintos grados y las preguntas que se han tratado de evitar mientras se disfrutaba del sol y de la playa vuelven a la palestra de cada uno.

«¿Qué sentido tiene este horario, estas obligaciones, tanto esfuerzo para ganarse un salario?», una cuestión inevitable que, como manifiesta el decano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga, Alfredo Fierro, se plantean sobre todo «quienes han de ganarse la vida con un trabajo indeseable o indeseado». De hecho, según destaca el director de la empresa de recursos humanos Standby, Pedro García, ésta es la época del año en la que reciben más solicitudes de empleo y en la que, subraya, «más divorcios y separaciones hay» porque es cuando la gente tiene tiempo de reflexionar sobre su vida.

Además, «a veces el descanso vacacional no contribuye a restaurar las energías, sino a tomar distancia crítica respecto a las rutinas del trabajo». El decano añade esta explicación a la larga lista de desencadenantes del «síndrome postvacacional», una perturbación del ánimo que conlleva sentimientos de abatimiento, tristeza y vacío, y que en la mayoría de los casos provoca una disminución de la actividad laboral.

Quizá este estado se prolongue durante semanas, a lo sumo dos o tres. Después, todo volverá a ser como era antes de que el trabajador partiera de vacaciones porque, en el fondo, -indica García- «somos animales de costumbres» y terminamos por adaptarnos tarde o temprano a la nueva situación. Lo imprevisible es saber el número de personas que padecen estos trastornos al incorporarse a la vida laboral. Las cifras se sitúan en un 35%.

Sin embargo, es «difícil dar porcentajes de un síndrome difuso», considera Fierro, básicamente porque en un estado leve lo sufre la mayoría de las personas. Es más, hay incluso quienes ya comienzan a padecer el denominado «síndrome del fin de semana» cada lunes, cuando vuelve a sonar de madrugada el despertador y se tienen que reincorporar a sus empleos tras un par de días en el que la desconexión física y mental se hace de forma automática.

En un mes de vacaciones, no sólo se «apaga el chip» y se olvidan los problemas laborales, sino que «se sale de una realidad para meterse muy profundamente en otra bien distinta», advierte Rosa González. Por eso, la psicóloga aconseja pasar unos días «concienciándose» antes de tomar el maletín y volver a la oficina, el marco de las profesiones más propensas al «síndrome postvacacional». Y es que los trabajos más expuestos al trastorno son los intelectuales, los que requieren concentración, y los trabajos rutinarios como los administrativos o los manuales.

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