Los malos hábitos son la principal causa de trastornos del sueño en los niños

Aconsejan acostar a los menores siempre a la misma hora
Por EROSKI Consumer 6 de enero de 2003

La semana pasada, el pediatra Eduard Estivill publicó una guía para ayudar a los padres a dormir a sus hijos. Y es que muchas veces conseguir dormir al niño es una verdadera pesadilla para sus progenitores. Aunque el verdadero insomnio es raro entre la población infantil, si es cierto que los pequeños suelen sufrir frecuentes alteraciones del sueño. «En la mayoría de las ocasiones, la dificultad para dormir se debe a una mala higiene del sueño», explica el jefe del servicio de Neurofisiología Clínica del Complejo Hospitalario Carlos Haya de Málaga, Enrique Bauzano.

«A los niños, desde que son lactantes, hay que enseñarles a que mantengan unas pautas de sueño constantes. Es fundamental que se acuesten siempre a la misma hora y que duerman las horas que precisan», afirma el neurofisiólogo. Los cambios de ese horario o las alteraciones de las costumbres del sueño provocan que los menores duerman poco y mal por las noches y estén somnolientos e irritables durante el día. Ese malestar aumenta la ansiedad de los pequeños y de sus familias, que no descansan bien.

Los padres son los responsables a veces de los problemas de sueño de sus hijos, ya que les permiten acostarse demasiado tarde o les consienten hábitos inadecuados. Las malas relaciones familiares o las disputas entre los progenitores son otras causas que alteran el sueño de los pequeños. «Los niños que soportan peleas frecuentes entre sus padres y que viven en un ambiente familiar cargado temen quedarse dormidos», indica el doctor Bauzano.

El 2% de todas las consultas de pediatría están motivadas por alteraciones del sueño. «La dificultad de los niños para dormir con normalidad no sólo les afecta a ellos, sino que también la sufre sus padres, que son quienes, cuando la situación se prolonga demasiado, deciden llevarlos al médico», precisa el jefe del servicio de Neurofisiología Clínica del Carlos Haya. «En esos casos, lo prioritario es diagnosticar correctamente el trastorno para saber sus causas y poder atajarlas», añade.

El sueño es una función fisiológica compleja que requiere una integración cerebral completa. Las modificaciones del mismo en la infancia, entre ellas el insomnio, pueden tener repercusiones de importancia en el desarrollo integral del niño. El insomnio es un trastorno que se define como la incapacidad o dificultad para iniciar o mantener el sueño, lo que origina frecuentes despertares ante cualquier estímulo.

Las causas del insomnio son diversas. Las más usuales se relacionan con aspectos psicológicos, ambientales, familiares y sociales. «Hay niños que adquieren una conducta noctámbula y carecen de una disciplina para acostarse: se van a la cama demasiado tarde. En esa circunstancia, los padres deben imponer lo que los médicos llaman el toque de queda, que no es otra cosa que enviar a sus hijos a descansar a una hora lógica. Junto a ello no hay que ceder a los mecanismos y artimañas que los menores desarrollan para estar más tiempo despiertos», subraya el neurofisiólogo.

La alergia a la comida o la intolerancia a la leche de vaca también dificultan el descanso, puesto que quien lo sufre se despierta con asiduidad durante la noche y se siente incómodo.

Las causas orgánicas acentúan estos problemas. Las más habituales son la otitis (dolor de oído), la dermatitis (escozor o picor en la piel), la obstrucción de las vías aéreas superiores (dificultad para respirar), el reflujo gastroesofágico (los restos de comida se vienen de improviso a la boca), la mala nutrición y el retraso del crecimiento.

En cuanto a los métodos para corregir el insomnio infantil, unas veces son farmacológicos -cuando el trastorno lo produce una causa orgánica- y otras, la mayoría, se basan en cambiar los hábitos incorrectos del niño por otros más adecuados que favorezcan su descanso. «Al marcar un horario e impedir que trasnochen, se logrará un paso muy importante para corregir las alteraciones», destaca el doctor Bauzano.

El especialista agrega: «El futuro del sueño dependerá del hábito que los padres les den a sus hijos. Si están sanos y no les pasa nada hay que hacerles cumplir la hora fijada para acostarse. En este asunto, la educación que se reciba es clave. Si el niño padece alguna enfermedad, hay que llevarlo pronto al médico para que la diagnostique y ponga un tratamiento».

Además del insomnio, hay una gama de trastornos que impiden a los menores conciliar el sueño. Los más frecuentes son: despertares confusos o incompletos, terrores nocturnos, pesadillas, sonambulismo, rabietas, arritmias motoras (movimientos repentinos que el niño precisa hacer para dormirse), calambres nocturnos, bruxismo (rechinar de dientes), enuresis (orinarse en la cama), hablar solo en sueños…

Mención especial merecen las parasomnias -están relacionadas con la epilepsia-, que son un trastorno del sueño que se produce no por exceso o por defecto, sino por la presencia de alteraciones propias de aquél. Por ejemplo, los despertares paroxísticos y episódicos, el errabundismo (caminar e incluso correr por la casa sin rumbo y repitiendo una serie de palabras. Al día siguiente, el niño no se acuerda de nada) y la epilepsia frontal nocturna (despertar brusco). Las parasomnias se suelen tratar en la actualidad con fármacos antiepilépticos.

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