Limpiar e inspeccionar hornos y estufas, clave para evitar intoxicaciones por monóxido de carbono

Este tipo de emanación es prácticamente imposible de detectar, ya que este gas "ni se ve, ni huele ni siquiera provoca irritaciones o picores"
Por EROSKI Consumer 7 de febrero de 2005

La muerte ayer de 18 personas en un albergue rural de la localidad de Todolella (Castellón) por inhalación de monóxido de carbono (CO) vuelve a levantar la alarma sobre la peligrosidad de las instalaciones que funcionan con este tipo de gas. Con éstas son ya 28 las personas que han fallecido por este motivo en lo poco que llevamos de año.

El peligro del CO viene de que es prácticamente imposible de detectar. Su presencia no se percibe porque «ni se ve, ni huele ni siquiera provoca irritaciones o picores, no nos damos cuenta de que está presente», afirma Luis Miguel Querejeta, médico forense y director del Instituto de Medicina Legal del País Vasco.

Querejeta señala que estas intoxicaciones se manifiestan en aquellas situaciones en las que se producen «combustiones incompletas», ya sea en estufas, braseros o calentadores que, a su vez, generan una disminución del oxígeno. «Toda sustancia que en su formulación de origen contenga carbono cuando combustiona con el suficiente aporte de oxígeno produce CO2, un elemento totalmente inocuo. Ahora bien, cuando se producen combustiones incompletas significa que el carbono, en lugar de unirse a dos moléculas de oxígeno, como en el caso del CO2, lo hace sólo a una, con lo que se produce una merma del oxígeno».

Bloqueo de la oxigenación

Según el médico forense, la inhalación de CO, bien durante un tiempo prolongado o en un corto espacio pero en una alta concentración, bloquea la oxigenación de las células. «En los glóbulos rojos hay una molécula, la hemoglobina, que transporta el oxígeno a través de la sangre hasta las células para que el organismo funcione correctamente. Sin embargo, cuando el monóxido penetra en el cuerpo, es la propia hemoglobina, que además tiene más afinidad por el monóxido que por el oxígeno, la que lo traslada. En última instancia, ese monóxido impide la oxigenación de dichas células y paraliza su metabolismo», afirma Querejeta.

Las células más sensibles a la falta de oxígeno son las cerebrales. «El sistema nervioso central comienza funcionar a bajo rendimiento y poco a poco se va paralizando Las primeras manifestaciones son de somnolencia y cansancio, a la vez que el afectado se ve invadido por una sensación de sueño», precisa el médico forense.

Resulta también muy característico que esta situación vaya asociada a una debilidad muscular. Personas que han sobrevivido a este tipo de experiencias han manifestado que pese a sentir que algo extraño les estaba sucediendo, ni siquiera tuvieron fuerzas para moverse. «Y cuando se entra ya en ese estadio, poco a poco las funciones vitales se apagan. La persona entra en coma, el ritmo cardiaco disminuye y lo mismo sucede con la respiración», apunta Querejeta.

Ante posibles intoxicaciones, el director del Instituto de Medicina Legal señala que lo primordial es que la cantidad de monóxido acumulada se expanda en el mayor volumen posible. «Lo más importante es trasladar a la víctima a un lugar en el que sepamos que no hay monóxido y dejarla respirar. Es mejor sacar al afectado que abrir ventanas y esperar a que el aire entre. Por supuesto, es vital llamar a los servicios de asistencia».

Cómo protegerse

Para evitar intoxicaciones por CO, los expertos recomiendan limpiar y mandar revisar los hornos y las estufas que funcionen con este gas antes del comienzo de cada invierno. Asimismo, aconsejan ventilar al aire libre estos aparatos cada vez que sea posible y no dejarlos encendidos si no se va a estar en casa.

También es conveniente no emplear calentadores portátiles o linternas mientras se duerme en áreas cerradas tales como carpas, caravanas y otros vehículos.

Los expertos recomiendan además leer las instrucciones y precauciones del fabricante incluidas en cualquier aparato a combustible y recuerdan que existen en el mercado detectores de monóxido de carbono que nos avisan con una alarma de un posible escape.

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