Los dermatólogos recomiendan prudencia ante el sol de marzo y de la primavera

La piel, que no está preparada tras el invierno, se quema con mayor facilidad
Por EROSKI Consumer 12 de marzo de 2003

Aunque la primavera no llega hasta el próximo día 21, la mayor parte de la península disfruta estos días de un anticipo de la estación. Las ansias de tomar los primeros rayos solares pueden hacer que muchos caigan en la tentación de despojarse de las prendas de abrigo, un gesto que puede acarrear la aparición de resfriados y quemaduras en la piel.

Ante estos primeros días soleados del año, los dermatólogos recomiendan prudencia, ya que la piel no está preparada para exposiciones largas, y el contraste térmico diurno y nocturno aumenta los resfriados, así como los dolores de cabeza en personas con predisposición a sufrir enfermedades como la sinusitis o la rinitis alérgica.

A partir de marzo los rayos de sol tienen bastante fuerza y penetran de forma directa en la piel, por lo que es necesario protegerla. «La piel se queda muy blanca después del invierno, porque ha perdido todo el pigmento del verano anterior. Así, cuando llegan los primeros días soleados del año, la gente se expone a los rayos y como la piel no está preparada, se quema con más facilidad», afirma el especialista José Ignacio Ariztondo.

De hecho, es más fácil quemarse en las primeras exposiciones, porque el cuerpo fabrica melanina protectora -el bronceado- según va recibiendo los rayos de sol. Es la defensa natural del cuerpo frente al sol. «En los primeros contactos con los rayos hay que ponerse mucha protección, ya que el cuerpo ha estado tapado y no ha producido esa defensa natural», afirma Ariztondo.

Los expertos recomiendan la utilización de cremas protectoras con filtros altos, de entre 30 y 60, o más, para pieles blancas. Y no sólo cuando la exposición a los rayos ultravioleta sea directa. En este sentido, recuerdan que se recibe luz solar no solo estando tumbado en la playa, sino también paseando. Lo que varía es la superficie expuesta.

Por este motivo, se incide en la especial necesidad de proteger a los niños, ya que su protección natural frente al sol es muy inferior a la de los adultos. «Los niños no desarrollan al 100% su sistema pigmentario hasta los 3 años. A esas edades, incluso en los próximos años, se debe evitar al máximo la exposición», asevera Ariztondo.

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